En defensa de mi raza
Por Alonso S. Perales
Introducción
Introducción por Emilio Zamora
Introducción traducida por Iván Brave
Los especialistas en la historia de los mexicanos en los Estados Unidos durante el siglo veinte reconocen a Alonso S. Perales por su liderazgo como iniciador del movimiento por los derechos civiles de los mexicanos en Texas. También lo consideran uno de los principales fundadores de la Liga de ciudadanos latinoamericanos unidos (conocida por sus siglas en inglés: LULAC), la principal organización dedicada a los derechos civiles de la comunidad mexicana en los Estados Unidos en el siglo veinte, así como la más antigua.[1] Otros historiadores, incluidos aquellos que estudian la historia de los Estados Unidos, quizás desconozcan la obra de Perales, debido a que fue escrita principalmente en español. Esto incluye su primera publicación seriada, dos libros que aparecieron en 1936 y 1937: En defensa de mi raza (en inglés, In Defense of My People).[2] La presente edición y traducción de ambos volúmenes pone a disposición de un público más amplio las importantes contribuciones de Perales a la historia de los mexicanos y su lucha por la dignidad, la igualdad de derechos y el respeto. Los académicos, así como los maestros de ciencias sociales y quienes redactan los planes de estudio de nuestras escuelas públicas, deben tomar nota de este material histórico, ahora más accesible, y apreciarlo como objeto de estudio y como el camino hacia un mejor entendimiento de las diversas historias que convergen en los Estados Unidos.
Alonso S. Perales
Perales nació el 17 de octubre de 1898 en un pueblo del sur de Texas llamado Alice. Su padre, Nicolás Perales, era un zapatero mexicano y su madre, Susana Sandoval, un ama de casa nacida en Texas. Nicolás falleció cuando Alonso apenas contaba seis años y seis años más tarde moriría Susana. El joven Perales tuvo que vérselas por sí mismo, hasta que dos tejanos lo acogieron: Crecencio Treviño, barbero, y Eugenia Naranjo, ama de casa. Ellos criaron al joven Perales como si fuera su hijo, apoyándolo hasta que se convirtió en el primer mexicoamericano de Alice en graduarse de preparatoria. Alonso S. Perales murió en San Antonio el 9 de mayo de 1960.
Perales era un niño precoz. Según cuenta la familia, mostró una adelantada conciencia de sí mismo y preocupación por el bienestar de las familias trabajadoras mexicanas de la zona, en gran parte empobrecidas. Alrededor de la época en que la familia Treviño-Naranjo lo adoptó, Perales solía pararse por encima de las matas de algodón para incitar públicamente a sus compatriotas a que lucharan por un trabajo mejor y más digno. Es muy probable que sus discursos descarados hayan incomodado, y por ahí avergonzado, a los trabajadores, pero esto parecía no importarle. Sus padres, tanto los Perales-Sandoval como los Treviño-Naranjo, lo criaron para mostrar confianza en sí mismo y hablar francamente, y le inculcaron los valores de la clase obrera: el trabajo duro y la visión de un mundo mejor. Esto se evidencia en su determinación de salir adelante, especialmente cuando se matriculó en una escuela de negocios cerca de Corpus Christi. Luego, sirvió como oficial de las fuerzas expedicionarias estadounidenses en Francia, y, al volver, trabajó para una compañía petrolera en México y para el Comité de Censura en la Oficina de Correos de San Antonio.
Perales se dirigió a Washington DC en 1920 para cursar su licenciatura y estudios legales. Trabajó como empleado del Departamento de Comercio y, antes de obtener su grado legal, se unió al cuerpo diplomático de los Estados Unidos con asignaciones en México, el Caribe y Centroamérica. Fue empleado diplomático para varias delegaciones y subsecuentemente se convirtió en traductor y asesor legal. La diplomacia proveyó a Perales de experiencia valiosa en mediaciones, normas internacionales y en la preparación de documentos fundacionales, tales como constituciones, tratados y acuerdos para los gobiernos reconstituidos que los Estados Unidos apuntalaban, usualmente por fuerza militar. La atmósfera enrarecida de la diplomacia también nutrió la confianza en su liderazgo y habilidades legales, además de fortalecer su fe inquebrantable en las leyes, sobre todo si eran justas.
Durante uno de sus viajes a Texas, Perales conoció a Marta Carrizales Pérez, la educada y simpática dueña de una librería de la ciudad de Rio Grande. Se casaron en 1922. Marta se convirtió en su amorosa compañera y madre de sus tres hijos adoptados, además de su socia política más cercana, dedicada a lo que ella llamaba “la causa”: la lucha por los derechos de los mexicanos en los Estados Unidos. Con el tiempo, gracias a su empeño en crear una red de contactos por todo el centro y sur de Texas, y escribiendo prolíficamente en los periódicos hispanos, Perales se consolidó como un líder inteligente, seguro de sí mismo y elocuente en ambos idiomas, español e inglés. En los años veinte, en conjunto con otros líderes jóvenes, inició la lucha por los derechos civiles y para establecer LULAC, la organización que dirigiría el movimiento por la dignidad, la igualdad de los derechos y el respeto a los mexicanos.[3]
Perales mantuvo una apretada agenda que incluía responsabilidades familiares, trabajo legal, escritura para los periódicos hispanos, oratoria, asistencia a reuniones locales y regionales, testimonios ante el congreso y otros cuerpos legislativos, preparación de cartas de protesta contra individuos e instituciones que favorecían la segregación racial o que estaban en posición de corregir casos de discriminación. Este libro incluye una muestra de dichos registros —incluyendo cartas, reportes, artículos, declaraciones extensas y testimonios de servicio público, en gran parte publicados como artículos en periódicos entre 1920 y 1937.
Como representante de LULAC y de otras organizaciones que cofundó, incluyendo el Comité de los Cien Ciudadanos y la Liga de Ciudadanos Leales, Perales encaminó la causa por los derechos civiles. Algunos de sus logros más importantes durante los años veinte incluyen el constante reclutamiento de nuevos miembros y la fundación de concejos o capítulos, atendiendo los asuntos de LULAC en las conferencias anuales y reuniones locales por todo el estado. Perales también se desempeñó como jefe del Consulado de Nicaragua en San Antonio por veinticinco años, un logro que fue posible gracias a los contactos que había hecho en Centroamérica como miembro de las misiones diplomáticas estadounidenses de los años veinte y treinta.
Ante los comités de inmigración del Congreso, Perales argumentó con solidez que, si bien los Estados Unidos eran libres de formular todas las políticas que quisieran, los funcionarios públicos y los grupos de poder como la Federación Estadounidense de la Oficina Agrícola no podían utilizar argumentos discriminatorios para justificar sus acciones a favor o en contra de los inmigrantes mexicanos. Al hacerlo, socavaban el trabajo de la organización mexicana de derechos civiles, especialmente su interés por mejorar las relaciones entre mexicanos y anglos y promover los principios de justicia, equidad e igualdad consagrados en la constitución federal. Perales también se convirtió en una figura importante en el debate sobre la Política del Buen Vecino en América Latina, al desafiar la hipocresía de grupos, como la Mesa Redonda Panamericana de Texas, que solicitaban mejores relaciones en las Américas, pero hacían poco o nada por complacer a los latinoamericanos de su propio país.
Durante las décadas de 1930 y 1940, Perales y otros líderes mexicanos de derechos civiles fusionaron sus esfuerzos panamericanistas en un llamado a la legislación en materia de derechos civiles. Perales colaboró de cerca con miembros de la delegación de San Antonio en la Legislatura de Texas para promover la designación oficial de los mexicanos como blancos, además de una iniciativa panamericanista durante la década de 1930 y una medida de guerra en la década de 1940. Estos esfuerzos, así como sus intervenciones a funcionarios federales, fracasaron, pero los líderes de derechos civiles fijaron su atención en los funcionarios del gobierno mexicano. Esta cooperación se convirtió en una relación de trabajo entre organizaciones de derechos civiles y consulados mexicanos para solicitar, investigar y resolver denuncias de discriminación hacia ciudadanos mexicanos y mexicoamericanos. Perales también comenzó a exigir que se legislara sobre derechos civiles desde plataformas hemisféricas, incluyendo la Conferencia de la Asociación Interamericana de Abogados de 1943 en la Ciudad de México y la reunión inaugural de las Naciones Unidas, en la cual se desempeñó como miembro de la delegación nicaragüense. Estos logros ocurrieron después de 1937, fecha de la publicación del segundo volumen de En defensa de mi raza, pero adquieren relevancia en relación con su trabajo por los derechos civiles.
Perales recibió numerosos reconocimientos. Aparte de su nombramiento al Consulado de Nicaragua en San Antonio y a la delegación de Nicaragua en la reunión de las Naciones Unidas, el Comité Patriótico Mexicano, una federación de treinta y cuatro organizaciones civiles y culturales de San Antonio, le celebró bienvenida de héroe por su participación en la reunión de las Naciones Unidas, especialmente por sus contribuciones en la preparación de la Carta de la ONU. El gobierno español le otorgó el grado de Comendador de la Orden del Mérito Civil de España por su servicio público. El distrito escolar independiente de Edgewood nombró una escuela primaria “Perales” y los delegados de la convención nacional de LULAC en 1990 le rindieron homenaje. La Facultad de Derecho de la Universidad de Houston administra una beca bajo su nombre, en gran parte gracias a Arte Público Press y al profesor de derecho Michael A. Olivas, quien recientemente editó una antología que celebra su vida y obra. Perales estaba especialmente orgulloso de ser miembro del Puesto No. 2 de la Legión Americana y de los Caballeros de Colón (Cuarto Grado), No. 786.
El libro En defensa de mi raza
El título evoca el popular apelativo latinoamericano de “la raza” que Perales convierte en el posesivo “mi raza” o “nuestra raza”, es decir, mi o nuestro pueblo. De manera similar, el escritor y filósofo mexicano José Vasconcelos estableció el lema que hoy identifica a la Universidad Nacional Autónoma de México: “Por mi raza hablará el espíritu”. La diferencia entre los dos son notables: mientras Vasconcelos apunta a la redención espiritual de un pueblo en algún lugar más allá de su presente, Perales, con la acostumbrada gravedad de un líder imparcial de los derechos civiles, pone el foco en la defensa constante y duradera de un pueblo que es su pueblo. Vasconcelos aseguraba a su propia raza un México maravilloso y reconstituido, obtenido tras el fuego de una agotadora revolución social. Perales aún no se imaginaba un futuro reconfortante y restaurado para su pueblo en los Estados Unidos; estaba absorto en su propia insurgencia y personificaba el significado de su propio nombre según el cognado alemán Adalfuns: “listo para la batalla”.
En defensa de mi raza contiene 106 registros, además de prólogos e introducciones escritos por Perales y por los principales líderes cívicos y de derechos civiles de la época. Las entradas incluyen principalmente artículos que Perales publicó en periódicos en español, incluyendo informes de conferencias, reportes de discriminación y violencia contra jóvenes varones bajo custodia legal, correspondencia con otros líderes cívicos y de LULAC, así como artículos sobre prejuicios, discriminación y la lucha de los derechos civiles.[4] El libro también contiene otras entradas tales como cartas que Perales dirigió a oficiales gubernamentales y líderes civiles, llamándolos a intervenir y asistir a los mexicanos agraviados. La última y más pequeña colección de entradas contiene artículos escritos por compañeros de la lucha por los derechos civiles y otros editores de periódicos hispanos.
Si los artículos se encontraban en periódicos y colecciones de archivo, aparecen como entradas textuales; de lo contrario, el editor ha incluido las versiones traducidas al español que Perales comparte con nosotros. Las entradas que Perales publicó originalmente en inglés y que incluyó en su forma original —por ejemplo, solicitudes de muestra para el servicio gubernamental y una serie de cartas entre líderes de LULAC que lo acreditan como fundador principal de la liga— también aparecen textualmente. En conjunto, los materiales presentan al lector una vasta colección de registros compilados y en su mayoría escritos por el líder mexicano de derechos civiles del siglo XX. El libro converge con el debate mexicoamericano sobre prejuicios, discriminación y desigualdad, así como con el proceso de afirmación de la autoestima y orgullo colectivo, la protesta justa y deliberada, las reivindicaciones de derechos éticos y constitucionales y el llamado, conciliatorio o agresivo, a la razón.
Los críticos que Perales seleccionó para presentar el libro —un mexicoamericano y tres mexicanos con una larga residencia en Texas— pusieron su atención en él, especialmente en su liderazgo tenaz y honesto. Carlos E. Castañeda, el renombrado historiador de las tierras fronterizas de la Universidad de Texas en Austin y una importante figura de los derechos civiles en sí, fue el primero en comentar el volumen de 1936.[5] El libro, según Castañeda, buscaba motivar a la juventud a asumir posiciones de liderazgo en la lucha por la dignidad y los derechos de los mexicanos. Castañeda se centró en la figura de Perales como un autor “con la fuerza moral para manifestarse ante las autoridades civiles, el público, y el pueblo entero durante los últimos dieciocho años”.[6] “No estamos exagerando”, agregó Castañeda, “cuando decimos que es el defensor de su raza” y “aunque no es el único que ha luchado por nuestra dignidad y derechos en los últimos años, nadie más había hecho tanto”.
Manuel Urbina, un maestro, ministro y figura política popular de San Antonio, con un talento dramático para sus letras, también honró la dedicación de Perales al servicio público.[7] Dijo que los jóvenes deberían emularlo si la comunidad mexicana pensaba deshacerse de la opresión racial que la oprimía. Con el ejemplo de Perales en mente, añadió,
Las condiciones cambiarán en el Estado Imperial solamente cuando podamos contar con una cifra significativa de mexicanos sin egocentrismos. También deben poseer un entendimiento profundo de la historia, la sociología, la economía, la ley, etcétera, y, ante todo, un verdadero amor por nuestros hermanos de raza.
Según Urbina, la situación era desesperante para la comunidad mexicana, porque los anglos racistas parecían actuar con impunidad. Consciente de las consecuencias corrosivas y expansivas del racismo, Urbina advertía calamidades globales: “Los anglos inculcan lentamente dentro del corazón y mente de millares de personas la idea de futuras guerras mundiales que acabarán por destruir, arruinar, matar a naciones por completo”. Solamente gente como Perales podría defender a su pueblo y ayudar a evitar los efectos devastadores del racismo.
José de la Luz Sáenz fue un maestro que escribió un diario de la Primera Guerra Mundial, y uno de los confidentes más cercanos de Perales, de quien también elogió su carácter y habilidades. Igual que los otros críticos, el nativo de Realitos, Texas, orientaba a la juventud a que encontrara en Perales un modelo a seguir. También los empujaba a que leyeran su libro para que apreciaran el esfuerzo político de un líder de los derechos civiles: “En sus cartas y artículos encontrarán muchas ideas surgidas de los diversos momentos que las circunstancias urgentes le dictaron”.
Juan Sauceda cierra las introducciones del libro[8], ofreciendo una perspectiva generacional de la causa y la necesidad de que los jóvenes la asuman. Sauceda usó la técnica de Perales de señalar las figuras históricas y culturales de México para validar e inspirar la lucha por los derechos de los mexicanos. Estas alusiones a la gloriosa historia de México no se limitaban a la lucha colectiva, sino que también eran necesarias en la lucha personal para la maduración y desarrollo de los jóvenes. Según Sauceda, “el interés sincero que usted expresa en mejorar su condición social más inmediata será el mejor y más notable reconocimiento al trabajo de los descendientes de Ilhuicamina, Cuauhtémoc y Juárez”.[9]
Perales compiló treinta y seis extractos de las cartas que recibió de compañeros en la lucha por los derechos civiles y representantes gubernamentales, así como académicos y ciudadanos que evidenciaban la recepción favorable de los dos volúmenes.[10] Renato Cantú Lara, cónsul mexicano en Los Ángeles, nos recuerda que Perales abordó el racismo y el color de piel como temas centrales de las vidas de los mexicanos: “Evidentemente hay pocos como usted que hayan estudiado los asuntos raciales que nuestro color de piel causa en este país”. Sumner Welles, subsecretario de Relaciones Exteriores, se sumó al reclamo por la igualdad de una manera en la que solamente un oficial gubernamental podría hacerlo: “No hay lugar para albergar prejuicios raciales en nuestro país, especialmente cuando los hombres y las mujeres de herencia racializada han hecho tanto para mejorar sus circunstancias en el mundo actual”. Enrique Ortega, de San Antonio, si bien no a la altura de un Sumner Welles, aunque recompensando con abundancia de loas, declaró: “El libro tiene un gran valor histórico y toda persona de origen mexicano en los Estados Unidos debería leerlo para fortalecer la unidad y poder modificar, por vías legales, su condición humillante”.
Prudencio Gutiérrez, presidente del concejo 60 de LULAC en Houston, habló con igual fervor: “No me alcanzan las palabras para felicitarlo por su gran trabajo en el avance de nuestra raza y el bienestar de nuestra juventud, para que las generaciones venideras puedan vivir sin los obstáculos que han entorpecido nuestro camino”. El doctor Herschel Manuel, profesor de psicología educativa de la Universidad de Texas, formuló una observación semejante cuando dijo: “Lo felicito por el gran servicio que ha extendido a su pueblo. Como ya sabe, le admiro y aprecio su valiente trabajo. Ha sido un líder fuerte y capaz”. Pero la declaración más conmovedora de Urbina sería la que apareció en un artículo independiente del periódico La Prensa. El libro, según Urbina,
dejó una profunda huella en mi alma, no solamente por sus ideas y, de alguna forma, por sus conceptos internacionales (con relación a la buena voluntad que debería existir entre los anglos y los mexicanos de Texas), sino también por su claridad, franqueza, y sinceridad, además de la lealtad que el autor expresa hacia su comunidad y su raza.[11]
Escritos complementarios
Perales publicó otras obras, incluyendo “El mexicoamericano y la política del sur de Texas, comentarios”, la reproducción de un artículo de O. Douglas Weeks, profesor de política en la Universidad de Texas, con un comentario breve.[12] El propósito de Weeks, que Perales reforzó como editor, era explicar cómo la raza y la clase social determinaban las relaciones sociales entre los mexicanos y los anglos del sur de Texas, especialmente en la zona entre Laredo y Brownsville, extendiéndose al norte hacia el río Nueces, que desemboca en Corpus Christi. Según Weeks, la estructura de la clase mexicana estaba formada por tres grupos. El primero incluía a los propietarios de tierras y los descendientes de los primeros colonizadores españoles con influencia política, en lugares como Laredo, Rio Grande y Brownsville. Ellos contaban con fuertes apegos culturales al pasado colonial, además de al México contemporáneo, aunque también se identificaban como ciudadanos de los Estados Unidos en tanto que estaban inmersos en la actividad comercial y política del sur de Texas. En los países donde ellos predominaban, ostentaban gran influencia política.
El segundo grupo incluía a la población urbana y educada, que en gran parte había pertenecido al primer grupo y activamente había buscado incorporarse a la sociedad estadounidense. Weeks sugiere que estos ávidos mexicanos —Perales incluido— representaron el futuro de la comunidad, dado que lograron operar en un mundo anglo, además de adoptar los modos de vida de los Estados Unidos. El tercer grupo incluía la vasta y empobrecida clase obrera, ciudadanos nativos que estaban culturalmente aislados en sus ocupaciones de bajo ingreso y en comunidades apartadas.
Weeks ofreció descripciones degradantes del grupo como clase y grupo racial. Perales no se opuso a este punto de vista, sugiriendo que estaba de acuerdo con una de las conclusiones centrales: que los caciques rurales y los segregacionistas de las ciudades podían mantener el sistema de castas gracias a que la mayoría de los mexicanos no entendía el inglés, no se identificaba como estadounidenses y desconocía las obligaciones y responsabilidades de la cultura civil. El comentario de Perales termina con la observación de que Weeks “ha dicho la verdad”, una “verdad” que él y sus compañeros en la lucha por los derechos civiles habían expresado en otras ocasiones, con todo y las injustas valoraciones de la clase obrera mexicana. Aunque Perales no incluyó estas descripciones en la publicación de Weeks, sí incorporó el trabajo de otros académicos no-mexicanos, además de oficiales gubernamentales, que concordaban con este punto de vista acerca de las comunidades mexicanas y su obvia necesidad de liderazgo efectivo.
La última publicación de largo aliento de Perales, Are We Good Neighbors?, es un compendio de artículos, discursos e informes sobre la discriminación, escritos por algunos de los más importantes lideres cívicos y de derechos civiles en el estado, incluyendo a Perales.[13] Publicado en 1947, el libro da cuenta de la condición del mexicano después de la Segunda Guerra Mundial, un periodo que los historiadores identifican como de recuperación tras los años de depresión económica. La expansiva economía de posguerra pudo proveer mejores salarios y empleos que ayudaron a las familias de la clase obrera a recuperarse de la carencia de los años treinta. Los mexicanos, según Perales y los otros autores, aprovecharon el mejoramiento de las oportunidades pero no se recuperaron al mismo ritmo que los anglos y los afroamericanos. Las investigaciones más recientes han confirmado este punto de vista. Los mexicanos se unieron al movimiento para despegarse de la industria agrícola de bajo salario, y sin embargo mucho después de 1940 seguían concentrados en esta actividad.[14]
Uno de los contribuidores del libro, Carlos E. Castañeda, agregó que la cantidad de mexicanos que entraron a las compañías urbanas mejor pagadas fue menor. Él pudo constatarlo de primera mano durante su cargo como director regional del Comité de Prácticas de Empleo Justo (FEPC, por sus siglas en inglés), la agencia gubernamental ocupada de hacer cumplir la orden ejecutiva del presidente Franklin D. Roosevelt que prohibía la discriminación laboral basada en credo, raza y nacionalidad de origen. Varios colaboradores del libro también señalaron el papel de México con respecto a los mexicanos en los Estados Unidos; sugieren, y plenamente declaran, que la raza era una noción tan arraigada que ni siquiera la economía expandida, el FEPC, la mayor conciencia diplomática ni el entendimiento del racismo como un problema hemisférico logró mejorar la condición de los mexicanos en relación con los anglos y los afroamericanos.
Alrededor de la fecha de publicación de En defensa de mi raza, fueron apareciendo más estudios al respecto, sin embargo ninguno iguala los dos volúmenes de Perales. Por ejemplo, Manuel Gamio, el antropólogo, arqueólogo, y sociólogo mexicano, elaboró un estudio magistral de la comunidad mexicana inmigrante en los Estados Unidos.[15] Esta publicación de 1930, Inmigración mexicana en los Estados Unidos, (en inglés, Mexican Immigration to the United States), explica las causas del flujo de inmigrantes, además de estudiar las condiciones bajo las cuales los inmigrantes viven y trabajan. Gamio le regala un valioso compañero a En defensa de mi raza, especialmente cuando comparte las voces de los inmigrantes que dan cuenta de su manera de vivir y condiciones laborales, así como cuando describe las decisiones y arbitrariedades que afrontan diariamente como clase trabajadora.[16]
Paul S. Taylor, economista laboral de la Universidad de California en Berkeley, publicó dos libros que también complementan la lectura del de Perales; son estudios sobre el desarrollo económico y las relaciones entre anglos y mexicanos en los condados de Dimmit y Nueces, en Texas, que demuestran que la racialización de las relaciones sociales ha generado una estructura parecida a las castas, que empuja a los mexicanos a empleos de bajo salario, especialmente en la agricultura. Perales notó una relación bien arraigada entre la dominación de los anglos y la subordinación de los mexicanos. Recientemente, un historiador tejano, David Montejano, revisitó la inmensa colección de archivos de Taylor y descubrió una larga historia de opresión y racismo en las zonas urbanas, así como condiciones extraídas directamente de las leyes de Jim Crow en plenos años setenta. Una de las principales contribuciones de Montejano fue su extenso análisis de la migración laboral como estrategia de los mexicanos para sobrevivir a la precariedad y sus dificultades.[17]
Ignacio Muñoz, un periodista de México que declara haber participado en la famosa revuelta de 1915 en San Diego, al sur de Texas, proveyó una perspectiva de la historia de los mexicanos en Texas que se diferencia del enfoque de Perales sobre los derechos civiles. Muñoz, además, tomó en cuenta la participación militar.[18] En este mismo tenor, Emma Tenayuca, la joven de diecinueve años que presidió el partido comunista junto a su esposo Homero Brooks, secretario de la Organización de Comunistas de Texas, publicó un ensayo-manifiesto en 1937 que ofrecía una visión diferente de la política mexicana. Tenayuca y Brooks básicamente retomaron la postura del partido comunista ante los afroamericanos y la adaptaron para aplicarla a la experiencia mexicana.[19]
Dos publicaciones gubernamentales importantes que revelaron la explotación laboral, además de la precariedad de los mexicanos tanto en los centros urbanos como rurales de los años treinta, pueden ayudar a entender y apreciar mejor la ira y empuje de Perales.[20] Los autores de The Pecan Shellers of San Antonio y Mexican Migratory of South Texas proveen información cuantitativa y cualitativa que subraya los retos que las familias mexicanas pobres enfrentaron cuando los Estados Unidos se preparaban para entrar a la Segunda Guerra Mundial.
Las obras contemplativas e imaginarias de Teodoro Torres y Conrado Espinosa ofrecen perspectivas de familias migratorias de la misma clase que Perales incluye en su trabajo. En El sol de Texas, Espinosa provee una visión de empatía ante las dificultades que las familias migrantes enfrentan mientras anhelan el regreso a su tierra natal. Una familia regresa a México, mientras que otras se quedan en Texas. La novela de Torres, La patria perdida, cuenta la historia de una familia de refugiados políticos de clase alta. La esposa muere en los Estados Unidos y su esposo, Luis, lleva los restos para que sean enterrados en su pueblo en México. Luis, que también es el protagonista, se decepciona de México después de la Revolución, y decide pasar el resto de su vida en un rancho que ha comprado en Missouri, en su propio “México de afuera”.[21]
José de la Luz Sáenz, uno de los mejores amigos de Perales y líder en la lucha de los derechos civiles, adelantó uno de los principales reclamos de igualdad que Perales habría de reafirmar en sus dos volúmenes: que los mexicanos merecían ser tratados mejor después de haber servido en el ejército y de haber ofrecido el mayor sacrificio posible en el campo de batalla. Sáenz, igual que Perales, subraya las contribuciones de los mexicanos como obreros y figuras de la historia tejana.[22]
En los años treinta y cuarenta también aparecieron estudios acerca de la historia, cultura, y folclor mexicano, vistos desde los agudos ojos de personas de origen mexicano. Entre ellos, el más destacado fue escrito por Jovita Gonzalez, quien desarrolló una tesis importante acerca de las comunidades mexicanas de los condados de Cameron, Starr, y Zapata en los años treinta, y escribió historias e interpretaciones de la tradición oral de México, compiladas y editadas en el año 2000 por Sergio Reyna.[23] Elena Zamora O’Shea contribuyó a las publicaciones con El mezquite, una novela histórica que detalla la larga historia del sur de Texas desde el punto de vista de este árbol endémico.[24]
Como hemos visto, estas publicaciones fueron contemporáneas de los dos volúmenes de Perales y proveen un contexto social, político y literario a su obra. Las publicaciones de Perales no se limitaron a los dos volúmenes, ni al panfleto en el que defiende su raza ante el ataque de Weeks, ni a Are We Good Neighbors? También publicó de manera extensa en los periódicos hispanos columnas sobre religión, el movimiento por los derechos civiles y la comunidad mexicana. Muchos de los artículos que no aparecen en sus dos volúmenes se encuentran en los Perales Papers de la Universidad de Houston. Otros hay que rastrearlos en los periódicos hispanos.[25]
Ideas, creencias, entendimientos
Los historiadores especializados en LULAC han concluido que Perales y sus compañeros líderes de derechos civiles eran ideológicamente conservadores. Lo desglosan en tres explicaciones generales. Primero, que dichos líderes supuestamente ofendieron a los ciudadanos mexicanos al enfocarse en combatir la discriminación y desigualdad hacia los mexicanos nacidos en los Estados Unidos, quienes contaban con los derechos otorgados por la constitución en virtud de su nacimiento. Estos presumiblemente aceptaron la designación oficial de ser blancos o anglos para integrarse así a la jerarquía racial prevalente y abandonar o distinguirse de los afroamericanos. Tercero, los historiadores han señalado que los líderes de los derechos civiles, como Perales, solían proponer la acomodación cultural, es decir, una forma exagerada de lealtad a la nación a cambio de su incorporación a la misma.
Atribuirle a LULAC semejantes ideas ha pintado a la organización y a su lucha como conciliatorias, conformistas y carentes de lo que se supone debería haber sido un enfoque más tenaz y radical. No obstante, si contextualizamos estas ideas en un ambiente político inestable, recordaremos que las declaraciones públicas o incluso oficiales de valores y creencias no siempre definen su comportamiento político. Es cierto que LULAC favoreció a los mexicanos nacidos en los Estados Unidos, pero sus líderes, como Perales, también buscaron integrar a los mexicanos que quisieran naturalizarse. También solían hablar en nombre de todos los mexicanos y en más de una ocasión cuestionaron el sistema basado en razas y los bloques de segregación que lo sostenían. Además, reclamaron derechos constitucionales basados en la humanidad, la jurisdicción y los derechos humanos dictados por las normas internacionales. En otras palabras, líderes como Perales a menudo hablaban en términos generales con un espectro amplio.
También es cierto que los representantes de LULAC, así como otros líderes mexicanos de derechos civiles y todas las personas inmersas en un mundo de relaciones sociales organizado por razas, solían expresar o implicar desdén hacia los afroamericanos. Sin embargo, utilizar la designación de blanco fue en mayor parte una estrategia para combatir la discriminación racial. Por último, acceder a la incorporación social a cambio de lealtad demostrable era más complicado de lo que parecía. Los líderes de los derechos civiles en general se alineaban con los mandamientos de las campañas reformistas de americanización, pero también insistían en la igualdad completa, según los principios igualitarios descritos en los documentos fundacionales de la nación.
En suma, el tipo de política étnica propuesta por el movimiento mexicano por los derechos civiles adoptó una posición conciliadora y cautelosa que reflejaba conservadurismo y moderación, y que buscaba minimizar la apariencia de deslealtad dentro de un ambiente política y racialmente cargado. A la vez, líderes como Perales denunciaron tajantemente los casos de discriminación y exigieron un cambio significativo ante la segregación persistente e incluso ante la violencia hacia los mexicanos. Estas rupturas del molde conservador o moderado con que los historiadores describen el movimiento por los derechos civiles también son un reflejo de la sensibilidad moral e ideológica que se expresó con rabia ante la postura de que los mexicanos eran culturalmente deficientes y carentes de un sentido de valor propio.
El libro de Perales revela las ideas, creencias, pensamiento moral y garantías constitucionales detrás de su voz de protesta y en su contexto social. No obstante, también deberíamos leer a Perales por lo que dijo e hizo; es decir, entender qué dicen las evidencias. Por ejemplo, sus artículos y cartas sobre la violencia en contra de los jóvenes varones en custodia legal en Raymondville. Perales se expresó con rabia palpable contra las autoridades que ignoraron los derechos de los hombres a quienes asesinaron mientras los transportaban a Brownsville. La violencia gratuita y la impunidad con la que actuaron sugiere un inmenso desdén contra los mexicanos en Texas. La protesta de Perales contra la violencia del estado y oficiales federales también aparece acreditada y validada en las publicaciones de autores como Mónica Muñoz Martínez, quien ha estudiado la violencia ejercida por el estado y las consecuencias generacionales de semejante dolor y duelo en las familias de las víctimas.
El lector podrá formular sus propias conclusiones empleando los registros contenidos en En defensa de mi raza. Por ejemplo, podrá reconstruir las circunstancias de las matanzas y entender los argumentos de Perales en pro de los derechos de las víctimas, además de su enojo. También podrá identificar y aventurar explicaciones ante consistencias e inconsistencias de los artículos de Perales sobre las matanzas en comparación con sus cartas de protesta ante el estado y los oficiales federales. Otra comparación podría cotejar estos documentos con las cartas que más tarde escribiría a una organización de veteranos blancos de Falfurrias en protesta ante su rechazo de admitir y celebrar a un veterano mexicanoamericano condecorado. El propósito sería evaluar la argumentación y la ira de Perales, tanto como su inclinación a agrupar distintos tipos de discriminación dentro del gran problema general del menosprecio hacia los mexicanos.
Los escritos de Perales también proveen al lector la oportunidad de identificar ideas, creencias, motivaciones, preocupaciones, entendimientos y objetivos dentro de varios contextos. Un ejemplo de ello es el asunto de la blancura de la piel. Él creía que la designación oficial de los mexicanos como blancos les permitiría enfrentar la discriminación por raza. Los líderes de derechos civiles solían cuestionar la discriminación racial desde su base moral y constitucional. No obstante, también usaban la blancura para argumentar la similaridad y, en ocasiones, para distanciarse de la categoría de “de color”, semejante a las castas. En 1936, enfrentados con la posibilidad de que el gobierno les negara la designación de “blancos”, Perales y otros compañeros de lucha provenientes de El Paso, San Antonio, y Laredo demostraron con cuánta ferocidad defenderían su frágil estatus de protección.
Los oficiales de Texas súbitamente empezaron a negarles a los mexicanos la categoría de blanco en los reportes biométricos y estadísticos que iban al gobierno federal. Esto resultó ser un error técnico que el jefe de la Oficina del Censo de los Estados Unidos corrigió después de varias protestas por parte de los líderes mexicanos. La disputa pública, sin embargo, demostró que los líderes de los derechos civiles temían profundamente ser asociados con los negros. Aunque no hay evidencia que LULAC y otras organizaciones mexicanas de derechos civiles adoptaran una postura anti-afroamericana, el lector puede inferir que estas protestas albergaban prejuicios en contra de los negros. Otra interpretación es que estaban reaccionando ante lo que consideraban una ofensa contra su blancura y la decisión de relegarlos a un estado permanente de clase baja tan solo cinco años después de que las cortes resolvieran en contra de los demandantes mexicanos en el caso de Salvatierra v Del Rio ISD (1930).
La corte había rechazado su reclamo de blancura y ordenado que el colegio siguiera segregando a los estudiantes mexicanos con fundamentos pedagógicos. En el caso de Salvatierra, los mexicanos registraban un bajo desempeño escolar que, supuestamente, hubiera entorpecido el desarrollo de los estudiantes anglos en el mismo salón. Perales, uno de los abogados de los padres mexicanos, tomó esto como una derrota en dos niveles. La decisión había validado la segregación racial y al mismo tiempo negado el reclamo de los mexicanos de ser vistos como blancos.
El intercambio de cartas entre Perales y Nat M. Washer, presidente del Comité por la Americanización del condado de Bexar, revela otro aspecto de las ingenuidades estratégicas de Perales. Él solía presentarse a debates públicos para argumentar su punto de vista, en sus términos, sobre asuntos de importancia. Cuando Washer publicó un artículo sobre el programa de americanización en un periódico anglo de San Antonio, Perales lo confrontó en un periódico hispano, evidenciando el engaño de la campaña de aculturación según la cual si los los mexicanos abrazaban una cultura nacional declaradamente amorfa, la sociedad los incorporaría. Perales hizo notar que el esfuerzo por americanizar, el cual presumiblemente ya ocurría al interior de la comunidad mexicana, no podría tener éxito mientras los reformistas como Washer continuaran negando que la discriminación obstaculizaba la integración social. Los lectores mexicanos seguramente se admiraban de la habilidad bilingüe y retórica de Perales, así como de su observación de que el programa de americanización estaba más interesado en validar los temores de los anglos ante lo foráneo, a la vez que mantenía alejados a los grupos extraños.
Conclusión
Para concluir este prefacio, antesala de la lectura de En defensa de mi raza de Perales, es preciso que revisemos su declaración de motivos. Su principal interés político, evidente en el libro, fue ayudar a los mexicanos a equiparse intelectual, espiritual y materialmente para defenderse ante la discriminación, e impulsarlos a participar efectivamente en la cultura cívica de la nación. El avance social no sería posible, según Perales, si los mexicanos no “cumplían con su deber cívico”. Cumplir los deberes, tales como votar, participar en las organizaciones de padres y maestros y en campañas de mejoramiento, no era suficiente. Los mexicanos también debían abrazar la “obligación moral” de empujar sus intereses y demandar la igualdad para llegar a ese “lugar que nos corresponde” en Texas y otros lugares del país. El intercambio, dicho de otra manera, proponía la aculturación de cultura cívica de la nación y la incorporación social bajo una base de igualdad. La clave para este intercambio sería una comunidad educada y alerta, dispuesta a pelear para ganar y mantener su dignidad, igualdad, y respeto.
Perales usó este libro para facilitar dicho intercambio, formulando y debatiendo los problemas, clarificando los argumentos morales y constitucionales del cambio, aportando sentido filosófico a la identidad, la historia, y la cultura, y proponiendo dirección política para el movimiento de los derechos civiles. Le interesaba que el lector, especialmente el joven, lo viera como una persona honorable y de confianza, dedicada a la nación y a su pueblo. Perales sostenía que no trabajaba por un avance personal, ni por algún interés material; en cambio, insinuaba que la juventud debía entender que este compromiso ético era igual de importante que la devoción hacia la raza.
Marta, su esposa, es quien merece decir las últimas palabras sobre él: “Era un gran hombre y se lo digo a todo el mundo, que era un hombre honesto y un soldado. Él era la luz que guiaba a los confundidos, a todos. Yo fui su compañera por treinta y ocho años y fui testigo de sus luchas, de sus victorias y desilusiones. Lo admiraba”.[26]
En defensa de mi raza, Volumen I
Por Alonso S. Perales
A guisa de prólogo…
Lamentable ha sido y es todavía la situación del mexicano en Texas. Ya sea este ciudadano mexicano o ciudadano americano, ve sus derechos constantemente ignorados y su dignidad atropellada por la ignorancia o el prejuicio del anglosajón. Constantemente sufre la distinción desfavorable semi-oficial en las esferas sociales, económicas y políticas, y como por lo general las sufre en silencio, o se conforma con lanzar una débil protesta, resulta que los atropellos, insultos, y violaciones de sus derechos se repiten.
Pero en este oscuro cuadro afortunadamente resalta una figura que durante los últimos dieciocho años ha tenido el valor personal moral para protestar constantemente ante las autoridades, ante el público, y ante todo un pueblo contra las injusticias cometidas con sus hermanos de raza; que ha sabido defender la dignidad de la raza y reclamar sus derechos sin doblegarse rastrero ante el poderoso; que ha luchado como campeador del mexicano en Texas y en todos los Estados Unidos del Norte. Nativo de la pequeña pero simpática ciudad de Alice, de padres humildes pero honrados, desde su más tierna niñez se vio obligado a luchar por el derecho de existir y de educarse. Con tenacidad admirable cursó las escuelas primarias, luego prosiguió sus estudios en las escuelas secundarias, y por fin, con esfuerzos sobrehumanos, logró columbrar en las mismas aulas universitarias de Washington, donde como premio a sus esfuerzos obtuvo su bachillerato y más luego fue admitido al foro de Texas en 1925.
Pero desde mucho antes, este luchador infatigable había empezado una campaña, que aún persigue, para hacer valer los derechos del mexicano y del mexicotexano y hacer respetar su dignidad. El Licenciado Alonso S. Perales bien puede sin jactancia llamarse el defensor de nuestra raza. No ha sido el único, pero entre todos aquellos que en los últimos años se han preocupado de este serio problema, ninguno ha hecho más que él.
Es altamente loable su propósito de recoger en las páginas de este libro los distintos artículos, cartas, y discursos que durante los últimos diecisiete años ha escrito o pronunciado en defensa de la raza, usando precisamente esta frase tan adecuada y significativa como título. Su labor ha sido una de acercamiento y fusión de dos grandes razas, pero sin herir la sensibilidad ni la dignidad de una ni de otra. Su lema ha sido el del gran benemérito de las Américas: “El respeto al derecho ajeno es la paz.” El mexicotexano es ante la ley americano y debe de gozar de todos los privilegios y preeminencias que goza el anglosajón. La constitución y las leyes de este país garantizan los mismos derechos a todos los ciudadanos sin distinción de raza, color, o credo. Este es el tema de su defensa de nuestra raza. Esta colección de sus escritos y discursos encierran verdades amargas y lecciones sublimes para la juventud mexicana de Texas. La sinceridad del autor, su desinterés con esta lucha titánica en pro del mexicano, y su inquebrantable fe en el éxito de su justa causa, no pueden menos que ser una viva inspiración a la juventud mexicotexana, que verá en su vida y en sus pensamientos los ideales de un gran pueblo por largos años privado de sus derechos por la ignorancia y el prejuicio infundado de muchos.
Con visión profeta, el Licenciado Perales ha visto que Ia solución del problema se encuentra en la educación de nuestra niñez. Pero para realizarla es necesario que no se prive a esa niñez de las
facilidades más amplias para obtenerla. Por eso el autor ha dedicado gran parte de sus esfuerzos a los problemas relacionados con las facilidades escolares de nuestros niños. Los padres de familia, así como los jóvenes, encontrarán en las páginas de este libro sabios consejos que les serán de gran valor en el futuro. Los ideales y propósitos de este luchador abnegado EN DEFENSA DE LA RAZA deberán de servir de inspiración y base a los jóvenes de mañana.
Carlos E. Castañeda
Bibliotecario latinoamericano
Universidad de Texas
Datos biográficos del autor
Lic. Alonso S. Perales. Nació en Alice, Texas, el día 17 de octubre de 1898. Hijo de Nicolás Perales y Susana Sandoval de Perales. Casado con Marta Engracia Pérez, de Rio Grande City, Texas. Graduado de la escuela primaria de Alice, Texas, del Colegio Comercial Draughon’s, de San Antonio, Texas, y de la academia preparatoria “Washington,” de Washington, Distrito de Colombia. Asistió a la escuela de artes y ciencias de la Universidad George Washington. Se graduó de la escuela de economía y gobierno y del colegio de leyes de National University, de Washington, D.C., habiendo recibido los grados de Bachiller en Artes y Ciencias y Bachiller en Leyes. Fue admitido al foro de Texas en septiembre de 1925. Sirvió en el ejército de los Estados Unidos durante la guerra y dos años y medio en el Departamento de Comercio en Washington, D.C. Sirvió en el cuerpo diplomático de los Estados Unidos como secretario de Sumner Welles, Representante Especial del Presidente de los Estados Unidos en la República Dominicana en 1922; auxiliar de la Delegación de los Estados Unidos a la Conferencia sobre asuntos centroamericanos celebrada en Washington, D.C., en 1922 y 1923; auxiliar de la Alta Comisión Inter-americana en Washington, D.C., en 1923; abogado e intérprete de la Delegación de los Estados Unidos, presidida por el General John J. Pershing, en el Arbitraje de Tacna y Árica en 1925 y 1926; auxiliar especial de la Delegación americana al Sexto Congreso Panamericano reunido en La Habana, Cuba, en 1928; abogado de los Estados Unidos en la Comisión de Reclamaciones México-Americana en Washington, D.C., en 1928; abogado de la Misión Electoral americana en Nicaragua en 1928; auxiliar especial de la Delegación americana en la Conferencia Internacional de Conciliación y Arbitraje celebrada en Washington, D.C., en 1929, auxiliar jurídico especial de la Comisión de investigación y conciliación Boliviana-Paraguaya, en Washington, D. C. en 1929; auxiliar de la Delegación americana al Congreso de Rectores, Decanos Educadores, reunido en La Habana, en 1930; consejero jurídico del Capitán A. W. Johnson, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos en Nicaragua y Presidente del Consejo Nacional de Elecciones de Nicaragua en 1930; consejero jurídico de la Misión Electoral de los Estados Unidos en Nicaragua en 1932; auxiliar de la Delegación de los Estados Unidos a la Conferencia Regional Norte y Centroamericana de Radiocomunicaciones, verificada en México, Distrito Federal, en 1933. Delegado de Nicaragua a la Conferencia de Comercio Exterior verificada en Houston, Texas, en noviembre de 1935.
Cónsul Honorario de la República de Nicaragua en San Antonio, Texas.
Ex-Presidente General, uno de los fundadores y socio activo de la Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos; Director de la Sociedad Anti-Tuberculosis de Texas: director y miembro del comité ejecutivo de la Asociación contra la Tuberculosis del Condado de Bexar; socio de la Cámara de Comercio de San Antonio, del Concilio de Presidentes y de la Legión Americana, de San Antonio; Socio honorario del Missouri Pacific Latin Booster Club, de la Sociedad Benevolencia, de la Sociedad Modelo y del Club Vesper, de San Antonio, Texas, así como de la Sociedad Mutualista Benito Juárez, de Pearsall, Texas.
Principios contraproducentes para la americanización en Estados Unidos
San Antonio, Texas
noviembre 4 de 1919
Sr. Nat M. Washer,
Presidente del Comité de Americanización del Condado de Bexar
San Antonio, Texas
Muy señor mío:
Con demasiado placer he leído el artículo publicado en la edición del "Express" correspondiente al día dos del actual, bajo el epígrafe: "Inculcando Americanismo para cultivar mejores Ciudadanos.”
Aun cuando el artículo de referencia da un pormenor completo de los medios que están siendo utilizados para llevar a cabo el proyecto de americanización, queda todavía un punto del cual nada se ha dicho, y el que constituye un factor importante si es que se desea llevar a un feliz término el proyecto de americanización aludido; a saber, las distinciones desfavorables que se hacen contra los mexicoamericanos.
El que esta escribe, ciudadano americano de nacimiento y miembro del ejército de este país, es de origen mexicano y funda la aseveración anterior en su propia observación y experiencia, como verá usted por los datos que voy a permitirme exponer en seguida. Cuando aún no prestaba mis servicios a este gobierno en calidad de militar, a menudo se me dificultaba conseguir un lugar donde hospedarme debido simplemente al hecho de ser mexicano, aunque ciudadano americano.
Un profesor de escuela, también de origen mexicano y que no ha mucho regresó de los campos de batalla europeos, fue nombrado director de un plantel educativo situado en un pueblo vecino. A su arribo a dicho lugar y acompañado del Juez de aquel Condado se dirigió a un hotel con el fin de hospedarse allí durante el período escolar; pero el propietario de dicho hotel se rehusó a aceptarlo exponiendo como razón que en su hotel no se admitían mexicanos, fueran o no ciudadanos americanos. Unos cuantos meses hace que regresaron de Francia varios mexicoamericanos después de haber participado en todos los combates librados por la famosa División 90. Se les licenció del ejército en esta ciudad y en seguida se marcharon a la de Alice, Texas, donde se proponían visitar a sus familiares. Una vez en aquel lugar les vino en gana jugar un partido de carambola con cuyo objeto se internaron en un salón de billares, pero más se tardaron en penetrar en dicho establecimiento que en ser despedidos de él, no obstante que portaban aún el uniforme del ejército americano. Y aquí en San Antonio no ha mucho se les negó a dos jóvenes mexicoamericanos el uso de las aguas azufrosas de “Hot Wells” por el simple hecho de ser mexicanos.
Todas estas injusticias han sido cometidas en personas de carácter irreprochable, tanto de un punto de vista social como intelectual. Cierto es que las distinciones desfavorables a veces suelen ser indispensables debido a las costumbres y conducta de algunas personas, en cuyo caso deberían aplicarse INDIVIDUAL y NO COLECTIVAMENTE, como ha sucedido en muchas ocasiones, basadas en los méritos de una persona e impuestas de acuerdo y no sobre todos los miembros de una raza.
El extinto Coronel y ex-Presidente Teodoro Roosevelt dijo en su discurso pronunciado el día 27 de enero de 1917, que la ciudadanía americana consistía en lealtad absoluta hacia los Estados Unidos de América y que por lo tanto no podía haber semi-ciudadanos; es decir, ciudadanos que fueran mitad americanos y mitad extranjeros. En tal virtud, también debería guardarse presente que los derechos de nacimiento americano son los derechos de todo ciudadano americano y, por consiguiente, no deberían hacerse distinciones desfavorables colectivas contra una raza cuya descendencia histórica es intachable. El hecho de ser acreedor a todos los derechos y prerrogativas otorgadas por la Constitución de los Estados Unidos de América y gozar únicamente de la mitad de dichos privilegios, apenas justifica ser americano. Las humillaciones de que algunas personas nos han hecho víctimas lesionan nuestros sentimientos como descendientes que somos de una raza noble y digna.
Finalmente me permito decir a usted que a menos que se tomen medidas precautorias tendientes a contrarrestar la injustificada mala voluntad que algunas personas guardan hacia los mexicoamericanos, todo esfuerzo en pro del susodicho proyecto de americanización resultará estéril en lo que se refiere a la americanización de mexicanos.
Suyo respetuosamente,
Alonso S. Perales
Para que el mexicoamericano pueda sentirse americano hay que tratarlo como americano
Washington, D.C.
marzo 16 de 1920
Señor Director de The San Antonio Express
San Antonio, Texas
Al hacer un estudio sociológico del pueblo mexicano radicado en Texas, bajo los auspicios del International Reform Bureau, de Washington, D.C., el Coronel L. M. Maus ha descubierto una verdad interesante. Encuentra que la mayoría de los mexicanos nacidos y criados en los Estados Unidos se hallan bajo la impresión, aparentemente, de que no son americanos. Durante su estadía en San Antonio, Texas, el día 17 de febrero de 1920, el Coronel Maus se expresó así:
“Es mi creencia que los mexicanos de este país son ciudadanos americanos y que debería persuadírseles a que sus ideas y sus pensamientos sean respecto de los Estados Unidos en vez de México. Debería volteárseles hacia el país en que nacieron y deberían olvidar que son mexicanos, como casi todos ellos se sienten hoy día.
“El objeto de este estudio”, dijo el Coronel Maus, “será ver qué medidas se pueden tomar para ayudarle al pueblo mexicano residente en los Estados Unidos a americanizarse más bien”.
Es absolutamente cierto lo que dice el Coronel Maus, y el propósito del International Reform Bureau es, en verdad, muy plausible y altruista. Además, el Coronel Maus puede estar seguro de que su misión a Texas ha merecido la aprobación de muchos mexicoamericanos, tanto más cuanto que es muy probable que al hacer su estudio el Coronel Maus pueda cerciorarse del motivo por el cual los méxicotexanos se sienten más mexicanos que americanos.
La razón principal por la cual hasta hoy el mexicoamericano no se ha americanizado completamente ha sido la falta de entendimiento entre ellos y algunos de sus conciudadanos angloamericanos. Parece ser que al mexicoamericano no siempre se le considera como americano. A menudo es objeto de distinciones desfavorables, siendo privado así de algunos de los derechos y privilegios a que es acreedor por virtud de su ciudadanía americana. Un proyecto de ley recientemente formulado en Texas con el fin de separar a los mexicanos de los americanos en las escuelas y otros lugares públicos ha dado lugar a una protesta del gobierno mexicano ante la Secretaría de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos. Aun sin haber ley para ello, a los mexicanos se les despide con frecuencia de lugares públicos en Texas. En vista de estas circunstancias, no debiera extrañar el que el mexicoamericano no se sienta muy inclinado hacia el país en que nació. No obstante, se recordará que cuando los Estados Unidos ingresaron a la Guerra Mundial un gran número de estos mal recibidos hijos de América, completamente conscientes de sus deberes y obligaciones para con su patria, resueltamente respondieron al llamado de su gobierno y partieron para los campos de batalla europeos —muchos de ellos para no volver jamás— a luchar por los ideales nobles y dignos que su patria les había ordenado defender. Es cierto que algunos de ellos faltaron a su deber evadiendo el servicio militar. Sin embargo, esta actitud de ellos se explica desde luego a la luz de los hechos aquí mencionados.
En sus “Diez puntos sobre el americanismo,” el Dr. Frank Crane dice:
“Enseñad que en América no hay clases. La posición social de una persona no depende de su raza, lugar de nacimiento u otras circunstancias. Lo que un hombre o una mujer pueda llegar a ser depende enteramente del individuo mismo.”
Si el consejo del Dr. Crane sobre el americanismo fuera adoptado y practicado en Texas, es seguro que crearía un entendimiento mejor entre las dos razas, y sería una ayuda valiosísima en la labor de americanización.
El mexicoamericano está listo y dispuesto a aceptar todas sus responsabilidades como ciudadano americano. ¿Le es permitido, en cambio, gozar de los derechos y privilegios a que es acreedor, en un mismo nivel con sus conciudadanos angloamericanos?
Alonso S. Perales
[Publicada en The San Antonio Express el día 28 de marzo de 1920]
Protesta contra lo aseverado por James E. Ferguson
Los mexicanos que vienen a este país son trabajadores fieles y honrados. El mundo entero está enterado mejor que Ferguson del grado de civilización y cultura obtenido por los mexicanos.
No son solamente los ciudadanos mexicanos los que han protestado por las aseveraciones injuriosas que hiciera en su periódico el ex-Gobernador Ferguson en contra de la raza mexicana, sino que ciudadanos de este país han salido a nuestra defensa, reprobando la actitud del ex-mandatario de Texas.
De Washington, D.C., se ha dirigido al ex-Gobernador Ferguson el señor Alonso S. Perales, haciéndole presente que todo cuanto ha asegurado en su periódico es simplemente un desahogo infundado, pues que los mexicanos que vienen a los Estados Unidos son trabajadores fieles y honrados, de provecho real y efectivo para los intereses agrícolas e industriales y útiles, por lo tanto, a la comunidad.
El señor Perales envía a La Prensa una traducción de la carta que remitió al ex-Gobernador Ferguson, carta que nos complacemos en reproducir íntegramente:
“Tengo a la vista —comienza diciendo el señor Perales en la carta enviada a Mr. James E. Ferguson, a Temple, Texas— copia de un artículo publicado por usted en el ejemplar del “Ferguson Forum” correspondiente al día 16 de diciembre de 1920, el cual en parte dice así:
“Durante la guerra cuando se necesitó aquí a los mexicanos para que ayudaran a cultivar la tierra, casi todos se apresuraron a regresar a México; ahora que la guerra ha pasado han vuelto exigiendo un tercio de nuestro algodón por pizcarlo, y matando a nuestros ciudadanos porque alguien se opone a que los ‘dam greasers’ viajen en un mismo carro con la gente blanca”.
“Nosotros tenemos una ley para separar a los negros de los blancos, y para evitar dificultades los mexicanos deben también ser separados. No vamos a conceder más privilegios al mexicano que los que concedemos al negro, que está muy por encima del mexicano en todos los atributos que entran en la confección de un buen ciudadano”.
“Los mexicanos no han mejorado lo más mínimo en cuanto a civilización y están más sedientos de sangre que nunca”.
“Ellos (los mexicanos) vienen a los Estados Unidos con un solo propósito, por una razón solamente. Quieren nuestro dinero y se les ha echado a perder por pagárseles aquí más en un día de trabajo que lo que obtienen trabajando una semana entera en su país”.
“Proclamemos ante el mundo que no tenemos el propósito de reconocer al mexicano como a nuestro igual: ni socialmente ni en ninguna otra forma”.
Mi creencia en la justicia me inspira a dirigirme a usted con el único y exclusivo objeto de reprobar vuestra actitud y refutar de la manera más enfática las aseveraciones asentadas por usted con respecto a los verdaderos méritos de la raza mexicana. El que esta escribe, ciudadano americano de nacimiento, conoce a los mexicanos perfectamente y, por lo tanto, se halla en condiciones de demostrar a usted los errores que ha cometido en su artículo y, si se quiere, ilustrarlo en el asunto aludido.
Aun cuando el suceso acaecido en un tren del Missouri, Kansas & Texas, cerca de Granger, es en verdad lamentable, este es un caso realmente excepcional y no debería ser utilizado por usted como base para calumniar a la digna raza mexicana. Debería usted guardar presente que individuos de espíritu débil han surgido siempre no solamente del pueblo mexicano sino de todas las naciones del mundo.
La separación colectiva de la raza mexicana, como usted la desea, es una injusticia. A veces suele ser indispensable distinguir debido a la conducta y las costumbres de algunas personas, pero aun entonces la distinción debería aplicarse individual y no colectivamente. Los mexicanos no vienen a matar a nuestros ciudadanos; vienen a trabajar, y la verdad es que han ayudado muchísimo al pueblo Texano en el cultivo de sus cosechas y de esta suerte han contribuido grandemente en el desarrollo del Estado. La mayoría de los residentes de Texas convendrán conmigo, estoy seguro, cuando digo que el elemento obrero mexicano lejos de ser hordas sedientas de sangre, como usted dice, son trabajadores fieles y honrados.
Por lo que respecta al grado de civilización y cultura obtenido por los mexicanos, por fortuna para éstos el mundo entero está más bien enterado que usted sobre el particular, y desde luego despreciaré las injustas calumnias lanzadas por usted. Acepto que la mayor parte de los mexicanos no han tenido la fortuna de educarse, pero esto se debe a la escasez de oportunidades y no porque sean incapaces de obtener ilustración. El papel desempeñado por mexicanos prominentes como lo fuera el finado Felipe Ángeles, de cuyas hazañas todo mundo sabe, así como los triunfos conquistados por el Lic. Francisco León de la Barra, recientemente nombrado presidente de la comisión de arbitraje Franco-Austriaca establecida por el tratado de San Germain, han demostrado la capacidad intelectual poseída por la moderna raza mexicana. Además de estos dos caballeros hay millares de mexicanos que en la actualidad honran a México en tierras extranjeras.
Al proclamar ante el mundo que no se propone reconocer al mexicano como a vuestro igual ni social ni en ninguna otra forma, debería usted usar el pronombre singular “yo” y no el plural “nosotros”, pues aun cuando no dudo haya algunos cuantos individuos que, al igual que usted, odian a los mexicanos, la verdad es que usted no cuenta con el apoyo de la mayoría de los americanos buenos y sensatos y, por consiguiente, carece usted de la autoridad necesaria para proclamar en sentido colectivo los sentimientos de la gran nación americana.
Es una lástima de veras que mientras dignas organizaciones, como lo son la Pan-American Unión, la Pan-American Round Table, la Pan-American Federation of Labor, y las Cámaras de Comercio de los Estados Unidos, se esfuerzan por estrechar los lazos de amistad que unen a ambas repúblicas y cimentar el buen entendimiento entre los dos pueblos, usted encuentre placer en contrarrestar tan noble trabajo injuriando a la raza mexicana en las columnas de su periódico.
Respetuosamente,
Alonso S. Perales
Washington, D.C.
enero 3 de 1921
[Publicada en La Prensa de San Antonio, Texas, el día 7 de enero de 1921]
Una presentación teatral que no hace justicia al pueblo mexicano
Washington, D.C.
mayo 15 de 1923
Señor Director de The Washington Post
Washington, D.C.
Señor Director:
Como ciudadano americano orgulloso de su origen racial, y en nombre de todo mexicano digno radicado dentro y fuera de la Ciudad de Washington, protesto muy enfáticamente contra la presentación de la comedia satírica titulada “El Hombre Malo” que se presenta actualmente en uno de los teatros locales. Es una injusticia para el pueblo mexicano en general y un insulto a los representantes oficiales del Gobierno mexicano y a todos los demás funcionarios diplomáticos hispanoamericanos que residen en Washington, quienes, aunque no son mexicanos, resienten tanto como nosotros los ultrajes inferidos a nuestra raza por virtud de los vínculos de sangre e idioma que nos ligan. Es una injusticia para nuestra raza, primero, porque la presentación ha sido muy exagerada y, segundo, porque exhibiciones de esta índole tienden a crear la impresión errónea de que todos los mexicanos son bandidos. No se niega que haya bandidos entre nuestra raza, como tampoco se puede negar que individuos débiles se encuentran en todas las naciones del mundo, inclusive los Estados Unidos.
Me explicaré: es un hecho consabido que hay bandidos en los Estados Unidos. En el año 1921 las estadísticas demostraron que había habido 4,097 linchamientos en 36 años. Y sería magna la tarea de contar los robos de bancos ocurridos en el país. Pues bien, vamos suponiendo que los mexicanos, o cualquier otro pueblo hispanoamericano, se pusiera a presentarlos a ustedes en sus teatros como “El Atrevido Americano Ladrón de Bancos” o “El Linchador Americano” ¿No les haría hervir la sangre? ¿Por qué? Porque eso haría que los hispanoamericanos que no estuvieran bien informados pasaran a creer que ustedes no eran sino un atajo de salvajes y ladrones. Y no podría hacérseles a ustedes mayor injusticia.
Es de lamentarse, de veras, que mientras dignas instituciones y organizaciones americanas están haciendo todo lo posible para crear una mejor inteligencia entre los pueblos hispanos y angloamericano, y en estos momentos se está reuniendo en la Capital de México una Comisión méxicoamericana con el fin de estrechar las relaciones entre los dos países, que los intereses teatrales americanos tengan a bien contrarrestar sus labores seleccionando para presentar ante el público norteamericano el más bajo tipo de individuo que se puede encontrar entre el pueblo mexicano.
Alonso S. Perales
[Publicada en The Washington Post en mayo de 1923]
¡Jóvenes mexicoamericanos, estudiad derecho!
Por Alonso S. Perales
“Quiera el cielo que el estudio de Derecho inspire un amor profundo por la libertad y la justicia”, dijo un célebre jurista inglés. Y parodiándolo digo yo:
“Ojalá que el estudio de Derecho por jóvenes mexicoamericanos redunde en justicia para nuestros hermanos de raza”.
Los atentados de que frecuentemente son víctimas los mexicanos —tanto ciudadanos americanos como mexicanos— residentes en los Estados fronterizos a México, especialmente en el Estado de Texas, ponen de relieve la falta de legítimos defensores de nuestro elemento en este país; es decir, de abogados de origen mexicano que, inspirados por el amor a la justicia y orgullosos de su noble sangre, hagan ante los propios tribunales de justicia una defensa adecuada de nuestros hermanos de raza. No es necesario entrar en detalles por lo que respecta a este punto, pues los atentados contra mexicanos no datan de épocas recientes. Baste citar el siguiente acontecimiento: la triste suerte del joven Elías Villarreal Zárate, quien fue sacado de la cárcel de Weslaco, Texas, a mediados de noviembre de 1922, y asesinado villana y cobardemente por un grupo de ¡bandidos salvajes! ¿Por qué? ¡Por una ligera riña que tuvo el infortunado joven con un tal Sullivan! Como la víctima era ciudadano mexicano, el propio gobierno tomó todas las medidas a su alcance a fin de que se hiciera justicia en el asunto, sin saberse aún el resultado de las gestiones. Pero si como fue ciudadano mexicano hubiera sido ciudadano americano de origen mexicano ¿cuál habría sido el resultado? Quizá el caso, al haber llamado la atención pública, y en cumplimiento de un requisito formal, hubiera sido objeto de proceso judicial, más sería muy aventurado decir que se habría hecho justicia en el asunto. De aquí se desprende que la situación del mexicoamericano es aún menos satisfactoria que la del ciudadano mexicano.
El ciudadano mexicano tiene quien lo defienda debidamente, cuando menos por la vía diplomática. El mexicoamericano no.
Quizá habrá quien diga: “¿Para qué estudiar Derecho con el fin de ejercer en Texas? Ante el prejuicio racial existente, en vano serían nuestros esfuerzos por formidables y bien intencionados que éstos fueran”. Precisamente, este es el punto que debemos dilucidar: ¿Somos o no los descendientes de Cuauhtémoc e Hidalgo dignos de formar parte de la cosmopolita nación norteamericana como iguales de los demás elementos que la integran? Pues no sería decoroso contentarnos con ser ciudadanos norteamericanos nomás y no gozar de los derechos y prerrogativas a que nuestra ciudadanía nos hace acreedores. Y una de esas prerrogativas, señores, es plena justicia cuando nuestros derechos son ultrajados. Sería indigno de nuestro buen nombre consentir el que se nos tuviera en el concepto de “greasers” siempre que se tratara de derechos y prerrogativas, y como “ciudadanos americanos” solamente cuando se tratara de obligaciones —servicio militar en tiempo de guerra, por ejemplo— para con el país en que nacimos. Lo único que justificaría ser ciudadanos americanos sería serlo en el mismo concepto que lo son los demás miembros de esta nación. Me refiero a los ingleses, franceses, italianos, alemanes, etc.
Estudiemos, pues, las leyes de este país. Esto nos capacitará para luchar más bien en el campo de la razón por nuestros legítimos derechos.
Necesitamos abogados mexicoamericanos —no renegados ni papachadores— sino verdaderos defensores de nuestra raza para que hagan valer justamente nuestros derechos. Estos abogados podrían coadyuvar con los cónsules mexicanos y así realizar una labor pro-raza muy eficaz y tratándose de mexicoamericanos nos defenderían como lo merecemos.
Washington, D.C.
marzo 3 de 1923
La ignorancia como causa de los prejuicios raciales
Por Alonso S. Perales
Un detenido análisis de la situación nos lleva a la conclusión de que el prejuicio racial existente en contra de los mexicanos y de la raza hispana en general se debe, en parte, a la ignorancia de algunas personas que, desgraciadamente para los que aquí vivimos, abundan en el Estado de Texas. El hecho de que se considere al mexicano —sin excepciones— como un ser inferior, demuestra falta de ilustración y cultura.
No es mi propósito convertirme en un apóstol del socialismo, sino sostener y abogar porque a cada quien se le dé lo suyo. El mexicano debería ser tomado “por lo que es individualmente” y no por lo que suelen ser otros individuos del mismo origen, pues “no porque todos somos del mismo barro, lo mismo da cazuela que jarro”.
En el Norte y el Este de este país, los mexicanos y la raza hispana en general es bienvenida y respetada. Cierto es que allá también no deja de haber algunos ignorantes “nenes”, ya que no hay regla sin excepción y que hay algunas personas que por muy blanca que su piel sea, se hallan aún a la orilla de la civilización y de la cultura. En el Norte y el Este hay bastantes escuelas, colegios y universidades en donde el anglosajón aprende la historia y la psicología de la digna raza hispana. La cultura esté al alcance de todos—pobres y ricos—dando por resultado que cuando el anglosajón abandona las aulas bien penetrado de los méritos y las virtudes de nuestra raza, sabe que cuando se encuentre a un español o a un hispano-americano, no debe despreciarle y calumniarle, sino darle la bienvenida, siquiera en atención y respeto a los fundadores de este Continente, y a los ilustres héroes que figuran en la historia hispano-americana. Esas personas que nos estudian para mejor comprendernos, no ignoran el grado de civilización que poseían los indios que habitaban la mayor parte de este Continente muy antes de la conquista española; saben bajo cuales auspicios fue descubierta América; no ignoran que los apóstoles que sembraron en el nuevo mundo las primeras semillas de la sabiduría no fueron anglo-sajones, sino hispanos; saben quiénes fueron Bolívar, Juárez, Hidalgo y Cuauhtémoc, y, por último, no desconocen los nombres de Ramón y Cajal, Francisco León de la Barra, y muchos otros que muy alto ponen el nombre de la raza hispana.
En el Estado de Texas, la situación es muy diferente. Aquí la cultura no es un hecho: cuando menos a esta conclusión nos guía la actitud de un gran número de anglo-texanos. Lenta pero seguramente, nos va aniquilando la ley no escrita.
Además de las humillaciones de que a menudo son víctimas nuestros hermanos de raza, hay hoy día ciertos distritos residenciales en San Antonio, y otros lugares en que los mexicanos, no importa cuál sea su posición social, tropiezan con dificultades para fincar su residencia. Por consiguiente, aunque queramos ser optimistas, no podemos. Nuestra situación, si la verdad se ha de decir, no es nada satisfactoria.
No ha mucho tuve el gusto de escuchar a un prominente abogado angloamericano de esta ciudad pronunciar un elocuente discurso ante una concurrencia mexicana. Dicho caballero dijo, entre otras cosas, más o menos lo siguiente:
“Amigos: respeto y admiro a la raza mexicana porque conozco su historia. Vosotros debéis sentiros orgullosos de ser descendientes de Hidalgo y Juárez”.
Un momento después, cuando yo hacía uso de la palabra, dije, aludiendo al discurso del ilustre jurisconsulto, que aquella había sido una bella alocución, la que agradecíamos, y que lo único que era de lamentarse era el que no hubiese sido pronunciada ante un auditorio angloamericano, toda vez que nosotros conocemos nuestra historia étnica, política y demás. Ahora lo que nos gustaría sería que aquellos angloamericanos que no nos comprenden, en vez de odiarnos sin razón, se tomaran el trabajo, en beneficio propio y en justicia para nuestra raza, de estudiarnos para mejor conocernos, que se decidieran a “darle a cada quien lo suyo”; es decir, a reconocer los méritos y las virtudes de la digna y noble raza mexicana.
San Antonio, Texas
agosto 20 de 1923
El sufragio de los mexicoamericanos
Por Alonso S. Perales
Objeto de suma satisfacción ha sido para mí encontrar, después de observación detenida y estudio minucioso, que los ideales expuestos y apoyados por mí en mis artículos escritos durante los últimos seis años, por fin se hallan ya en vía de realización.
El elemento mexicoamericano radicado en el Estado de Texas está ya organizándose y dispuesto a hacer valer sus derechos constitucionales. Así lo han declarado con frecuencia los líderes de las diversas organizaciones. Ahora sólo resta esperar pruebas convincentes de la sinceridad de dichas declaraciones, ya que "de lo dicho a lo hecho hay mucho trecho”.
Puesto que las elecciones se aproximan, debemos recordar que el sufragio puede ser sumamente valioso cuando se utiliza con fines legítimos y sanos. Esto es, cuando se vota inteligente y concienzudamente en pro del bien general y no simplemente porque “fulano de tal” solicita nuestro voto, o porque mutuas amistades nos aconsejan que votemos por tal o cual individuo. ¡Nada más indeseable y absurdo! Al hacer eso nos convertimos en instrumentos de otros y contribuimos con nuestro voto, no en beneficio propio, sino en pro de intereses ajenos, y lo que es peor, algunas veces solemos apoyar inconscientemente a nuestros acérrimos enemigos.
Los mexicanos residentes de Texas que por virtud de ciudadanía tenemos el derecho de votar, debemos hacer una investigación detenida de los aspirantes a puestos públicos, sobre todo de aquellos a quienes el pueblo elige para que hagan, ejecuten e interpreten las leyes. Dicha investigación debe dejarnos absolutamente convencidos de que los candidatos que apoyamos, además de poseer todas las condiciones legales que el puesto exige, son verdaderos amigos de nuestra raza. En una palabra: Cerciorémonos allende duda de que dichas personas están dispuestas a insistir, una vez en el poder, en que se respeten los derechos legales que nos otorga la Constitución de los Estados Unidos, muy en lo particular, que se nos imparta la igual protección de las leyes que prescribe la primera sección de la Reforma Decimocuarta de dicha Constitución.
No hay para qué entrar en detalles: es del conocimiento general que en el Estado de Texas se han registrado casos en que mexicanos han sido privados de la libertad y aún de la vida, sin el debido procedimiento legal a que son acreedores. Urge, por consiguiente, al elegir a los legisladores y administradores de justicia del mañana, conocer a fondo las personas por quienes vamos a votar. Ahora bien, si nuestra investigación revela que ninguno de los candidatos reúne las condiciones que exigimos, o debiéramos exigir, entonces, señores descendientes de Hidalgo y Cuauhtémoc, es mil veces preferible no votar. Consideremos, pues, el sufragio como medio de hacer valer nuestros derechos constitucionales.
Conferencias en pro del mejoramiento de los mexicanos
Las darán sobre educación, gobierno y derechos políticos, el Sr. Alonso S. Perales y el Prof. Sáenz.
El señor Alonso S. Perales y el Profesor J. Luz Sáenz, ambos nativos de Texas, y actualmente radicados en esta ciudad, saldrán próximamente con el exclusivo objeto de dar conferencias al pueblo mexicano, sin distinción de ciudadanía, residente en el Estado de Texas, sobre educación, gobierno y derechos constitucionales.
Tanto el Profesor Sáenz como el señor Perales son sinceros luchadores en pro del mejoramiento de nuestra raza, por lo que se han granjeado las simpatías de los citados elementos sociales.
El señor Perales, al ser entrevistado sobre el particular por la prensa americana de esta localidad, se expresó en la forma siguiente:
“Por desgracia para nosotros los ciudadanos americanos de origen mexicano que residimos en los Estados fronterizos de Texas, Nuevo México, Arizona y California, hemos sido desatendidos por nuestros conciudadanos angloamericanos. Según parece, las sociedades cívicas han demostrado gran interés por casi todos los demás pueblos, menos por el pueblo mexicano que vive en los Estados Unidos. Con que se interesen en nosotros, quiero decir que nos ayuden, como han ayudado a los irlandeses, armenios, rusos y otros elementos raciales que integran a esta nación cosmopolita, para alcanzar un nivel cívico más alto.
“Quizá algunas personas digan que si realmente somos sinceros en nuestros propósitos, no deberíamos esperar ayuda de nadie, sino que deberíamos hacerlos solos. Sin embargo, cualquiera que conozca algo de ciencias sociales convendrá en que es muy difícil para un pueblo evolucionar sin líderes ni estímulo alguno.
“Miembros de otras razas no más dignas que la nuestra han sido ayudados a transformarse en mejores ciudadanos. ¿Por qué no ayudar a los mexicoamericanos? Es cierto que no tenemos sangre anglosajona ni céltica en nuestras venas, pero no es menos cierto que nadie, con excepción de los indios puros americanos, es más acreedor que nosotros al título de “Ciento por Ciento Americano”, e invito a cualquiera a que rebata mi aseveración. Hemos demostrado nuestro valer como raza. Hemos probado al mundo que gozando de iguales oportunidades podemos igualar, y en algunos casos superar, en los campos de artes y ciencias a individuos de otras razas.
“El ciudadano americano de origen mexicano se halla dispuesto a alcanzar a sus conciudadanos angloamericanos en el sendero del progreso, y una vez que los alcance, se propone no quedarse atrás, sino marchar junto con ellos.
“Una de nuestras más grandes desgracias ha sido la de carecer de líderes, pero ya los estamos produciendo, y el día no está lejano en que tendremos suficientes para que asuman la dirección de nuestra raza en este país. Queremos mejorar nuestra condición intelectual, económica, política y social para asimismo ser mejores ciudadanos y poder gozar ampliamente de los beneficios de la libertad y de nuestra civilización”.
San Antonio, Texas
agosto 2 de 1924
[Publicado en La Prensa de San Antonio, Texas el día 2 de agosto de 1924
A las colonias mexicanas y méxicotexanas de Alice, San Diego, Corpus Christi, Kingsville, Falfurrias, Cameron y el Valle Bajo del Río Grande
Al regresar a nuestros hogares nos complacemos en expresar nuestro agradecimiento por la cooperación y las finas atenciones recibidas de parte de las colonias arriba indicadas en nuestra gira Pro-Raza. Mucho nos satisface el hecho de haber encontrado eco en nuestras labores. Ello demuestra que no estamos aislados, puesto que muchas personas, cual nosotros, están convencidas de la imperiosa necesidad de hacer cuanto esté a nuestro alcance para mejorar nuestra condición intelectual, económica, política y social, así como de conocer e insistir en que se respeten los derechos fundamentales que otorga la Constitución de los Estados Unidos de América a los habitantes de este país, sin consideración a ciudadanía. En una palabra: comprendemos la idea de evolucionar.
Para mejor demostrar nuestra satisfacción, y agradecimiento por el éxito alcanzado en nuestros trabajos, y a fin de poner nuestros respectivos mensajes en conocimiento del mayor número posible de nuestros hermanos de raza, anunciamos que oportunamente publicaremos en La Prensa de San Antonio, Texas, y demás periódicos que con sus columnas nos honren, las pláticas que venimos sustentando.
Alonso S. Perales
J. Luz Sáenz
San Antonio, Texas
septiembre de 1924
Dos ideales y un solo fin
La semana pasada sustentaron una conferencia en el Teatro Plaza, los señores J. Luz Sáenz y Alonso S. Perales; el primero, sobre educación, el segundo sobre Derecho Constitucional.
Una numerosa concurrencia aplaudió sinceramente a los atrevidos luchadores que, con toda la fe y el amor de sus almas, ofrecen gustosos sus energías y su inteligencia, para el bien y mejoramiento de la raza.
Los puntos tocados por ambos conferencistas, son de trascendental importancia para el mejoramiento tanto intelectual como moral de la raza. Los frutos serán tardíos, sin duda alguna, pero si se camina con fe, con resolución igualmente por alcanzarlos, día llegará cuando sean un hecho tan nobles y levantados ideales.
Mientras la raza no reclame los derechos que le corresponden, y haga que se respeten, tendré que ser objeto siempre de ataques e injusticias, y jamás logrará limpiar su nombre de las manchas que le atribuyen individuos con prejuicios raciales, que la insulta y calumnia nada más porque en su pecho hay encerrado mucho odio y mucha injusticia.
Uno de ellos —Mr. Ferguson— le niega a nuestra raza toda civilización. Ojalá y dicho individuo se dedicara a estudiar nuestra cultura y nuestra civilización, la vida y las obras de nuestros grandes hombres, para que viera que un desconocimiento absoluto del pueblo mexicano puso en sus labios esos insultos canallescos.
Seguros estamos que ese no es el sentir del pueblo americano, pues muchos saben que México no es el país salvaje que anda en los cerebros de tanto ignorante, sino un pueblo civilizado y progresista, que como los principales de la tierra, tiene hombres cultos que lo honran en el mundo entero.
Todos sus ataques los dirige contra los infelices que en busca de mejor ambiente, vienen a Texas, no a implorar favores ni a vivir de la mendicidad, sino a contribuir con su trabajo al desarrollo de tan rico estado. Esto revela poca gratitud para aquellos que son factor importante para el adelanto y el progreso de la industria y la agricultura.
Por eso es de alabarse el esfuerzo de esos luchadores afanosos que contribuyen con su inteligencia y su voluntad, al mejoramiento de nuestro pueblo, haciéndoles conocer sus derechos cívicos e inculcándoles el amor al estudio, a la enseñanza, para que dejen de vivir como parias y se hagan respetar.
Esa labor tan loable, les traerá quizá muchos desengaños y sinsabores, porque hay muchos que ríen sarcásticos y burlones de los hombres enamorados del ideal; pero también hay gratitud, y eso consuela cuando se sienten los sinsabores y las ingratitudes de la lucha.
Adelante: caminad con fe, que tarde o temprano, cosecharéis los aplausos que merecéis.
[Editorial de El Monitor de Falfurrias, Texas, agosto 28 de 1924]
El problema de los mexicoamericanos
Por Alonso S. Perales
En fiel cumplimiento de la promesa que hiciera recientemente a mis hermanos de raza, hoy tengo el gusto de publicar el primero de una serie de artículos que me propongo escribir sobre nuestra situación en este país, especialmente en el Estado de Texas, así como con respecto a ciertos derechos fundamentales que nos otorga la Constitución de los Estados Unidos de América.
En el año de 1920, el International Reform Bureau, de Washington, Distrito de Colombia, comisionó al Coronel L. M. Maus, ex-miembro del ejército de este país, para que viniese a los Estados fronterizos de Texas, Arizona, Nuevo México y California, e hiciese un estudio minucioso de la condición educativa, económica y sociológica de los mexicanos, sin consideración a ciudadanía, que residimos en dichos Estados. Dicho coronel cumplió con su comisión y a su regreso a Washington rindió el informe respectivo. Durante mi estancia en aquella capital tuve la oportunidad de conocer al Coronel Maus, quien, una vez enterado de mi interés en este problema, bondadosamente me regaló una copia de dicho informe. Entre muchas otras cosas dice lo siguiente:
“Pocos ciudadanos de los Estados Unidos tienen una idea siquiera del número y verdadero carácter del pueblo mexicano que radica en los cuatro estados fronterizos de Texas, Nuevo México, Arizona y California, y menos aún conocen su condición educativa, económica y sociológica. No hay dos países en el mundo que estando tan cerca uno del otro geográficamente, estén tan distanciados en simpatía, amistad y mutua inteligencia como el pueblo americano y el pueblo mexicano.
“Hablando en términos generales, el pueblo americano ve a los mexicanos como una raza parcialmente desarrollada, aún a la orilla de la civilización, y carentes de muchas de las cualidades fundamentales que tan esenciales son para la producción de buenos ciudadanos y para la formación de un gobierno estable. Comúnmente denominados ‘greasers’ y considerados como bandidos y revolucionarios profesionales, raramente encontrarán un americano que esté dispuesto a reconocerles siquiera unas cuantas de las múltiples cualidades que poseen, y de aquí que el pueblo mexicano haya sufrido muchísimo en el sentimiento público de nuestro país.
“Mis treinta años de experiencia con los mexicanos que viven en nuestros estados fronterizos, así como con los que radican en México, me capacitan para declarar categóricamente que el pueblo americano ha sido lamentablemente engañado con respecto al verdadero carácter de los mexicanos. El peón mexicano, o sea la clase obrera, que integra un noventa por ciento de la populación de México, es amante de la paz, hospitalario y de muy buen corazón: es amante del hogar y de la familia, y está siempre dispuesto y ansioso por trabajar si se le da una buena oportunidad. Entre las clases educadas y ricas hay un sinnúmero de hombres y mujeres que darían prestigio y honor a cualquier país. El pueblo mexicano no debería ser mal-juzgado a consecuencia de unos cuantos notorios cabecillas sin escrúpulos, políticos, militares y bandidos que han mantenido a aquel país en revolución desde que don Porfirio Díaz renunció a la Presidencia de la República.
“El pueblo mexicano opina que en sus tratos con nosotros como individuos, han sido lesionadas sus sensibilidades. El pueblo americano jamás ha aprendido que el trato urbano y cortés significa más para los mexicanos que ninguna otra cosa, y que nuestra falta de política en este sentido ha sido hasta cierto punto la causa del prejuicio de ellos para con nosotros. La lección que no aprendimos en las Islas Filipinas, no obstante la magnífica oportunidad que para ello tuvimos, fue que las corteses razas latinas sintieron sus sentimientos ultrajados por la conducta brusca y agresiva del anglosajón.
Es cierto que nuestros habitantes hispanoamericanos de los estados fronterizos no han marchado juntamente con los ambiciosos e industriosos anglosajones entre quienes han vivido desde 1848, pero en defensa de ellos debemos de admitir que casi ningún estímulo o ayuda se les ha extendido jamás por los gobiernos nacional, del estado o comunidad en que han vivido hasta hoy. Al contrario, siempre han sido ignorados, tratados como extranjeros, y muchas veces, recibido menos consideraciones que los indios, y aún que los negros desde que éstos fueron emancipados.
Tan pocas consideraciones se les han demostrado como individuos, que aún hoy mismo, no obstante ser nativos de este país, muy pocos de ellos se consideran como ciudadanos de los Estados Unidos, como lo demostró el registro militar durante la Gran Guerra. Millares de mexicoamericanos de nuestros estados fronterizos no devolvieron los cuestionarios y cuando las autoridades locales les preguntaron cuál era la causa, contestaron francamente que no los devolvían por la sencilla razón de que no eran considerados como ciudadanos americanos. Más después millares de ellos fueron enviados a Francia en donde dieron excelentes pruebas de su valor en las trincheras y en la línea de fuego, y muchos de ellos se hallan hoy entre los héroes de honor en los campos de Flanders y de la Francia. En cambio, centenares de ellos regresaron a sus hogares, portando los más altos distintivos de honor militar por sus hazañas heroicas.
Hablando en términos generales, encontré que el pueblo mexicano de dichos estados ha progresado muy poco en el sentido de americanización, aún entre las familias que han vivido allí desde la guerra de los Estados Unidos con México. Pocos de los adultos pueden leer, escribir o hablar inglés, y difieren en muy poco de los que hace poco vinieron de México en lo que se refiere a costumbres y hábitos de vivir. Son por naturaleza tímidos y cortos; viven en barrios separados y tienen muy poco que ver social o comercialmente con los habitantes de habla inglesa, quienes los mantienen a brazo tirante (“at arms length”).
Así es que mantenidos en ostracismo, como quien dice, por sus vecinos norteamericanos, tienen muy pocas oportunidades para aprender nuestro idioma y para convertirse en útiles ciudadanos americanos.
“De aquí se desprende que los habitantes de habla española de los estados fronterizos necesitan la ayuda de los americanos, tanto como el pueblo indio de este país en cuyo beneficio el gobierno está gastando millones anualmente. El Departamento de Asuntos Indios ha organizado espléndidas escuelas y colegios en este país en donde jóvenes y señoritas indias reciben la mejor educación y el más esmerado cuidado. En Nuevo México y Arizona especialmente, en el centro de la población mexicana, encontramos escuelas en donde los jóvenes y señoritas indias reciben su comida, vestuario y educación colegial, además de un oficio. Mientras que a los jóvenes y señoritas mexicanas que están casi desamparados e imposibilitados, se les ha permitido, desde hace generaciones, que crezcan en la ignorancia aún del idioma del país de que se les supone ser ciudadanos.
“Es un hecho consabido del punto de vista racial, que la mayor parte de la sangre que en sus venas lleva el peón mexicano es sangre india. Por consiguiente, ¿hay acaso razón especial por la cual no deberían recibir de manos de nuestro gobierno las mismas consideraciones que se les otorgan a los indios? Nuestros habitantes nativos mexicanos han permanecido —casi en su totalidad—a como extranjeros, desde que los Estados Unidos anexaron a Texas, y parece ser que ya es tiempo de que el pueblo americano, que gesta centenares de millones anualmente en extranjeros, de principio a sus trabajos caritativos en su propio país. Con este fin, me permito sugerir que el gobierno nacional decrete una ley y proporcione el dinero suficiente para la construcción y sostenimiento de una escuela en cada uno de dichos cuatro estados fronterizos para cuidar y educar a jóvenes y señoritas mexicanos, y que cada escuela tenga capacidad para mil estudiantes.
“Dichas escuelas no solamente mejorarían la situación de nuestro pueblo mexicano nativo, sino que sería también la manera de preparar jóvenes y señoritas mexicanas para que se dedicasen al ramo de la enseñanza en México. Además de los cursos académicos de costumbre, debería haber también cursos en agricultura y de oficios. Dichos estudios debieran ser amplios en esfera y debieran incluir enseñanza en estenografía, mecanografía, telegrafía, inalámbrica, teneduría de libros, aviación, además de oficios útiles. Debería haber también un curso en ciencia doméstica para las señoritas para que aprendieran a cocinar, lavar, coser y demás ocupaciones generalmente apropiadas para la mujer”.
He ahí a grandes rasgos nuestra situación en el concepto de un culto norteamericano y sincero amigo de nuestra raza.
En seguida me voy a permitir citar lo expuesto por el señor O. R. Vázquez, de Nueva York, en un artículo que se publicó en La Prensa de San Antonio, Texas, en mayo de 1922:
“Nosotros los mexicanos que emigramos a este país, huyendo de persecuciones religiosas y políticas o en busca del pan que no podemos ganarnos en nuestro propio país, sufrimos horriblemente al encontrar aquí, bajo la bandera americana, pisoteados los derechos de los habitantes de sangre mexicana. Nuestro bienestar y nuestro progreso serían igual a los de los europeos que también emigran a este país, si nosotros, como ellos, recibiéramos la ayuda y protección de los que son de nuestra raza. Desafortunadamente, los mexicanos que han nacido y vivido bajo el poderío norteamericano se hallan colocados en un bajo nivel político, social y económico. No están ellos en posición de ayudarnos y cooperar a nuestro bienestar y felicidad en los Estados Unidos. No nos guían, no tratan de inculcarnos el lenguaje, las leyes, los usos y las costumbres americanas, porque a ellos nunca se les ha guiado ni inculcado ese lenguaje, esas leyes y esas costumbres. Si ellos no tienen oportunidades en la política, en el comercio y en el trabajo, nosotros, naturalmente, tampoco las tendremos. Si a ellos se les insulta, se les segrega y se les ultraja, también a nosotros, los que emigramos de México, se nos vejará y se nos negará el contacto social con las otras razas”.
Nadie que haya estudiado y reflexionado sobre nuestra situación en Texas, podrá negar que ni el Coronel Maus ni el Sr. Vázquez se han desviado un ápice de la verdad. Sus declaraciones demuestran que han sabido comprender correctamente nuestro problema.
Descendientes de Hidalgo y Cuauhtémoc: ¿Cuánto tiempo vamos a ver nuestro problema con indiferencia? ¿Cuándo principiaremos a solucionarlo? Compatriotas mexicoamericanos: ¿Cuánto tiempo más vamos a contentarnos con vivir aquí como simples parias? ¿No creéis que en virtud de las declaraciones del Coronel Maus y del señor Vázquez, ya es tiempo de que tomemos la firme resolución de evolucionar? ¿Cómo evolucionar? Ese será el tema de mi próximo artículo.
San Antonio, Texas
octubre de 1924
La evolución de los mexicoamericanos
Por Alonso S. Perales
Setenta y seis años han transcurrido desde que Texas pasó a formar parte de la Unión Americana, y todavía es fecha que nosotros los mexicoamericanos no salimos de “cotón azul”. Señores: el problema que tenemos al frente es el de mejorar nuestra condición, y es nuestro deber proponernos solucionarlo. En mi humilde concepto, la solución del problema estriba en tres factores, y son Educación, Unión y Actividad Política. Paso a tratar el primero.
Es un hecho consabido que la educación es uno de los factores básicos del progreso humano; que el mejoramiento intelectual traerá el progreso económico y del adelanto económico resultará la evolución social. Urge, pues, esforzarnos para educar a nuestros hijos para que en vez de perpetuar la producción de obreros de pico y pala, produzcamos hombres de oficio, destino o profesión. Eso hacen las otras razas que integran a esta nación cosmopolita. ¿Por qué no hacer nosotros la misma cosa? El día que nuestra capacidad para ganar dólares sea igual a la de nuestros conciudadanos de otros orígenes raciales, ese día nuestro “Standard of Living” o sea norma de vivir, será igual al de ellos. Que aun entonces insistan en no reconocernos sino como “Mexicans”, nos importa un bledo, puesto que el que se nos llame mexicanos nos honra mucho, y debiera enorgullecernos a todo mexicoamericano consciente.
El segundo factor es el de la Unión. Todo mundo sabe que la unión constituye la fuerza. Los mexicoamericanos radicados en los Estados Unidos debemos organizarnos. Sin embargo, para que nuestra organización sea un hecho es absolutamente indispensable poder contar con muchos líderes de nuestro mismo origen, y esos líderes deben ser hombres inteligentes, activos, sinceros y honrados. Además deben ser personas que realmente trabajen con fe y entusiasmo por el bien de nuestra raza y nuestra patria, y que no se concreten simplemente a hablar y más hablar. Mientras no surjan hombres que reúnan todas estas cualidades, todo esfuerzo en pro de organización será en vano. ¿Por qué la necesidad de tanta condición? Me explicaré: Es necesario que nuestros líderes sean personas inteligentes y sinceras para que comprendan a fondo lo que significa la frase consistencia de principios, y ajusten sus actos a esos principios. A mi regreso de Washington he tenido la oportunidad de observar en Texas a individuos aparentemente capacitados para figurar como líderes, que, no obstante profesar ser entusiastas luchadores en pro del bienestar de nuestra raza, una vez llegada la oportunidad de lanzarse a la política [el arma más potente con que contamos para luchar por nuestros derechos) han resultado apoyando a los supuestos candidatos de una organización enemiga acérrima de los mexicanos. ¡Y esos mismos individuos pretenden ser nuestros líderes y defensores de nuestra raza! ¿En dónde está la consistencia de principios? Algo pasa con esos individuos. Ellos persiguen fines bastardos bajo el disfraz de campaña pro-raza, o no comprenden lo que significa la frase consistencia de principios. Para probar que la organización secreta a que me refiero es enemiga de nuestra raza, me voy a permitir citar las siguientes declaraciones que aparecieron en el órgano oficial de dicha organización en San Antonio, Texas, el día 15 de septiembre de 1923:
“Aun cuando la ciudad de San Antonio siempre ha sido dominada por hombres americanos de color blanco, nuestros oficiales jamás han sido electos por una mayoría de votos blancos. Por esa razón la ciudad ha estado eternamente bajo la influencia de los votantes extranjeros (mexicanos) (nos llaman extranjeros los ignorantes nenes sin comprender que si votamos es claro que somos tan americanos como ellos) sin importar quiénes sean los que ocupan los puestos administrativos. Por consiguiente, San Antonio, una supuesta ciudad americana y una de las más grandes del Estado, siempre ha estado dominada por influencias extranjeras, o cuando menos contrarias a los principios en que están basados nuestros gobiernos del Estado y nuestro gobierno nacional. Estamos seguros de que estas declaraciones jamás serán negadas, salvo por aquellos individuos que están más interesados en su propio éxito que en el bienestar del estado, condado o municipalidad.
“En San Antonio el voto mexicano siempre es un factor decisivo en todas las elecciones ... y el hombre blanco que domine este voto mexicano, naturalmente sale triunfante y otra vez los periódicos aparecen con la noticia de “la batalla que acaba de ser ganada por americanos blancos y patriotas”. Como es natural, en todas las contiendas electorales locales cada candidato recibe algún apoyo americano, no importa cuáles sean sus condiciones, pero en todo caso el hombre sanantoniano que gana es elevado a su puesto por los votos de los extranjeros (mexicanos) o ¡de los negros!
“Pero un día de éstos les cosas van a cambiar en San Antonio. La Batalla del Álamo fue una victoria, señal para sus defensores no importa que los héroes de ese sangriento conflicto hayan perecido en el esfuerzo. San Antonio fue la cuña de apertura, y Sam Houston y su pequeño grupo de valientes texanos metieron esa cuña hasta dentro en la batalla de San Jacinto, y esta famosa batalla se va a repetir en San Antonio cuando dicha ciudad ponga a los elementos extranjeros de esta buena población y de este condado, en un “Marathon for tall timber”. Ese día se va a llegar. Tan seguro lo es como que existe un cielo, así es que preparémonos para la tarea, y el éxito, aunque con retardo, será seguro”.
He ahí los sentimientos con respecto a nuestra raza, y a pesar de esas declaraciones hubo muchos “entusiastas defensores de nuestra raza” que, no contentos con darles su voto individual, se dedicaron, durante la campaña electoral, a exhortar al pueblo mexicano públicamente a que votase por los supuestos candidatos de dicha organización... ¡tal vez para más bien asegurar nuestro mejoramiento político y social!
He ahí, señores, el motivo por el cual es absolutamente indispensable que nuestros líderes sean hombres inteligentes, patriotas, sinceros y honrados, hombres cuyo orgullo racial sea superior a sus ambiciones personales. El hombre que se enorgullezca de su origen racial, es casi seguro que jamás abandonará una noble causa, como lo es la nuestra, para pasarse a las filas del enemigo. Debemos, pues, unirnos, pero urge estudiar e investigar a los que pretenden ser nuestros líderes, pues el estandarte de esa unión que tanto necesitamos, no debe ser otro más que el del ¡patriotismo y la justicia!
El tercer factor para la solución de nuestro problema es el de actividad política. Los mexicoamericanos que formamos parte de esta nación debemos tomar más interés en nuestro gobierno. El nuestro es un gobierno republicano, y, como dijera el gran Lincoln, “un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Por consiguiente, los que somos ciudadanos de este país, somos tan americanos como el más americano, y ningún individuo que lleve en sus venas sangre de alguna otra de las razas que integran esta nación, tiene el derecho —así tenga la osadía—a de decirnos que no somos "ciento por ciento americanos'', pues ya dije que, con excepción del indio puro americano, nadie tiene más derecho de los puntos de vista étnico, histórico y geográfico, para llamarse “ciento por ciento americano”, que nosotros los descendientes de Hidalgo y Cuauhtémoc, y reto a cualquiera a que rebata mi aseveración.
La política, repito, es el arma más potente con que contamos para luchar por nuestros derechos y para mejorar nuestra condición en todo sentido. Por consiguiente, en tiempos de elecciones debemos de estudiar a los candidatos para puestos públicos, ya sean elecciones municipales, del estado o de la nación, pues a esos hombres que elegimos, encomendamos la tarea de gobernarnos. Urge, pues, que esos hombres sean cultos, sinceros, justos y honrados. Además, deben ser personas resueltas a insistir, una vez en el poder, en que se haga justicia a nuestra raza. Nosotros los mexicanos, sin consideración a ciudadanía, no pedimos favores, no imploramos piedad: solamente pedimos justicia... ese es nuestro objeto y ese nuestro ideal.
Para ilustrar la razón por la cual debemos estudiar a los candidatos para puestos públicos, me voy a permitir citar el caso del ex-Gobernador James E. Ferguson. En 1921 este hombre injustificadamente hizo unas declaraciones denigrantes y calumniosas para nuestra raza, declaraciones que, enterado de ellas, no vacilé en refutar enérgicamente desde Washington, Distrito de Colombia. En mi carta le hice ver lo injusto de sus ataques, así como su ignorancia con respecto a los verdaderos méritos de los mexicanos como raza. En el mes de agosto del presente año declaró que repetía sus declaraciones de 1921, y agregó que su señora para nada necesitaría el voto de los mexicanos.
Bien, pues, cuando este hombre fue elevado al puesto de gobernador, ¿cuántos mexicoamericanos no lo apoyarán ignorando en lo absoluto sus sentimientos con respecto a nuestra raza? Con hombres del calibre de Ferguson en el poder, no cabe duda que nuestra perspectiva de mejorar en todo sentido sería en extremo brillante, ¿verdad? Bien, y ahora me hago la pregunta: ¿Cuántos mexicoamericanos irán a apoyar a la señora Ferguson el mes que entra, no obstante los ataques que su esposo ha lanzado sobre nuestra raza?
He ahí, señores, el porqué de la necesidad de estudiar a los candidatos para puestos públicos, y he ahí nuestra oportunidad de demostrar con hechos que nos sentimos orgullosos de tener sangre mexicana en nuestras venas.
En el próximo mes de noviembre tendremos los mexicoamericanos conscientes una oportunidad de registrar una protesta por los injustificados ataques que Ferguson hizo a nuestra raza. Todo mexicoamericano que realmente se enorgullezca de su origen racial, debiera ir a las casillas electorales el día 4 de noviembre y votar en contra de la señora Ferguson. ¡Esa es la mejor manera de combatir a nuestros enemigos!
Así, pues, señores, cuando nos hayamos educado, ilustrado, organizado y tomado más interés en nuestro gobierno, entonces habremos evolucionado y, lo que es más, habremos puesto a salvo el buen nombre de nuestra digna y noble raza mexicana.
San Antonio, Texas
octubre de 1924
El ideal de los mexicoamericanos
Por Alonso S. Perales
Sin duda que habrá quien al leer mis escritos se haga estas preguntas: ¿Cuál es el ideal de los mexicoamericanos? ¿Pretenden americanizarse? ¿Quieren renegar de su raza? ¿Les ruegan a los anglosajones que les permitan mezclarse socialmente con ellos? Las respuestas son éstas: Los mexicoamericanos conscientes nos consideramos, bajo todo punto de vista, tan americanos como el más americano, y retamos a cualquiera a que nos pruebe lo contrario. No intentamos renegar de nuestra raza. Al contrario, nos sentimos orgullosos de llevar sangre mexicana en nuestras venas. Y no es nuestro propósito pedirles, mucho menos rogarles, a los anglosajones, que nos permitan mezclarnos socialmente con ellos. Lo que anhelamos es progresar y que nadie nos lo impida.
Queremos que se nos respeten los derechos y privilegios a que somos acreedores. Deseamos igualdad de oportunidades en los diversos campos de la lucha por la vida, e igualdad ante los tribunales de justicia. Queremos que cuando un individuo de origen mexicano viole las leyes del país, se le juzgue ante los tribunales de justicia competente, y que no se le linche como lo hicieron con el infortunado joven Elías Villarreal Zárate, en Weslaco, Texas, en noviembre de 1921; que cuando nos plazca asistir a un teatro, restaurant, salón de baile, u otros establecimientos cuyas puertas están plenamente abiertas al público en general, que no se nos expulse, como lo hacen con mucha frecuencia, exponiendo como excusa nuestra origen racial. En una palabra, pedimos justicia y la oportunidad de progresar. He ahí nuestro objetivo. He ahí nuestro ideal.
San Antonio, Texas
octubre de 1924
Calurosa defensa de los trabajadores mexicanos
Le hace un abogado de Texas al ver que se atacó a los braceros de nuestra raza en un diario de Washington, D.C.
El Licenciado Alonso S. Perales, quien recientemente fue nombrado abogado consultor de la Comisión de Reclamaciones Americana-Mexicana, ha salido a la defensa de los braceros mexicanos, sobre quienes se publicó un artículo en el diario Washington Post.
En tal artículo, el mencionado periódico de la capital de los Estados Unidos: abogaba porque se restrinja la entrada de los braceros mexicanos a los Estados Unidos, calificándolos de que son elementos que no se adaptan a la americanización y de que viven en barrios bajos y sucios, y el señor Perales hace saber al editorialista del Washington Post que se halla mal informado y que sus ataques a los trabajadores de nuestra raza son del todo injustos. La defensa del Licenciado Perales está concebida en la siguiente carta dirigida al editor del mencionado periódico de Washington:
Washington, D.C.
agosto 31 de 1926
Señor Director de The Washington Post,
Washington, D.C.
Señor:
Refiriéndome a su editorial que apareció en The Washington Post del 24 de agosto de 1926, titulado: “Restringid al Peón”, permítame manifestarle que admiro su noble deseo de proteger al obrero americano, pero no puedo menos que condenar el injusto ataque que ha lanzado usted sobre el indefenso peón mexicano.
Es perfectamente legítimo y patriótico el que proteja usted al obrero americano con el mayor celo, pero cuando llega usted al extremo de querer sustanciar su tesis libelando al peón mexicano, me obliga a dirigirme a usted con el objeto de ilustrarlo sobre la materia.
Dice usted que muchos obreros mexicanos se dedican a vivir en los barrios bajos y sucios de las ciudades. Si algunos obreros mexicanos optan por vivir en dichos barrios bajos y sucios eso no quiere decir que todos los obreros mexicanos hagan lo mismo. ¿Y a propósito de esto, señor Director, no nos dicen los que estudian y laboran en pro del bienestar de las masas que en dichos barrios bajos y sucios hay representantes de casi todas las razas del mundo? ¿Por qué, pues, señala usted al peón mexicano?
También dice usted que “... el mexicano de clase obrera... no demuestra inclinación por hacerse americano”. Las sociedades americanizadoras no hacen esfuerzo alguno por americanizar al obrero mexicano. La razón es muy obvia, señor Director: los vínculos de sangre no existen y el prejuicio racial es muy fuerte.
Dice usted, además, que “el peón mexicano es material de poco mérito y que a menudo suele convertirse en carga para la comunidad que le da abrigo”. Muchos industriales americanos han elogiado altamente al obrero mexicano por su cumplimiento, eficiencia y honradez en el trabajo. Las únicas veces que obreros mexicanos han estado en peligro de tornarse en carga para alguna comunidad, ha sido cuando contratistas americanos sin escrúpulos han engañado a estos indefensos obreros y los han abandonado en territorio americano.
En conclusión dice usted que “La contribución del peón mexicano a la riqueza y bienestar de este país es más que ofuscada por sus indeseables cualidades”, y que "debería aplicársele la ley restrictiva de inmigración.” El obrero mexicano no tiene más cualidades indeseables, señor Director, que las que usted y otros escritores, malquerientes del mexicano, le han atribuido. ¿Y a propósito de esto, sabe usted que sólo el Estado de Texas—sin mencionar los demás Estados fronterizos— produce una tercera parte de la producción de algodón anual de los Estados Unidos, o sean cuatro millones de pacas, ascendientes aproximadamente a Trescientos Veinte Millones ($320,000,000) de Dólares, y que casi todo este algodón es sembrado y pizcado por esos peones mexicanos a quienes usted ha tenido a bien atacar en su editorial?
Confiado en que no tendrá usted inconveniente en publicar esta carta para información del público y en justicia para el peón mexicano, soy, señor Director, de usted.
Suyo para más verdades y menos falsedades en la redacción de editoriales.
Alonso S. Perales
(Un abogado de Texas)
[La Prensa, San Antonio, Texas, septiembre 9 de 1926] [Publicada también en The Washington Post, Washington, D.C., el día 5 de septiembre de 1926]
Se pide justicia en el caso de Raymondville
El abogado señor Alonso S. Perales, que se encuentra en Washington empleado en una de las divisiones latinas del Departamento de Estado y que fue miembro de la Comisión Plebiscitaria encabezada por el General Pershing, en África, América del Sur, ha enviado a la Gobernadora de Texas la siguiente carta con motivo de los sucesos de Raymondville, Texas:
Washington, D.C.
octubre 24 de 1926
Su Excelencia,
Miriam A. Ferguson,
Gobernadora de Texas
Austin, Texas
Excelencia:
Tengo el honor de participar a Vuestra Excelencia que hoy he leído en dos periódicos locales una noticia de la prensa asociada al efecto de que con fecha 23 de octubre Vuestra Excelencia envió a Washington un informe en el sentido de que Tomás Núñez y sus dos hijos, asesinados en Raymondville, Texas, el 7 de septiembre de 1926, eran ciudadanos americanos y no mexicanos.
Suponiendo que el informe de la prensa asociada sea verídico, el suscrito, ciudadano americano de nacimiento, de origen mexicano y ciudadano de Texas, se toma la libertad de dirigirse a Vuestra Excelencia para protestar enfáticamente contra el ultrajante y cobarde atentado de referencia. Apenas necesito indicar a Vuestra Excelencia que el asesinato de estos indefensos ciudadanos constituye una desgracia para nuestro propio estado y para nuestro país en general.
Los informes que tengo en mi poder son al efecto de que los tres ciudadanos americanos aludidos y dos más fueron asesinados cuando se hallaban bajo la custodia de oficiales del estado, y que aun cuando los cinco prisioneros fueron asesinados ni uno de los oficiales que los custodiaban fue dañado, circunstancia ésta que de ser cierto hará que este caso sea único en los anales de criminología texana. Estoy seguro de que Vuestra Excelencia se da cuenta cabal de que las singulares circunstancias en que perdieron la vida estos ciudadanos americanos requieren una investigación minuciosa con el fin de establecer la responsabilidad y castigar a los culpables. Si, como se alega, las víctimas fueron atacadas desde un bosque, parece ser que los oficiales faltaron a su deber de proporcionarles la igual protección de las leyes a que los hacía acreedores el Artículo XIV de la Constitución de los Estados Unidos de América. Es de esperarse, por lo tanto, que, en justicia para todos los ciudadanos americanos de origen mexicano y en justicia también para el buen nombre de nuestro estado y nuestro país, Vuestra Excelencia se sienta dispuesta a remover de sus puestos, o hacer que sean removidos, a todos los oficiales en cuya custodia se hallaban las víctimas cuando fueron asesinados.
Confío sinceramente en que los principios justicieros de Vuestra Excelencia juntamente con sus reiteradas declaraciones de que es su deseo ser justa con todos los habitantes de Texas, sin distinción de raza o color, la impulsarán a tomar las medidas prontas, drásticas e imparciales que este caso requiere.
Tengo la honra de suscribirme, de Vuestra Excelencia, muy respetuosamente.
Alonso S. Perales
[La Prensa, San Antonio, Texas, noviembre 3 de 1926]
Protesta en contra de una compañía de terrenos
Se trata de la “McAllen Real Estate Board” que ha excluido a los mexicanos de origen, sin alguna causa justificada, para que no puedan adquirir lotes en determinadas adiciones de la Ciudad de McAllen, ahora que está progresando.
Hace poco informamos a nuestros lectores de la protesta que hizo el Sr. Prof. Samuel J. Treviño, Cónsul de México en McAllen, contra la disposición de la “McAllen Real Estate Board” impidiendo que se vendieran lotes de terrenos a los mexicanos y ciudadanos americanos de origen mexicano, en algunas de las adiciones que se están haciendo a la referida ciudad de McAllen, Texas, y ahora tenemos que agregar otra nueva protesta del Sr. Lic. Alonso S. Perales, quien, como ya lo ha demostrado en numerosas ocasiones, siempre sale a la defensa de los mexicanos.
La protesta de este abogado dice textualmente lo que sigue:
Washington, D.C.
enero 29 de 1927
McAllen Real Estate Board
McAllen, Texas
Señores:
Tengo a la vista un periódico de McAllen en el que aparece la noticia de que ustedes adoptaron recientemente una resolución prohibiendo en lo sucesivo la venta de bienes raíces a personas de origen mexicano, sin consideración a ciudadanía, salvo en cierta sección de la ciudad de McAllen. El suscrito, ciudadano americano de nacimiento y de origen mexicano, aprovecha la ocasión para protestar enérgicamente contra el insulto injustificado que por medio de esa resolución han proferido ustedes a la dignidad de los habitantes de origen mexicano de McAllen y sobre la raza mexicana en general.
No perderé mi tiempo tratando de ilustrar a ustedes acerca de los verdaderos méritos del pueblo mexicano como raza. Eso es algo que ustedes debían saber para esta fecha. Sin embargo, de pasada les indicaré:
- Que tanto los ciudadanos mexicanos como los americanos de estirpe mexicana han ayudado muy eficazmente a darle a McAllen el ser que tiene.
- Que no hay un solo principio o doctrina en los anales de ciencias sociales —ni aun en la de economía— que apoye la injusta y arbitraria actitud de ustedes.
Es de lamentarse de veras que mientras buenos ciudadanos mexicanos y americanos, así como organizaciones en todo el país, están haciendo labor de acercamiento entre los pueblos mexicano y americano, que ustedes tengan a bien contrarrestar tan noble labor insultando deliberada e injustamente a mi digna raza mexicana.
Respetuosamente,
Alonso S. Perales
[El Fronterizo, Río Grande City, Texas, febrero 5 de 1927]
Carta enviada al Presidente Coolridge, protestando contra los asesinatos de Raymondville
Washington, D.C.
febrero 14 de 1927
Su Excelencia
Presidente de los Estados Unidos de América
Palacio Presidencial
Excelencia:
El suscrito, ciudadano americano de nacimiento, se toma la libertad de dirigirse a usted para participarle lo siguiente:
Ha recibido informes al efecto de que como el día 7 de septiembre de 1926, Tomás Núñez, ciudadano mexicano, sus dos hijos, Benancio y José Núñez, ciudadanos americanos, Inocencio González, también ciudadano americano, y Mat Zoler, austriaco, fueron arrestados por el “Sheriff” del Condado de Willacy, Texas, porque se les sospecha de estar implicados en la muerte de dos diputados de “Sheriff” de dicho Condado. Los informes que tengo en mi poder demuestran que después de haber sido cruelmente maltratados los prisioneros, fueron llevados a un lugar fuera de Raymondville, Texas, y asesinados. Los individuos que los custodiaban entonces regresaron a Raymondville y declararon que habían sido atacados desde un bosque por personas desconocidas, que ellos habían devuelto el fuego y que durante el tiroteo de ambos lados los cinco prisioneros habían sido muertos. En conexión con esa declaración es digno de tomarse en cuenta el hecho de que aun cuando los cinco prisioneros fueron asesinados, los individuos que los custodiaban salieron ilesos.
La impresión general que predomina entre observadores imparciales de Texas, que están enterados de los detalles de este incidente, es que los cinco prisioneros fueron asesinados por los oficiales del Condado de Willacy o por personas que obraron con pleno conocimiento y con el consentimiento de dichos oficiales, puesto que si, como alegan los individuos que los custodiaban, personas desconocidas hicieron fuego y como resultado perecieron los cinco prisioneros sólo un milagro habría hecho posible el que los guardias salieran ilesos.
La muerte de los oficiales que se alega fueron muertos en Raymondville poco antes que los cinco prisioneros fueran asesinados, es de lamentarse de veras. Sin embargo, las autoridades del Condado de Willacy se hallaban ampliamente facultadas para aprehender, procesar, condenar y castigar a los asesinos “en la forma prescrita por las leyes”, pero no en otra forma. A propósito de esto, me permito llamar su atención a la primera sección del Artículo XIV de la Constitución de los Estados Unidos de América que dice:
“Los Estados no podrán privar a ninguna persona de la vida, la libertad o los bienes de fortuna, sin el debido procedimiento legal, ni negar a nadie en su jurisdicción la igual protección de las leyes”.
En una carta dirigida al señor W. T. Galliher, Presidente del Comité de Mil Ciudadanos, el día 5 de enero de 1927, el Presidente Coolidge dijo, entre otras cosas:
“Todo gobierno de primera clase hace un esfuerzo honrado e inteligente por hacer respetar las leyes, y Ia norma de ciudadanía decae muchísimo cuando las leyes dejan de ser obedecidas”.
El día 8 de enero de 1927, los periódicos locales anunciaron que el portavoz de la Casa Blanca acababa de definir la política actual de los Estados Unidos con respecto a México y Nicaragua, en la forma siguiente:
“El primer deber de un gobierno es proteger las vidas y propiedades. Esa es una obligación primordial. Para eso son instituidos los gobiernos, y los gobiernos que faltan a dicho deber son peores que inútiles. El Gobierno de los Estados Unidos ha resuelto cumplir, hasta donde sus fuerzas lo permitan, con ese deber hacia sus ciudadanos en la frontera. A este Gobierno no le importa, ni le ha importado jamás, los métodos empleados para dar esa protección”.
“Protección efectiva a las vidas y propiedades americanas es el único punto en que los Estados Unidos son tenaces”.
Es de esperarse, por consiguiente, que así como nuestro gobierno en varias ocasiones ha puesto en práctica dichos principios desembarcando fuerzas armadas en países extranjeros con el objeto de proteger las vidas y propiedades de ciudadanos americanos, asimismo no ha de tener inconveniente en proteger las vidas de ciudadanos americanos dentro de nuestro propio país.
Nosotros, los ciudadanos americanos de origen mexicano, tenemos absoluta confianza en el concepto que nuestro Gobierno Federal tiene de lo que son el deber y la justicia.
El día 24 de octubre de 1926, me dirigí a la Señora Miriam A. Ferguson, Gobernadora de Texas, pidiendo que se hiciera una investigación del incidente a que me vengo refiriendo, más no he recibido contestación y, a lo que entiendo, nada se ha hecho para establecer la responsabilidad y castigar a los asesinos.
El día 25 de enero de 1927 dirigí una súplica idéntica al nuevo Ciudadano Gobernador Dan Moody, pero hasta hoy no he recibido respuesta.
En enero de 1927, en virtud de una queja formulada por los deudos de las víctimas Núñez, se hizo una investigación, pero el Gran Jurado del Condado de Willacy se rehusó a encausar a los presuntos homicidas. Sin embargo, esto se explica desde luego con el hecho de que existe un prejuicio muy fuerte, en el Condado de Willacy, contra personas de origen mexicano, no importa cual sea su ciudadanía. Además, se alega que algunos de los miembros de dicho Gran Jurado eran empleados de un hermano del “Sheriff” Teller, y otros son parientes políticos de él. Confío, por lo tanto, en que como Presidente de los Estados Unidos de América, Vuestra Excelencia ordenará que nuestro Departamento de Justicia haga una investigación minuciosa e imparcial del asesinato de esos indefensos (y, según parece, inocentes) ciudadanos americanos, cuya muerte ha causado a sus respectivos hogares tristeza y miseria.
Es innecesario el que yo recuerde a Vuestra Excelencia que una investigación de esta naturaleza no solamente fijaría la responsabilidad donde pertenece, sino que serviría también para volver a asegurar a todos los ciudadanos americanos de origen mexicano en Texas, que sus derechos a la vida, la libertad y la felicidad siempre será protegidos. Por otra parte, dicha seguridad vendría a fortalecer la confianza que ellos tienen en nuestro Gobierno y nuestras instituciones.
Me permito, además, acompañar dos recortes de periódico, los cuales demuestran que el día 5 del presente un Jurado de la Corte Federal, en Corpus Christi, Texas, encontró culpables del delito de peonaje al susodicho “Sheriff” Raymond Teller, en cuya custodia se hallaban las cinco víctimas a que me vengo refiriendo, así como también a algunos de sus diputados.
Respetuosamente,
Alonso S. Perales
Explicación: El “Sheriff” Teller y algunos de los diputados fueron enviados a la penitenciaría federal porque obligaron a dos jóvenes anglosajones a trabajar en contra de su voluntad, lo cual constituye el delito de peonaje; pero dicho castigo nada tuvo que ver con los asesinatos de mexicanos a que nos venimos refiriendo.—EL AUTOR.
NOTA: Con el objeto de informar también a otros altos funcionarios públicos de la Nación acerca de las injusticias que se cometen con el pueblo mexicano en el Estado de Texas, cartas semejantes fueron escritas por el autor a las personas siguientes:
Honorable Dan Moody, Gobernador de Texas
Honorable Morris Sheppard, Senador de los Estados Unidos de América
Honorable John Nance Garner, Representante del Distrito Congresal Décimo-quinto de Texas en el Congreso de la Unión
Honorable John G. Sargent, Procurador General de Justicia de los Estados Unidos de América
En defensa de los mexicanos
Washington, D.C.
febrero 15 de 1927
Delta Development Co.
McAllen, Texas
Señores:
Tengo a la vista un periódico de McAllen en el que aparece la noticia de que recientemente han estado ustedes anunciando en algunos periódicos de McAllen, inclusive el McAllen Press, que venden lotes de terrenos en College Heights, y que como aliciente a los compradores han declarado ustedes que en dicha sección no se venderán lotes a mexicanos.
El suscrito ciudadano de los Estados Unidos de América, y nativo de Texas, se apresura a protestar enérgicamente por el deliberado e injusto insulto que acaban de lanzar ustedes a los residentes de origen mexicano de McAllen–tanto ciudadanos mexicanos como americanos—y al pueblo mexicano en general. No voy a perder mi tiempo tratando de ilustrar a ustedes sobre los verdaderos méritos del pueblo mexicano como raza, pues es algo que ustedes, anglo-texanos, ya debieran saber para esta fecha. Tampoco me propongo darles una conferencia sobre sociología o economía. Pero sí los reto a que nieguen los siguientes hechos:
- Casi todo el algodón producido en el Valle Bajo el Río Grande es cosechado por mexicanos; lo mismo sucede con las cosechas de frutas y legumbres. Todo es obra de mexicanos, aunque también es cierto que ellos sólo reciben en recompensa de su trabajo una ínfima parte de las ganancias. En verdad, las Cámaras de Comercio de Texas están haciendo esfuerzos titánicos en estos momentos para evitar que el Congreso Americano fije una cuota de inmigración para México. Dichas Cámaras declaran abiertamente que los obreros mexicanos constituyen un factor muy importante en el desarrollo económico de Texas. Pero, no obstante, ustedes han optado por demostrar su agradecimiento insultando deliberada e injustamente al pueblo mexicano.
- México es el mercado extranjero principal para la venta de mercancías y productos de Texas. Pero, no obstante, ustedes han tenido a bien demostrar su agradecimiento insultando deliberada e injustamente al pueblo mexicano.
- Cuando algunos ciudadanos americanos visitan a México los mexicanos les brindan sincera hospitalidad y finas atenciones. Pero, no obstante, ustedes han resuelto demostrar su agradecimiento insultando deliberada e injustamente al pueblo mexicano.
- Hay un gran número de ciudadanos americanos de origen mexicano en el Valle Bajo del Río Grande, inclusive McAllen, que valientemente defendieron a nuestro país en los campos de batalla durante la Gran Guerra. Otros dieron su vida por la patria. Pero, no obstante, ustedes han preferido demostrar su agradecimiento insultando deliberada e injustamente a la raza mexicana.
- Final, mas no únicamente, el mundo educado sabe que la raza mexicana es tan digna como la más digna.
Si no fuera por mi lealtad a mi estado natal y a mi país en general, haría cuanto estuviese a mi alcance para evitar la inmigración de mexicanos a Texas y animaría a los que ahora se encuentran allí a que abandonaran el territorio. Quizá entonces aprendieran ustedes a tratar debida y caballerosamente a una raza digna y noble.
Alonso S. Perales
Una justa defensa de los mexicanos
[Editorial de El Heraldo de México de Los Ángeles, California, marzo de 1927]
No hace mucho tiempo los periódicos de McAllen, Texas, anunciaron que una fuerte compañía de terrenos de aquella localidad, se abstendría de vender sus lotes a los mexicanos, por un mero sentimiento de odio a nuestros connacionales. El hecho naturalmente ha merecido muy acres comentarios de los periódicos mexicanos que se editan en el Estado de Texas, poniendo en evidencia lo injuriosa que resulta para nuestros connacionales la restricción de la citada compañía fraccionadora.
Como ya nosotros en otras ocasiones hemos comentado injusticias de esta naturaleza y como además tenemos en nuestro poder, copia de una carta que a la Compañía de Terrenos Delta Development Co. dirige desde Washington el señor Licenciado Alonso S. Perales, ciudadano americano y nativo de Texas, vamos a glosar aquí algunos de sus más interesantes conceptos, que no solamente se avienen a este caso, sino a cualquier otro en que nuestros compatriotas son víctimas de flagrantes injusticias hijas de un odio racial que no se compadece con gentes que se hacen llamar civilizadas.
Enérgico y veraz ha estado el licenciado Perales en la defensa que hace de nuestros compatriotas, y su última y atinada reflexión marca sencillamente que sin los mexicanos el Estados de Texas, no subsistiría en su riqueza actual, y que si a nuestros compatriotas se les está negando la venta de un pedazo de tierra, ellos, únicamente ellos, a cambio de esa injusticia hacen fructificar los campos texanos y su fortaleza y su perseverancia para el trabajo son el mejor exponente de lo que significa nuestra raza.
En defensa de la Raza
Una importante carta al Presidente Coolidge
El señor Lic. Alonso S. Perales, estimado amigo nuestro que reside en Washington y que, como saben nuestros lectores, siempre ha desempeñado altos puestos en la administración pública de este país, en su calidad de ciudadano nativo de Texas, y se ha distinguido por su patriotismo y su amor a la raza, nos envía para ser publicada en Diógenes la traducción de la carta que dirigió al Presidente de los Estados Unidos, Mr. Calvin Coolidge, y que es como sigue:
Washington, D.C.
abril 30 de 1927
Su Excelencia:
Calvin Coolidge
Presidente de los Estados Unidos de América
Palacio Presidencial
Excelencia:
Según los periódicos de esta capital, al dirigir la palabra a los miembros y huéspedes de la Prensa Unida, en la ciudad de Nueva York, la noche del 25 de abril de 1927, con respecto a las relaciones de nuestro país con México, China y Nicaragua, Vuestra Excelencia dijo lo siguiente:
“Vivimos bajo un sistema que garantiza la santidad de la vida y la libertad mediante el orden público y protege los derechos de propiedad particular bajo el principio de debido procedimiento legal. Hemos investido al individuo de todas las garantías posibles a fin de evitar la invasión de sus derechos y protegerlo aún de su mismo Gobierno. Es una doctrina singularmente americana, y ahora generalmente aceptada en principio, si no en la práctica, por todos los países civilizados, que estos derechos son inalienables, que debieran pertenecer a toda persona en dondequiera, y que es el deber principal de todo gobierno tomar medidas adecuadas para asegurar y proteger dichos derechos. Hemos adoptado estos ideales porque creemos que son de aplicación universal y que están de acuerdo con los eternos principios del derecho. Sin embargo, es preciso que comprendamos que dichos ideales no continuarán prevaleciendo a menos que estemos constantemente preparados para hacer grandes esfuerzos y grandes sacrificios en su defensa”.
Estoy de acuerdo con Vuestra Excelencia en que es el deber de nuestro Gobierno proteger las vidas de ciudadanos americanos en el extranjero; sin embargo, lamento el que Vuestra Excelencia no haya hecho igual hincapié sobre el hecho de que nuestro Gobierno tiene también la obligación de proteger las vidas de ciudadanos americanos y extranjeros dentro de nuestro propio país. A este respecto me permito invitar la atención de Vuestra Excelencia a mi carta fecha 14 de febrero de 1927, en que puse en vuestro conocimiento el asesinato de Tomás Núñez, ciudadano mexicano, sus dos hijos Benancio y José Núñez, ciudadanos americanos, Inocencio González, ciudadano americano, y Mat Zoler, austriaco, ocurrido en el Condado de Willacy, Texas, como el día 7 de septiembre de 1926, cuando se hallaban en manos de oficiales de dicho Condado. Nadie fue castigado, ni tan solo aprehendido, en conexión con estos crímenes, y el incidente parece estar ya clausurado, aunque no aún olvidado por los ciudadanos americanos de origen mexicano radicados en Texas, ni por el pueblo mexicano en general.
En vista de la muerte de dichos señores en tierra texana parece ser que el sistema que garantiza la santidad de la vida y la libertad de los habitantes de Estados Unidos fue adoptado por nosotros en principio solamente: pues si lo adoptamos en la práctica también, ¿por qué permite nuestro Gobierno que crímenes como esos queden sin castigo? No es de mi agrado llegar a tal conclusión, Señor Presidente, pero a la faz de estos y varios otros ultrajes semejantes que se han cometido en Texas, sin que los asesinos jamás hayan sido castigados, y en vista también de la firme resolución de nuestro Gobierno de proteger las vidas de ciudadanos americanos en países extranjeros mediante el uso de fuerzas armadas, parece ser que en realidad las vidas de ciudadanos americanos están más en Nicaragua y China que en los propios Estados Unidos.
Respetuosamente,
Alonso S. Perales
[Diógenes, McAllen, Texas, mayo 7 de 1927]
NOTA: En septiembre de 1927 se publicaron en La Prensa y otros periódicos de Texas, dos artículos del autor, escritos en McAllen, Texas, sobre educación, organización y otros factores básicos de la evolución del mexicoamericano en Texas.
¡Honremos la memoria de los héroes de origen mexicano!
Por el Lic. Alonso S. Perales
El Profesor J. Luz Sáenz, conocido mentor de la niñez mexicana en Texas y veterano de la Guerra Mundial acaba de iniciar el noble proyecto de erigir un monumento en San Antonio, Texas, a la memoria de los héroes mexicoamericanos y mexicanos que, con valor y estoicismo característicos de nuestra raza, murieron en los campos de batalla durante la Guerra Mundial en defensa de la bandera de las barras y las estrellas. Como el proyecto aludido es de magna trascendencia, no solamente para los mexicoamericanos sino para la raza mexicana en general, no vacilo un instante en adherirme de todo corazón a tan loable propósito, y al mismo tiempo exhorto a todos mis hermanos de raza a que hagan otro tanto. Hermanos de raza: se intenta reunir la cantidad de Quince Mil ($15,000.00) Dólares mediante suscripción pública. El proyecto requiere y merece nuestra ayuda efectiva y cooperación decidida. Unámonos, pues, para realizarlo. Respondamos pronta y generosamente, y al hacerlo guardemos presente que los ciudadanos americanos de origen mexicano y los mexicanos cuya memoria se desea honrar, ofrendaron sus vidas, los unos en cumplimiento de un deber sagrado para con nuestra patria, y todos para vindicarse como hombres conscientes y como miembros de nuestra noble y digna raza mexicana.
Recordemos también que el mexicoamericano lucha en estos momentos, dentro de la razón y el derecho, porque se le extienda a nuestra raza en general el debido respeto y consideración que merece. Por consiguiente, la idea de honrar y perpetuar la memoria de los héroes de origen mexicano es en verdad bella y sublime; pues dicho monumento al mismo tiempo que servirá su objeto primordial recordará a los malquerientes de la raza que el mexicoamericano sin renegar de su origen racial, sabe cumplir fielmente con sus deberes ciudadanos, inclusive el de morir valiente y heroicamente en defensa de su patria; y que el ciudadano mexicano también sabe batirse con igual valor y ¡heroísmo en los campos donde se lucha por un noble ideal!
¡Descendientes de Hidalgo y Cuauhtémoc: manos a la obra! ¡Prestemos nuestro apoyo decidido al proyecto que se inicia! ¡Honremos la memoria de los héroes de origen mexicano de la Gran Guerra Mundial!
Managua, Nicaragua
junio 30 de 1928
En agosto de 1928 se publicaron en La Prensa y otros periódicos de Texas, cuatro artículos del autor, escritos en Managua, Nicaragua, sobre educación, organización y otros factores básicos de la evolución del mexicoamericano en los Estados Unidos de América.
Gestiones en favor de mexicanos que se hallan en la cárcel acusados de haber entrado a este país ilegalmente
Washington, D.C.
mayo 3 de 1929
Honorable John N. Garner
Cámara de Diputados
Washington, D.C.
Estimado Señor Garner:
He sido informado por La Prensa de San Antonio, Texas, que un gran número de mexicanos radicados en Texas, incluyendo muchas mujeres y niños han sido acusados de haber entrado legalmente a los Estados Unidos e internados en cárceles corrientes, juntamente con presuntos criminales ordinarios. Sin discutir los méritos de la ley de inmigración por virtud de la cual se han efectuado tales arrestos, me dirijo a usted para pedirle que tenga la bondad de usar sus buenos oficios para persuadir a las autoridades federales encargadas de hacer obedecer dicha ley a que adopten el procedimiento siguiente:
- Que sean benignos con las mujeres y niños, permitiéndoles que permanezcan en su hogar en aquellos casos en que el varón jefe de la familia esté en la cárcel acusado de haber entrado a este país ilegalmente; que si no se puede permitir a las mujeres y niños el que permanezcan en su hogar, que sean alojados en una casa de detención adecuada mientras pueden probar su derecho de residir en los Estados Unidos.
- Que en aquellos casos en que el varón jefe de la familia tenga el derecho de residir en los Estados Unidos pero no su familia, que ésta sea alojada en una casa de detención adecuada mientras que pueda establecer su derecho de vivir en este país.
- Que las mujeres y niños que no tengan un varón jefe de la familia y que estén acusados de haber entrado ilegalmente a los Estados Unidos sean alojados en una casa de detención adecuada mientras que pueden comprobar su derecho de residir en este país.
Tenga usted la seguridad de que el suscrito y el pueblo mexicano en general, agradecerán infinitamente cualquier gestión que haga usted para remediar esta penosa situación.
Sinceramente,
Alonso S. Perales
[Notas: El autor envió una carta idéntica al Honorable Morris Sheppard, Senador por el Estado de Texas. Tanto el Sr. Garner como el Sr. Sheppard prestaron al asunto la atención debida y se arregló todo satisfactoriamente.
En agosto de 1929 se publicaron en La Prensa y otros periódicos de Texas, seis artículos del autor, escritos en Washington, Distrito de Colombia, sobre la Unificación del mexicoamericano.]
A la juventud mexicana
Por el Lic. Alonso S. Perales
Como ya se aproxima la fecha de apertura de las aulas de enseñanza de nuestro país, tiempo en que la juventud estudiosa vuelve su atención a las labores escolares, base de su porvenir, considero oportuno hacer una vez más algunas indicaciones a aquellos jóvenes que después de graduarse de las escuelas superiores oficiales de este país deseen hacer estudios profesionales pero que se vean impedidos por falta de recursos.
Existen en Washington, Nueva York, Chicago y algunas otras urbes estadunidenses universidades magníficas donde se pueden hacer estudios profesionales por la noche. Durante el día se puede trabajar para ganar el dinero necesario para gastos. Millares de jóvenes y señoritas se educan aquí de esta manera. Algunos estudian para doctores, otros para abogados o ingenieros o diplomáticos o representantes comerciales en el extranjero, etc. etc. Los estudiantes trabajan en varias clases de ocupaciones, pero la mayor parte de ellos están empleados en el Gobierno, donde trabajan desde las nueve de la mañana hasta las 4:30 de la tarde. Asisten a la universidad de las 5 p. m. a las 7 p. m. todos los días.
De las ciudades arriba mencionadas la que más me agrada para hacer estudios es Washington porque es una ciudad pacífica, interesante, y muy adecuada para la vida del estudiante. Además, es una metrópoli muy importante por estar aquí el asiento de nuestro Gobierno y los representantes diplomáticos de todas las naciones del mundo que llevan relaciones con nuestro país. Sin embargo, en Washington el que mejor oportunidad tiene para encontrar empleo es el joven mexicoamericano, pues para servir a nuestro Gobierno es un requisito indispensable ser ciudadano de los Estados Unidos. El joven mexicoamericano que desee venir a Washington a servir al Gobierno durante el día y a hacer estudios profesionales por la noche debe proceder en la forma siguiente:
- Graduarse de la escuela preparatoria del lugar donde resida.
- Aprender bien el inglés y el español, o cuando menos el inglés.
- Tomar un curso de estenografía y mecanografía y perfeccionarse como taquígrafo competente.
- Sustentar examen para el servicio civil. Para informes detallados acerca de dónde y cuándo puede presentar examen como taquígrafo debe dirigirse a: United States Civil Service Commission, Washington, D.C., o al Administrador de Correos de la ciudad en que resida.
- En cuanto se le ofrezca un nombramiento debe aprovechar la oportunidad y venirse a Washington a tomar su puesto y a ingresar a la universidad.
El joven ciudadano mexicano puede prepararse como taquígrafo y traductor y procurar colocarse en las legaciones y embajadas latinoamericanas en esta capital; o irse a Nueva York o Chicago y conseguir empleo en casas comerciales que realizan operaciones en la América Latina. Luego debe matricularse en alguna universidad. Tanto los jóvenes mexicoamericanos como los mexicanos netos deben guardar presente que les será más fácil conseguir empleos bien remunerados conociendo bien el inglés y el español que poseyendo solamente uno de dichos idiomas, pues sabiendo ambas lenguas podrán servir no solamente como taquígrafos y mecanógrafos sino también como intérpretes y traductores.
Aquí hay muy buenos colegios de leyes, medicina, ingeniería y servicio extranjero. Los jóvenes que no quieran ser abogados o médicos o ingenieros sino representantes comerciales o miembros de los cuerpos diplomáticos y consular pueden asistir a uno de los principales colegios de servicio extranjero de esta capital y prepararse para esos trabajos. En la escuela de servicio extranjero se estudia la historia política y diplomática de Europa y la América Latina; economía, ciencia política, la historia política y social de los Estados Unidos, contabilidad y administración comercial, idiomas, comercio y transportación en los Estados Unidos, las relaciones exteriores de este país, derecho comercial, filosofía, derecho internacional, gobierno americano, práctica consular, métodos y procedimientos diplomáticos, derecho marítimo, gobierno comparado, jurisprudencia comparada, etc. etc.
Ya una vez graduados de esta escuela los estudiantes pueden establecer sus contactos para ir a representar a casas comerciales en el extranjero o pueden sustentar examen para prestar sus servicios en los cuerpos diplomáticos y consular o en el Departamento de Comercio de sus respectivos países.
Alguien preguntará que por qué es necesaria tanta preparación para ser representante comercial o para ingresar a los cuerpos diplomáticos y consular. Bien, pues los que eso preguntaren pueden ver lo que dijo el Honorable Frank B. Kellogg, Ex-Secretario de Estado de este país, en un discurso que pronunció el día 18 de febrero de 1929, con motivo del décimo aniversario del establecimiento de la Escuela de Servicio Extranjero de la Universidad de Georgetown:
“Deseo referirme brevemente a un departamento de esta universidad en el cual estoy muy interesado. Me refiero a la Escuela de Servicio Extranjero. Creo que es la primera escuela de servicio extranjero, exclusivamente, establecida en los Estados Unidos. Su programa incluye toda la enseñanza y los conocimientos necesarios para preparar a los jóvenes de este país para uno de los ramos de servicio gubernativo más importantes.
“No sé de ningún otro ramo de servicio que requiera una enseñanza y unos conocimientos más amplios. No intentaré describir el vasto alcance de la enseñanza impartida en ésta y otras escuelas semejantes del país, pero sí diré que se enseña derecho internacional, derecho marítimo y derecho municipal; conocimiento de la estructura de nuestro gobierno y de los demás gobiernos del mundo; idiomas extranjeros; política extranjera; tratados comerciales y arancelarios; exportaciones e importaciones; y, en general, las ramificaciones del comercio extranjero.
“Veinticinco años atrás no teníamos un cuerpo de servicio extranjero especialmente preparado. Los cargos de cónsules, secretarios de embajada y de legación, y embajadores y ministros eran considerados como puestos políticos y casi todos, si no todos, eran elegidos de la vida civil. Es cierto que muchas de las personas designadas eran hombres de habilidad excepcional, pero no poseían conocimientos algunos acerca de los problemas complicados emergentes de nuestras relaciones exteriores. En la actualidad todos los funcionarios inferiores al rango de ministro son seleccionados del personal especialmente preparado, y de cincuenta y dos embajadores y ministros veintisiete de ellos ingresaron al servicio, después de sustentar examen, y se les ha ascendido a sus cargos presentes después de muchos años de servicio fiel y eficiente.
“En virtud de nuestro comercio extranjero que asciende al presente a cerca de diez billones de dólares anuales; de los millares de americanos que viajan por todo el mundo; de nuestra marina mercante; de la enorme cantidad de dinero invertido por nuestra gente y países extranjeros, es en extremo importante que nuestro cuerpo de servicio extranjero tenga conocimientos íntimos no solamente de todos los ramos de negocios y comercio sino también de los principios de derecho internacional, de los derechos comerciales y de protección de nuestros ciudadanos y, sobre todo, un conocimiento íntimo de los centenares de tratados que tenemos con la mayor parte de las naciones del mundo sobre derechos diplomáticos y consulares, amistad y comercio, arbitraje, extradición y naturalización. Hace un cuarto de siglo que pareció muy evidente que los Estados Unidos no podrían competir con aquellas naciones del mundo que tenían un cuerpo de servicio extranjero bien preparado. En el año 1906 empezamos, clasificando por ley a los diversos funcionarios del servicio extranjero y dictando las disposiciones necesarias para comprobar por medio de un examen, la preparación de los candidatos para el servicio extranjero; pero no se tomaron ningunas medidas para la educación y preparación de jóvenes para este servicio. El primer esfuerzo en este sentido se hizo en el Departamento de Estado en el otoño de 1907 cuando los cónsules, vicecónsules y secretarios del servicio extranjero recibieron treinta días de instrucción en el Departamento. Este era el límite conforme a la ley. De entonces a esta parte se ha establecido en el Departamento una escuela para instruir a los funcionarios del servicio extranjero recién designados, la cual tiene por objeto dar una instrucción más amplia y más completa.
“La experiencia del mundo entero nos ha demostrado lo conveniente y necesario que es contar con un personal bien preparado. La transición del sistema antiguo al nuevo no vino repentinamente ni sin oposición. Sin embargo, habiendo servido doce años en el Senado y como Embajador y Secretario de Estado estoy seguro de que el servicio extranjero ha recibido el apoyo del Congreso de los Estados Unidos.
“El Departamento de Estado de nuestro país tiene una deuda de gratitud con la Escuela de Servicio Extranjero de la Universidad de Georgetown por haber abierto el camino hacia una preparación comprensiva para el servicio extranjero”.
Como se ve, pues, vivimos en una era de progreso material, de competencia y especialización. Si hemos de competir con las demás razas que integran a esta nación, es absolutamente indispensable que nos preparemos y especialicemos en alguna profesión. Ahora bien, un programa de trabajo diurno y estudios nocturnos constituye una tarea bien grande; pero no imposible. Es cuestión de fuerza de voluntad, buena salud, empeño y perseverancia. Como prueba irrefutable de que es enteramente posible hacer estudios profesionales de la manera que dejo indicada tenemos a los millares de jóvenes y señoritas que año tras años se gradúan de estas instituciones educativas.
Mucho me agradaría ver a la juventud mexicana resolverse firmemente a terminar sus estudios preparativos y luego venirse a una de estas grandes urbes a hacer sus estudios profesionales. Necesitamos más líderes y hombres que den lustre y prestigio a nuestra raza.
Alonso S. Perales
Washington, D.C.
3 de septiembre de 1929
Defensa de la raza ante el comité de inmigración del congreso de los Estados Unidos de América: Declaración de Alonso S. Perales, abogado
SR. PERALES. Mi nombre es Alonso S. Perales. Soy abogado. Nací en Alice, Texas. Soy ciudadano americano.
SEÑOR PRESIDENTE Y DEMÁS MIEMBROS DE ESTE HONORABLE COMITÉ: Si ustedes me permiten incorporar en el acta la declaración que he preparado de antemano, haré solamente unas cuantas observaciones, y entonces estaré listo para contestar cualquier pregunta que ustedes me hagan. No deseo pronunciar un discurso extenso aquí.
SR. SCHNEIDER. Ud. sabe que según el reglamento del comité, cada orador puede hablar solamente diez minutos. ¿Puede usted darnos un resumen de lo que desea decir?
SR. PERALES. Les daré un resumen y si el trabajo que he preparado puede ser incorporado en el acta, no excederé en mucho el tiempo que se me asigna.
SR. SCHNEIDER. Creo que debería ser incorporado.
SR. GIBSON. Yo también creo.
SR. PERALES. En primer lugar, señor Presidente y demás miembros del Comité, quiero hacer constar que no he venido a oponerme al Proyecto Box o al Proyecto Johnson ni a ningún otro proyecto que tienda a promover el bienestar del pueblo americano. Por lo tanto, no voy a discutir la fase económica de este problema. Sin embargo, deseo referirme a las declaraciones de algunos de los que apoyan el proyecto de la cuota, al efecto de que el pueblo mexicano pertenece a una raza inferior y degenerada. Siendo mexicano de sangre y sintiéndome tan orgulloso de mi origen racial como de mi ciudadanía americana júzgolo mi deber negar enfáticamente que la raza mexicana sea inferior a alguna otra raza, y he citado autoridades aquí [en este instante el Lic. Perales levantó de la mesa una declaración escrita a máquina] en apoyo de mi aseveración.
Se hace también el cargo de que los mexicanos deberían de ser restringidos porque no se hacen ciudadanos americanos. Soy uno de los fundadores de lo que se conoce en Texas con el nombre de Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos.
El Sr. Canales, el caballero que me precedió en el uso de la palabra, es también uno de los fundadores y uno de los líderes principales de esta organización. Sus fines son desarrollar dentro de los miembros de nuestra raza el mejor, más puro y perfecto tipo de un verdadero y leal ciudadano de los Estados Unidos de América; y definir con claridad absoluta e inequívoca nuestra lealtad indiscutible a los ideales, principios y ciudadanía de los Estados Unidos de América.
Ahora bien, señores, se hace también la pregunta: ¿Si no somos una raza inferior, por qué no hemos producido hombres sobresalientes? Bien, pues si me es permitido contestar eso de una manera general, diré que a pesar de los obstáculos que se le han presentado a nuestra raza, hemos producido algunos. Por ejemplo, el Dr. Mata, uno de los cirujanos más eminentes del mundo. El Lic. Francisco León de la Barra, un abogado mexicano que al presente es árbitro de varias comisiones de reclamaciones internacionales. ¿Por qué no hemos producido hombres sobresalientes en Texas? Señores: el problema en Texas ha sido más bien un problema de prejuicio racial. Hemos recibido muy poco estímulo para progresar y llegar a ser ciudadanos americanos útiles. Por otra parte, se han hecho intentos para impedir nuestro progreso, en virtud de lo cual nuestro esfuerzo para formar nuestra Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos es en verdad más encomiable aún.
Es todo lo que deseo decir, y tendré mucho gusto en contestar las preguntas que se me hagan.
SR. GREEN. Usted es ciudadano americano, ¿verdad?
SR. PERALES. Sí, señor.
SR. GREEN. ¿Es usted miembro de la barra de abogados?
SR. PERALES. Sí, señor.
SR. GREEN. De su declaración se desprende que tiene usted a pecho los intereses de nuestro país, ¿verdad?
SR. PERALES. Sí, señor.
SR. GREEN. ¿No sería mejor para nosotros americanizar a todos los elementos extranjeros que tenemos en nuestro país en vez de permitir que entren más inmigrantes? Primero debemos ver hacia América, no el país de nuestros antepasados.
SR. PERALES. En lo que se refiere al método que se emplee para hacerlo, para mí da lo mismo un método que otro. Creo que me he expresado muy claramente en el sentido de que soy partidario de cualquier medida que tienda a promover el bienestar y la felicidad del pueblo americano. Por consiguiente, si los que favorecen este proyecto o alguno otro, pueden probar que los ciudadanos mexicanos son una amenaza para el trabajador americano porque vengan aquí a hacer por menos dinero el mismo trabajo que los ciudadanos americanos hacen, entonces yo diría que estaría justificada la restricción. Pero si ustedes no tienen hechos concretos con que probar que esa es la razón, Y LA ÚNICA RAZÓN, por la cual los ciudadanos mexicanos deberían de ser restringidos, y se valen ustedes de razones absolutamente ficticias, como por ejemplo, alegando que los mexicanos pertenecen a una raza inferior y degenerada, entonces yo digo, caballeros, que ustedes están completamente equivocados a este respecto. Y es por eso, precisamente, que he preparado la declaración detallada que, con el permiso de ustedes, se ha incorporado en el acta de esta sesión.
SR. GREEN. Puedo apreciar el punto de vista del caballero, especialmente puesto que mi origen racial es probablemente igual al de él; el mío tal vez un poco más distante que el de él. Pero yo sostengo que nuestro primer deber es americanizar y proteger a todos los que estén aquí. Todos los que son ciudadanos americanos están en un mismo nivel respecto de todos los que vienen a los Estados Unidos, no solamente en cuanto al pueblo mexicano sino en lo que se refiere a todos los extranjeros. Y creo que mi punto ilustrativo es aplicable a cuatro o cinco millones de desocupados. Tomando en cuenta las deplorables condiciones económicas existentes en algunas partes de nuestro país; que los recursos naturales están agotándose rápidamente; que la población está aumentando a paso veloz cada segundo u hora. En otras palabras, en los últimos diez años la población ha aumentado en veinte millones, y me parece que nuestro primer deber es para con nuestro pueblo, nuestros bienes y nuestras instituciones americanas, y que no debemos abrirles las puertas a extranjeros de manera de que vengan a bajar nuestras normas económicas y a causar un exceso de empleados en todas clases de trabajos.
SR. PERALES. Dice usted muy bien. Si ustedes se concretan a la fase económica de este problema, nada tengo que decir. Soy ciudadano americano y, naturalmente, favorezco todo lo que sea en bien de nuestro pueblo.
SR. RUTHERFORD. ¿Tiene usted alguna razón para creer, a juzgar por la fraseología de este proyecto, que se tiene en mente algún otro propósito que ese?
SR. PERALES. ¿Que la fase económica?
SR. RUTHERFORD: Sí.
SR. PERALES. Debido a mi experiencia en Texas tengo razones para creer que tal vez sea nada más el deseo de algunos ciudadanos americanos de origen teutónico o nórdico de excluir a cualquiera otra gente que no pertenezca a esas razas. Por ejemplo, los mexicanos son descendientes de dos grandes razas: la india y la española. Por supuesto, ellos no son enteramente nórdicos ni teutónicos. Cuando dos razas se rozan una con la otra, surge el prejuicio y, naturalmente, la raza dominante trata de excluir a la otra, y yo me inclino a creer que esa es una de las razones que han servido de base a muchas de las declaraciones que se han hecho ante este Honorable Comité.
SR. SCHNEIDER. ¿Hay algunas otras preguntas? Si no, dispensaremos al testigo. Gracias, Sr. Perales, por haber comparecido a proporcionarnos estas informaciones.
SR. CANALES. ¿Me permiten que haga una declaración? Ese caballero (señalando al Sr. Perales) sirvió con el General Pershing en el asunto de Tacna y Arica. Deseo que conste eso en el expediente.
SR. SCHNEIDER. ¿Hay algunos otros testigos que deseen comparecer ante el Comité esta mañana? Si no, el Comité entrará en sesión ejecutiva por unos cuantos minutos.
***
A continuación se incorpora en el acta el trabajo preparado de antemano por el Sr. Perales: Señores miembros del Comité: Me causa mucho gusto de veras tener la oportunidad de comparecer ante ustedes en conexión con el proyecto de la ley Box.
“Entiendo que las personas que favorecen la restricción de mexicanos caracterizan a éstos como una raza inferior y degenerada, incapaces de asimilación o de llegar a ser buenos ciudadanos. Tal cargo es absolutamente falso y constituye una grave injusticia a una raza digna. La verdad es, caballeros, que las viles calumnias lanzadas contra el pueblo mexicano han sido inspiradas principalmente por un prejuicio racial profundo y bien arraigado.
“Prejuicios raciales han existido desde que se hizo el mundo. Por consiguiente, no me sorprende que los que apoyan el proyecto Box quieran restringir la entrada de mexicanos a este país”.
En apoyo de su aseveración, el Lic. Perales cité los juicios de los psicólogos Allport y Moss sobre la cuestión racial, demostrando así su tesis, tanto en lo que respecta a los prejuicios raciales que siempre han existido en el mundo, como en lo referente a lo infundado e injusto que son los cargos de inferioridad y degeneración racial que se hacen contra los mexicanos: Después de citar a dichas dos autoridades sobre la materia, el Lic. Perales declaró:
“Esto por lo que toca al aspecto psicológico del prejuicio racial. Ahora bien, en vista de los serios cargos que se han hecho en contra de mi raza, me parece muy propio hacer constar quiénes son los mexicanos. Caballeros: yo personalmente no trataré de hacerlo. Dejaré que personas del mismo origen racial de ustedes, que son autoridades sobre la materia, se los digan”.
En seguida citó el Lic. Perales a los autores Caspar Whitney, Frank Tannenbaum, George McCutcheon McBrice, Hermann Schnitzer, Carlton Beals, L. Spence, Robert M. McLean, O. Douglas Weeks y L. M. Maus, todos los cuales declaran que la raza mexicana es una raza digna.
[Hearings before the Committee on Immigration and Naturalization, House of Representatives, Seventy-first Congress, January 29-31, February 3, 4, 1930, page 387. Hearing 71.2.8]
Cámara de Diputados
Comité de Inmigración
martes, enero 30 de 1930
El Comité de Inmigración se reunió a las 10:30 de la mañana. El Honorable Albert Johnson presidió la sesión.
EL PRESIDENTE. Se abre la sesión, señores. Tengo dos telegramas que deseo incorporar en el acta. Este es un telegrama dirigido a William Green, Presidente de la Federación Americana del Trabajo y que fue encomendado a este Comité ayer, pero no fue presentado ese día. Fue enviado desde San Antonio, Texas, y está fechado el 28 de enero de 1930. Dice así:
Sr. William Green,
Presidente de la Federación Americana del Trabajo,
Washington, D.C.
Como Presidente Honorario Concilio San Antonio Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos, respaldado por Manuel C. González, Vicepresidente General de dicha Liga de Texas, deseo informar a usted que cualquier testimonio que sea ofrecido hoy o mañana ante el Comité de Inmigración de la Cámara de Representantes por el Sr. J. T. Canales, de Brownsville, Texas, miembros de nuestra Liga, pero empleado por la Southern Texas Growers; Ben Garza, Presidente de la Liga; y Alonso S. Perales, quien reside en 2121 New York Avenue, N.W., Washington, D.C., Presidente Honorario de la Liga, no es acto oficial de la Liga ni jamás ha sido discutido, endosado o apoyado por los miembros en general o por parte alguna de ellos. EI Presidente Honorario, según nuestro reglamento, no tiene autoridad para hablar por nosotros ni por nuestra Liga sobre esa materia. Espero que se aclare esto al Comité, pues hay como veinte o más concilios subalternos en este Estado que no saben nada acerca de las actividades de estos señores ni de las audiencias del Comité sobre el asunto de inmigración y, además, porque el problema de inmigración de México es extraño a los propósitos y fines generales de la Liga, que es una organización basada exclusivamente sobre principios de americanismo claramente especificados. Favor de informar al Sr. Perales en su residencia acerca del contenido completo de este telegrama, pues deseamos dejar constancia del mismo en la Liga.
Clemente N. Idar
Manuel C. Gonzáles
[Hearings before the Committee on Immigration and Naturalization, House of Representatives, Seventy-first Congress, January 28 and 30, 1930, page 218. Hearing No. 71.2.6]
Fue un acontecimiento la convención de la Liga de ciudadanos en Edinburg
El Licenciado Perales citó casos concretos en que no se hacía justicia en Texas a los latinoamericanos siendo interrumpido por los Lics. Gonzáles y Canales.
Servicio especial de La Prensa
Edinburg, Texas, mayo 5. Conforme lo anunció LA PRENSA, los días 3 y 4 se verificó en esta ciudad la convención anual de la Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos, de acuerdo con el programa anunciado. La Convención fue todo un éxito. Asistieron como mil personas entre las que se encontraba un gran número de origen anglosajón.
Hicieron uso de la palabra los señores Herschel T. Manuel, Profesor de la Universidad de Texas, quien hizo una brillante defensa de la niñez mexicana en las escuelas de Texas. Su discurso será traducido al español y dado a la publicidad oportunamente; y el Coronel Sam. A. Robertson, quien habló sobre la “Irrigación por los indios antes de la conquista española”. Esta plática también fue sumamente interesante y será publicada en español oportunamente. Hicieron uso de la palabra el Mayor de la Ciudad de Edinburg, Sr. D. C. Abney, el Lic. Alonso S. Perales, el joven estudiante de medicina, Fidencio Guerra, de McAllen; el Juez del Condado, Sr. E. E. Couch, el Juez de Distrito, Sr. Lic. Thompson, los licenciados Neal A. Brown y McWhorter y Rubén R. Lozano, y el Prof. O. J. Loftin.
La parte artística del programa fue desempeñada hábilmente por la señora Celia T. de Guerra; la señorita Mary Lubbock; las señoritas García y Herrera, el Lic. Rubén R. Lozano y varias otras personas que escapan a la memoria del corresponsal.
Al mediodía se sirvió un suculento almuerzo a todos los concurrentes, y por la noche tuvo lugar un elegante baile en el Country Club.
Un discurso enérgico de Perales
La Convención causó magnífica impresión entre todos los concurrentes. El Lic. Alonso S. Perales, presidente general de la Liga, al explicar los principios básicos de dicha organización, hizo una enérgica defensa de los habitantes latinoamericanos de este país, especialmente en Texas. Al citar casos concretos en que no se hacía justicia a los mexicanos en Texas, aludió al asesinato de varios mexicanos y mexicoamericanos en Raymondville, Texas, en 1926; el caso de Elías Villarreal Zárate quien fue linchado en Weslaco, Texas, en 1922, y el del joven Alejo Quintanilla, quien fue asesinado a unas cuantas millas de Edinburg, Condado de Hidalgo, Texas, cuando un diputado de “Sheriff” y un abogado, cuyos nombres el orador dijo estar listo para mencionar allí públicamente si se deseaba, lo conducían a la cárcel. Y agregó: “En ninguno de estos casos se castigó a los malhechores, lo cual demuestra que las autoridades no otorgaron a las infortunadas víctimas la igual protección de las leyes que nos garantiza la Constitución de los Estados Unidos de América. ¿Dónde está la justicia para los mexicanos en Texas?” El Lic. Perales en seguida se refirió a la segregación de nuestra niñez en las escuelas públicas de Texas, y dijo que eso, aparte de ser una injusticia, era una labor que tendía a destruir los trabajos de la Liga, puesto que la Liga se propone producir ciudadanos leales, y agregó, que si al llevar el caso de la segregación en Del Río, Texas, ante la Corte Suprema de los Estados Unidos, este tribunal resolvía que era legal y justo segregar a todos los niños mexicanos en todas las escuelas de Texas, él sería el primero en renunciar a su ciudadanía americana. Al decir esto, el Lic. Manuel C. Gonzáles, de San Antonio, se levantó e interrumpió al orador, diciendo: “no, no, haga bien o haga mal, mi país hace bien”, (right or wrong my country); y el licenciado José T. Canales, de Brownsville, se puso de pie casi al mismo tiempo y también contradijo al Lic. Perales, diciendo que éste estaba fuera de orden y que lo mejor que podía hacer era dejar de hablar.
El orador sostiene lo dicho
Entonces el Lic. Perales explicó que sostenía lo que acababa de decir; pues que antes de permitir que sus conciudadanos anglosajones lo hicieran desleal, tratando injustamente a su raza, él optaría por cambiar de ciudadanía, y apoyó su declaración citando el caso de los mexicoamericanos que evadieron el servicio militar obligatorio durante la gran guerra, no obstante que su deber como ciudadanos americanos era haber ido a Europa a pelear por su patria; y explicó que esos mexicoamericanos habían faltado a su deber porque sus conciudadanos anglosajones los habían obligado a hacerlo tratándolos mal y haciéndolos sentirse extranjeros. Al terminar el licenciado Perales recibió una estruendosa ovación de toda la concurrencia, la que de esa manera le indicó su aprobación de todo lo que había dicho.
El Lic. Perales volvió a tomar la palabra un momento después y dijo: “Cuando yo declaré hace un momento que si el primer tribunal de este país decidía que era legal y justo que las autoridades escolares segregaran a nuestros niños mexicanos de los niños anglosajones en todas las escuelas de Texas renunciaría a mi ciudadanía, no quise dar a entender con eso que yo sería desleal a mi país por ese hecho sino que procedería a cambiar de ciudadanía; pero mientras no cambie yo de ciudadanía seguiré siendo, como hasta hoy, un leal y ciento por ciento ciudadano de los Estados Unidos de América. Le serví a mi patria en el ejército durante la Guerra Mundial y después he servido en el Departamento de Comercio y en el Cuerpo Diplomático en Washington y en el extranjero. Los caballeros que hace un instante me interrumpieron queriendo hacerme aparecer como desleal a mi país pueden inspeccionar mis hojas de servicios a la hora que gusten en los Ministerios respectivos, en la capital de la república, y los reto a que digan y prueben que son mejores o más leales ciudadanos americanos que yo”.
Sus críticas fueron justas
La concurrencia nuevamente le tributó. una ruidosa y bien prolongada ovación, y en cuanto se cerró la sesión todos los distinguidos personajes anglosajones presentes se acercaron a él y lo felicitaron calurosamente y le aseguraron que aprobaban todo lo que había dicho porque era la verdad y nada más que la verdad, y muy justo. El licenciado Perales fue muy felicitado también por sus numerosas amistades latinoamericanas.
[La Prensa, San Antonio, Texas, mayo 7 de 1931]
El discurso del Lic. Perales en la gran fiesta de la raza efectuada en el auditorio de San Antonio, Texas
Fue una erudita pieza oratoria, que abarcó importantes temas, habiendo causado la impresión más favorable en el ánimo de los oyentes.
Respetable concurrencia:
Mucho agradezco al señor don Ignacio E. Lozano, organizador de este grandioso festival, la oportunidad que me ha brindado de dirigiros la palabra brevemente.
Estamos reunidos aquí con dos fines. Primero, para conmemorar el Día de la Raza y, segundo, para auxiliar con nuestro grano de arena a la humanidad que sufre.
Muy justo es, señoras y señores, que año por año nos reunamos para rendir homenaje a los héroes de nuestra raza, especialmente en vista del egoísmo de la humanidad, egoísmo que a veces suele acentuarse al extremo de negar a ciertos pueblos el prestigio y la gloria que en justicia los corresponde.
Hace unos cuantos días recibí una pequeña obra cívica destinada a familiarizar a los nuevos ciudadanos de este país con nuestras instituciones y el engranaje de nuestro gobierno. En una parte leí lo siguiente:
“En 1789, cuando la Constitución entró en vigor, los elementos de las Islas Británicas formaban la mayor parte de la población, tal como sucede hoy. No fue un accidente, pues, que el idioma inglés fuese el idioma universal y que nuestras instituciones políticas hubiesen sido una herencia de las Islas Británicas. Pero otras naciones también estuvieron ampliamente representadas, no solamente en número, sino también en influencia. Los holandeses en Nueva York, los suecos en New Jersey y Delaware, los alemanes en Pensilvania, los escoceses-irlandeses en la región de las montañas Allegheny y en el Sur, los irlandeses célticos en centenares de lugares, los franceses en Louisiana —cualquiera que esté familiarizado con la historia americana ha oído de estos pueblos y de la parte que han tomado en el desarrollo de un continente virgen”.
Y en otra parte encontramos lo siguiente:
“En los Estados Unidos el anglosajón es mucho más numeroso que, ninguna otra raza; sus características están profundamente arraigadas y son erradicables y, en total, son de un valor inestimable en la formación de naciones. Es inútil suponer, por consiguiente, que el anglosajón no sea un elemento importante; sin duda que es la fundación de la nueva raza que ahora se está formando. Pero otros pueblos también contribuirán con cualidades importantes, cualidades que fortalecerán y avivarán al americano de aquí a algunos siglos. El así llamado “Americano Nativo” tiene grandes atributos que más luego discutiremos. Por una parte, probablemente excede a sus conciudadanos de otras razas. Más aún, en ciertas características esenciales para un hombre completo, como por ejemplo, la imaginación, adaptabilidad, dotes para el arte, la música, la decoración, investigaciones cuidadosas, y la disciplina, tiene mucho que aprenderle a varias regiones de Europa. Cualquier plan de americanización que tratase de borrar el genio racial distintivo del francés, del italiano, del eslavo, del alemán, del irlandés, del escandinavo, en vez de sabiamente incorporar sus talentos raciales en el americano compuesto del futuro, sería un error. Que esto se pueda hacer, la historia de la Gran Bretaña lo demuestra, pues el anglosajón mismo —al igual que casi todos los pueblos— es el producto de un largo proceso histórico, en que una variedad de razas ha sido fusionada en una sola. Tal amalgama está efectuándose hoy día en los Estados Unidos”.
Como se ve, en ninguno de los párrafos que acabo de citar se hace mención de la raza hispana. ¿A qué se debe? ¿Por qué se ignora a nuestra Raza?
Como todos sabemos, hoy hace exactamente 441 años que Cristóbal Colón descubrió América. Cristóbal Colón, según los historiadores, fue un genovés, que poseído de un espíritu de aventura solicitó y obtuvo del Reino español la licencia y los fondos necesarios para, en nombre de la Corona española, cruzar el Atlántico en pos de nuevas tierras. Equipado, pues, por España con tres naves y una tripulación de 88 hombres, Colón se lanzó en su peligrosa cuanto osada aventura, y al final de dos meses y nueve días, descubrió este continente.
Pero no es este el único suceso de la historia que cubre de gloria a la raza española. Existe también la labor de los Jesuitas, que fueron los principales misioneros cristianos en la India y en Norte América. Su obra, educativa y civilizadora entre los indios de Sud América, y la actitud social de los españoles hacia los habitantes conquistados de este Continente, no reflejan sino gloria y lustre sobre España. Los centros educativos fundados por los Jesuitas, empleando las palabras del historiador inglés Wells, fueron por mucho tiempo las mejores escuelas del mundo cristiano. “Los Jesuitas”, dice Wells, “elevaron el nivel de la inteligencia, estimularon la conciencia de toda la Europa católica, y también impulsaron a la Europa protestante a competir con ellos en el campo de la acción educativa”. Sir Francis Bacon, insigne filósofo inglés, decía: “en lo que se refiere a la parte pedagógica, consultad las escuelas de los Jesuitas, pues nada mejor se ha puesto en práctica”.
Por otra parte la actitud social de España, repito, hacia los pueblos conquistados, asimilándoselos, dándoles no solamente su religión, su idioma y su cultura, sino también su sangre, ha hecho de los españoles los conquistadores principales, más nobles, más justos y más democráticos de la tierra. Y es por eso que nosotros todos los que llevamos en nuestras venas la noble sangre de Hidalgo y Cuauhtémoc, con alegría y orgullo bien fundado, celebramos el Día de la Raza, de esa raza española e indo-hispana que por su histórico abolengo y sus valores intelectuales y morales es una raza tan digna como la más digna. Que las hazañas heroicas de nuestros antecesores nos sirvan, señoras y señores, para contrarrestar los esfuerzos de los malquerientes de la raza que se empeñan en inculcarnos un complejo de inferioridad, haciendo caso omiso de las grandes virtudes y proezas de nuestra estirpe, llegando hasta decir, en ocasiones, que pertenecemos a una raza inferior y degenerada.
Es de lamentarse de veras que el egoísmo de la humanidad llegue a veces al extremo, pero no obstante, conviene que sepa el mundo entero que aunque se nos niegue el mérito que nos corresponde, aun en el caso de que fuesen quemadas todas las historias del mundo, aun cuando los magníficos templos construidos por los españoles y los indígenas en México y otras partes de la América Latina se desplomasen al soplar del viento o al rugir de la metralla, aún nos quedaría todo este continente como prueba indiscutible del prestigio y la gloria de la raza.
Protesta contra la segregación de nuestra juventud en los campos del gobierno
San Antonio, Texas
agosto 27 de 1935
Honorable Lyndon B. Johnson
Director en el Estado de Texas de la Administración-Nacional Pro-Juventud
604 Littlefield Building
Austin, Texas
Estimado Sr. Johnson:
Entendemos que se establecerán campos para mujeres en conexión con la Administración Federal de Auxilios de Emergencia; que los campos consistirán de señoritas de dieciséis a veinticinco años de edad que están recibiendo auxilios; que dichas señoritas serán colocadas en campos de cien personas cada uno por un período de tres meses, y que se les impartirá enseñanza especial en materias vocacionales y literarias; que habrá cinco campos: uno en Dallas, uno en Houston, uno en Austin y dos en San Antonio; que la razón por la cual habrá dos campos en San Antonio es que el señor encargado de este trabajo opina que las muchachas mexicanas no deberían ser colocadas juntamente con las muchachas angloamericanas.
La presente es para elogiar la buena labor que está usted para emprender, pero al mismo tiempo para protestar enérgicamente contra la segregación que se intenta efectuar. Nosotros los socios de la Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos estamos procurando desarrollar dentro de los miembros de nuestra raza el mejor, más puro y perfecto tipo de un verdadero, leal y progresista ciudadano de los Estados Unidos de América, pero es seguro que vamos a fracasar en nuestros esfuerzos si no recibimos la valiosa e indispensable cooperación de nuestros conciudadanos angloamericanos. Como usted sabe, señor Johnson, segregar a estas jóvenes sería hacer a los dos grupos más conscientes racialmente que lo que ya están, sin decir nada de los complejos y actitudes que resultarían de tal: segregación y que, estamos seguros que usted convendrá con nosotros, no ayudaría a hacer mejores americanos de los miembros de ninguno de dichos grupos, ni a estrechar las relaciones cordiales que afortunadamente existen entre ambos pueblos.
En tal virtud, confiamos en que por el bien de nuestra comunidad y de nuestro país, usted reconsiderará este importantísimo asunto y que en vez de tener dos campos en San Antonio tendrá usted solamente uno, pero bueno, en donde los miembros de nuestras dos grandes razas puedan asociarse y fraternizar libremente, sin distinciones desfavorables de ninguna especie, simbolizando así el cariño, la amistad y el buen entendimiento que por razones buenas y poderosas debieran caracterizar a los habitantes mexicanos y angloamericanos de nuestro querido Estado de Texas, y perfeccionar así la democracia genuina que los fundadores de esta República tan sabiamente tuvieron la intención de establecer.
Sinceramente,
Alonso S. Perales
Presidente, Comisión Educativa, Concilio No. 16
Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos
Oportunidades educativas que debemos aprovechar
Por el Lic. Alonso S. Perales
En estos momentos está funcionando en Austin, Texas, un Instituto para Maestros de Escuelas Nocturnas para Adultos, cuyo objeto es preparar a los maestros para el mejor desempeño de sus labores durante el próximo año escolar. Es Director del Instituto el Dr. Herschel T. Manuel, catedrático de la Universidad de Texas y buen amigo de nuestra raza. Colabora con él el Dr. Carlos E. Castañeda, Bibliotecario Latinoamericano de la Universidad de Texas. Asisten a dicho Instituto cerca de quinientos maestros de todas partes del Estados de Texas, contándose entre ellos un gran número de profesores de origen mexicano.
Hace dos años que el Gobierno Federal, en cooperación con el Gobierno del Estado y los Consejos de Educación locales, inició en Texas, al igual que en los demás Estados de la Unión, un programa de enseñanza para adultos el cual ha tenido dos fines: primero, proporcionar empleo a millares de maestros y otras personas capacitadas para enseñar; y, segundo, impartir instrucción a aquellas personas adultas que no tuvieron la oportunidad de educarse bien durante su juventud, y que hoy por hoy anhelan instruirse e ilustrarse, para ser ciudadanos más inteligentes y conscientes, y para más bien gozar de la vida. En dichas escuelas nocturnas para adultos se enseña inglés, instrucción cívica, historia, higiene, español, geografía, aritmética, y muchas otras materias. La enseñanza es gratuita.
Este año están cooperando en esta labor las dependencias siguientes: Departamento de Educación del Estado, el cual está representado por el Dr. L. A. Woods, Superintendente de Instrucción Pública del Estado; el Sr. George Fern, Director del Programa de Educación Adulta en el Estado; la Administración Federal de Auxilios de Emergencia, por el doctor L. R. Alderman, Director del Programa Educativo: de Emergencia, de Washington, D.C.; la Comisión de Auxilios de Texas, por su director el señor Adam R. Johnson; y la Universidad de Texas, por su Presidente el doctor H. Y. Benedict y el Dr. Herschel T. Manuel, Director del Programa de Enseñanza para Maestros de Educación Adulta.
El éxito alcanzado por este movimiento ha sido muy halagador. Los adultos han respondido con verdadero entusiasmo. El señor Aubrey Williams, Asistente del Administrador de Auxilios de la nación, estima que en el mes de marzo próximo pasado asistían a las clases un millón setecientos mil adultos, y que, durante el año, quinientos mil analfabetos aprendieron a leer y escribir el idioma inglés. El señor Williams calcula que aún hay en el país aproximadamente de diez a doce millones de personas que no saben leer y escribir, o que si saben, no saben hacerlo bien. De ahí que el Gobierno Federal, los Gobiernos de los Estados y las agencias educativas estén hoy día más interesadas que nunca en esta importantísima y constructiva labor, y que ya estén preparados para reanudarla en el próximo mes de septiembre.
Motivo para sentirnos muy animados y satisfechos respecto del porvenir de nuestra raza en este país, debe ser el hecho de que nuestro pueblo ha cooperado en forma debida en este grandioso proyecto educacional, a juzgar por informes recibidos de Alice, McAllen, Raymondville, Del Río, Kingsville, Laredo y otras poblaciones, en donde el mexicano ha abrazado con fe y entusiasmo la idea de educarse. Aquí en San Antonio, el año antepasado, solamente en la Escuela Sidney Lanier se matricularon mil doscientos adultos mexicanos.
Ojalá que este año nuestro pueblo responda con mayor entusiasmo aún, ya que esta es una oportunidad magnífica que debemos aprovechar.
San Antonio, Texas
agosto 28 de 1935
NOTA: Otro artículo del autor, sobre el mismo tema, fue publicado en noviembre de 1933.
Se reunió la comisión de salubridad
Se discutieron en la junta las condiciones del barrio oeste de la ciudad.
En la sesión de la Comisión de Salubridad de la Cámara de Comercio de San Antonio, verificada bajo la presidencia del Dr. Arthur R. McKinstry, el viernes al mediodía en uno de los salones del Blue Bonnet Hotel, se resolvió enviar una petición inmediatamente al Alcalde y a los Comisionados de la Ciudad, al Juez y a los Comisionados del Condado de Bexar y a las autoridades escolares, pidiendo que se establezca un departamento de salubridad completamente independiente de la política, a fin de que el problema de salubridad en San Antonio pueda ser solucionado eficientemente.
Durante la sesión se leyó un artículo editorial que apareció en uno de los periódicos locales el viernes en la tarde, en el que se citan párrafos del informe rendido por la Comisión de Salubridad de los Estados Unidos de América sobre las condiciones sanitarias en que se halla la ciudad de San Antonio. Refiriéndose a uno de dichos párrafos que dice:
“Tal vez no haya una ciudad en Texas donde se necesite tanto el servicio médico contra las enfermedades venéreas como en San Antonio. Esto se debe principalmente a la anormalmente grande población mexicana y a la proximidad de un gran fuerte militar”.
El Lic. Alonso S: Perales, miembro de la Comisión de Salubridad de la Cámara de Comercio de San Antonio, dijo lo siguiente:
“Deseo hacer aquí la misma aclaración que hice, hace poco, cuando esta Comisión se reunió juntamente con el Consejo Directivo de la Cámara de Comercio, en el Hotel Plaza, para discutir este importante asunto. Lamento sobremanera que la Comisión de Salubridad de los Estados Unidos de América, al escribir su informe no se haya comunicado conmigo para haberles sugerido que dijeran TODA LA VERDAD”. Y luego agregó el Lic. Perales:
“La causa de la mucha enfermedad venérea en San Antonio no se debe a la existencia de una gran población mexicana, sino a la existencia de un gran distrito de casas de asignación en la parte occidental de la ciudad, en contra de la voluntad del pueblo mexicano. El pueblo mexicano de San Antonio repetidas veces le ha pedido al Alcalde y a los Comisionados de la Ciudad que cierren dichas casas de asignación ubicadas en la parte occidental de la ciudad y estos se han rehusado a hacerlo. Claro está que si no hubiera tales cuartos en esta ciudad no habría enfermedades venéreas. Somos, pues, víctimas del descuido de nuestros funcionarios municipales y de la indiferencia de nuestros amigos y conciudadanos angloamericanos en general. Lo mismo es cierto respecto de las habitaciones miserables que existen en la barriada mexicana y a las cuales se refiere también dicha Comisión Federal en el informe aludido. Hay corrales y jacales en estado ruinoso y antihigiénico, y, sin embargo, las autoridades municipales de San Antonio y los dueños de dichos corrales y jacales esperan que el arrendatario mexicano viva en ellos”.
Asistieron a dicha sesión el Dr. T. J. McCamant, Director de Salubridad de la Ciudad de El Paso, Texas; el Rev. Arthur R. McKinstry, Presidente de la Comisión de Salubridad de la Cámara de Comercio de San Antonio; el Dr. Thomas Dorbandt; el Dr. W: B. Russ; el Rev. A. C. Tranchese; el Rabí Ephrain Frisch; el Lic. Alonso S. Perales; el Ing. Terrell Bartlett; el Lic. Oscar Powell;el señor P. G. Lucas, el Dr. E. V. DePew; el Dr. T. N. Goodson; el Mayor C. G. Sinclair, del Fuerte Sam Houston, y el Sr. R. Wm. Archer, Gerente General de la Cámara de Comercio.
[La Prensa, San. Antonio, Texas, noviembre 3 de 1935]
Otra protesta con respeto a las pensiones
La formula el Concilio 16 de la Liga de ciudadanos unidos latinoamericanos
En la sesión celebrada por el Concilio No. 16 de la Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos, la noche del 13 del actual, se resolvió unánimemente y por iniciativa del Lic. Alonso S. Perales, enviar un telegrama al Gobernador James V. Allred, y a los miembros de la Legislatura que representan a este distrito, protestando contra la distinción desfavorable que se ha hecho contra ciudadanos de origen mexicano en la ley de pensiones que acaba de ser adoptada por ambas cámaras de la Legislatura. Se resolvió, además, notificar al presidente general de la Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos, de este paso dado por el Concilio No. 16, con la súplica de que inmediatamente se dirija por la vía telegráfica a todos los concilios de la Liga de Texas, instándolos a que telegrafíen sus protestas sobre el mismo asunto al Gobernador Allred y a sus respectivos representantes en la Legislatura.
Al entrevistar al Lic. Alonso S. Perales, para recoger su opinión sobre este asunto, nos dijo:
“La distinción desfavorable que se ha hecho en la ley de pensiones contra ciudadanos de origen mexicano es muy injusta, puesto que, como todos sabemos, el dinero con que dichas pensiones van a ser pagadas será aportado, en forma de contribuciones, por todos los ciudadanos y residentes del Estado de Texas, sin distinción de raza o color. Siendo así, no sería justo que a un ciudadano de origen sajón se le diera una pensión de treinta dólares y que a un ciudadano de origen mexicano se le fijara una de diez o quince solamente.
“No es cierto que para algunos mexicanos una pensión de treinta dólares sería un lujo, y menos en estos días de crisis en que es muy poco lo que se puede comprar con un dólar. Eso de ver un problema económico a través del anteojo sociológico y de hablar de normas de vida (standards of living) está bueno para épocas normales y no en tiempos de depresión. Si el mexicano tiene una norma de vida más bajá que el angloamericano es porque no se le paga lo que vale su trabajo, y no porque sea de su agrado guardar esa norma. En otras palabras, el mexicano en Texas es víctima de la explotación.
“La tendencia de nuestros conciudadanos angloamericanos de Texas debería ser: estimular el progreso del mexicano en vez de tratar de mantenerlo en el estado retrógrado en que ellos mismos le han colocado. Páguenle a los mexicanos salarios y jornales iguales a los que se les pagan a los angloamericanos y verán como su norma de vida sube también”.
[La Prensa, San Antonio, Texas, noviembre 15 de 1935]
Defendiendo a unos mexicanos humildes ante el Consejo de servicio civil de policía y bomberos de San Antonio, Texas el día 13 de noviembre de 1935
Acabamos de escuchar las declaraciones de los testigos de cargo en la queja presentada por el señor Prof. Manuel A. Urbina y demás señores. Se trata de un oficial que ha obrado arbitrariamente, y lo que es peor, ha insultado vilmente, no solamente a los quejosos y a sus acompañantes en aquella ocasión, sino a toda una raza—la digna raza mexicana. Más aún, lo ha hecho en presencia de damas y niños.
Estamos dispuestos a pasar por alto las arbitrariedades de dicho oficial en lo que se refiere al arresto injustificado que hiciera del señor profesor; estamos conformes con pasar desapercibidos los disparos que el oficial hiciera en presencia del grupo allí reunido; pero lo que no estamos dispuestos a tolerar y por lo que protestamos enérgicamente es por las palabras profanas y soeces que a las personas allí presentes, incluyendo damas y niños y, en verdad, a toda nuestra raza, dirigiera el oficial aludido, según testimonio de los declarantes. Hemos probado fuera de toda duda que el oficial mencionado cometió las arbitrariedades y los delitos de que está acusado. Los declarantes, aunque humildes, son personas honorables y dignas de creencia. A este respecto he observado con extrañeza que algunos de los miembros de esta Honorable Comisión han interrogado a los declarantes respecto de su ciudadanía. Deseo hacer constar que conforme a la Constitución y leyes de nuestro país los ciudadanos de México tienen ciertos derechos bien definidos, y uno de esos derechos es el de formular cargos contra funcionarios públicos abusivos, y la palabra de esos ciudadanos mexicanos es tan buena y válida como la de ciudadanos americanos. Y viceversa, la palabra de un ciudadano americano es tan buena y válida ante los tribunales mexicanos como la de un ciudadano mexicano. No debiera, pues, ponerse en duda la palabra de los tres humildes pero honrados ciudadanos mexicanos que hoy han venido a declarar contra el oficial mencionado, simplemente porque son ciudadanos de México o porque opinan que la guerra de Italia contra Etiopía es una de las injusticias más grandes de nuestro siglo. Es su derecho constitucional decir lo que piensan, aunque ya hemos visto, por las pruebas convincentes hoy presentadas, que el susodicho oficial respondió que a él no le importaba nada de la Constitución de los Estados Unidos de América.
La verdad es, señores, que el oficial aludido abusó de su autoridad en el caso que nos ocupa, y ya es tiempo de que se le ponga fin a esos abusos. Estoy seguro de que ninguno de los cuatro declarantes de cargo está especialmente interesado en que ustedes desocupen al oficial mencionado y priven así del pan de cada día a su esposa e hijos, pero sí, esperan que esta Honorable Comisión le imponga algún castigo para que asimismo sepan de una vez por todas, él y todos sus colegas policías, que los mexicanos al igual que los demás ciudadanos y habitantes de nuestra ciudad cosmopolita, tienen derechos que deben ser respetados por todo funcionario y empleado público, no importa cual sea su categoría, y TIENEN QUE RESPETARLOS. Otra cosa: que deben y TIENEN QUE RESPETAR a la mujer mexicana por humilde que sea.
Repito, con abundancia de pruebas hemos establecido fuera de toda duda las acusaciones formuladas por los quejosos, y, por lo tanto, el veredicto de esta Honorable Comisión debe ser que el acusado es CULPABLE, y debe imponerle un castigo adecuado, en justicia para las víctimas del atropello y en bien de esta comunidad.
La asociación de padres y maestros
Por el Lic. Alonso S. Perales
La asociación de padres y maestros fue fundada en Washington, Distrito de Colombia, el 17 de febrero de 1897.
Los objetos y fines de dicha asociación son:
PRIMERO: Promover el bienestar de la niñez en el hogar, la escuela, la iglesia y la comunidad; elevar las normas de la vida hogareña, obtener leyes más adecuadas para el cuidado y protección de la niñez.
SEGUNDO: Estrechar las relaciones entre el hogar y la escuela a fin de que los padres y los maestros puedan cooperar inteligentemente en la educación de la niñez, y desarrollar entre educadores y el público en general esfuerzos unidos que obtengan para todos los niños las mayores ventajas en educación física, mental, moral y espiritual.
Como se ve, los principios básicos de esta sociedad son realmente sublimes por cuanto tiende a la protección y adelanto de nuestra niñez. Nosotros los latinos deberíamos de procurar que todas las escuelas en que se educan niños mexicanos contaran con una asociación de padres y maestros.
Nuestra niñez de hoy serán los hombres del mañana; y de esos hombres surgirán los futuros líderes de nuestra raza. La talla de esos líderes dependerá del esmero que pongamos ahora en la preparación intelectual y moral de esos niños. Es decir, si les damos una buena educación, y les formamos bien el carácter durante los primeros años de su vida, serán líderes constructivos, que es precisamente la clase de líderes que necesitamos para que el progreso de nuestro pueblo en Texas sea más rápido. Ahora bien, esa preparación constituye un verdadero problema de cuyas diversas fases se ocupa La asociación de padres y maestros. Y así, por ejemplo, La asociación trata de la ciudadanía, de protección juvenil, de recreación, de higiene y educación de la niñez, de la educación de los padres, del ahorro, etc., etc.
La asociación tiene sucursales en todos los Estados de la Unión americana así como en el Distrito de Colombia y en Hawái. El día 15 de abril de 1931 el número total de socios ascendía a 1,511,203, y el número de sociedades a 22,000. En el año escolar de 1930-1931, 17 colegios y universidades dieron cursos sobre el movimiento de padres y maestros. El órgano oficial de La asociación se llama Revista de bienestar infantil y tiene una circulación de 66,000 ejemplares. Además la asociación imprime y distribuye folletos sobre una infinidad de tópicos relacionados con la niñez. Todo esto demuestra que la Asociación de Padres y Maestros es una organización seria y valiosísima, y merece el apoyo y la cooperación de todos los padres que tengan hijos en la escuela.
San Antonio, Texas
diciembre de 1935
Solicitando facilidades escolares para nuestra niñez
[Tomado de La Prensa, de San Antonio, Texas, enero 30 de 1936]
En la Corte del distrito se ventila un juicio en contra del Consejo escolar
Los demandantes son representantes de la South Side School Patrons League con intervención de los directores del Concilio No. 16 de los “Lulacs”.
El martes, a las dos de la tarde, principió a ventilarse el juicio que los señores C. C. Hudson y demás personas socias de la South Side School Patrons League entablaron en contra del Distrito escolar independiente de San Antonio y los miembros del Consejo escolar respectivo tendiente a evitar que el referido Consejo escolar prosiga con el programa de construcciones que ha formulado y que está para llevar a efecto. Los demandantes solicitan una orden de la Corte de distrito restringiendo la acción del Consejo escolar, pues dichos señores demandantes sostienen que el Consejo escolar tiene la obligación de construirles una escuela secundaria en la parte sur de la ciudad. El Consejo escolar sostiene que no debe construir tal escuela porque no se necesita; que donde sí debe construir escuelas adicionales es en la parte occidental de la ciudad, donde cuatro mil niños asisten a la escuela únicamente medio día por falta de espacio.
El Consejo escolar está representado en este importante juicio por la firma de Hicks, Dickson and Lange, estando en servicio activo en la Corte los licenciados Charles M. Dickson y N. A. Quintanilla, socios de dicha firma.
El Consejo escolar basa su actitud en estudios e investigaciones hechas por el Consejo mismo y por expertos de la Universidad de Texas que vinieron a esta ciudad hace poco expresamente con el objeto de estudiar la situación escolar y hacer sus recomendaciones.
Los demandantes tienen como representantes a los licenciados Robert W. B. Terrell y J. C. Hall.
El Concilio No. 16 de la Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos, que está profundamente interesado en adquirir facilidades escolares adecuadas para la niñez de la parte occidental de la ciudad, y que ha venido luchando desde hace dos años para obtenerlas, intervino en dicho juicio el martes en la tarde, teniendo como abogados a la firma de Davis, Wright y Perales, y estando en servicio activo en la Corte el Lic. Alonso S. Perales. La petición de intervención de los “Lulacs” fue presentada en nombre de los señores Matías C. Trub, Presidente del Concilio No. 16; Pablo A. Meza, Presidente de la Comisión de Facilidades Escolares; Lic. Alonso S. Perales, Florencio R. Flores, teniente coronel Francisco L. Chapa, Max García, Wenceslao Martínez, Lic. Pablo G. González, Gregorio R. Salinas y E. F. Gariel, todos socios del Concilio No. 16.
Los socios de la Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos sostienen que la Corte debe negar la petición de los demandantes socios de la South Side School Patrons League, por la sencilla razón de que una Comisión de peritos de la Universidad de Texas ha declarado oficialmente, después de hacer un estudio minucioso de la situación, que no se necesita una escuela secundaria en la parte sur de la ciudad, y que donde en realidad se necesitan muchas escuelas elementales es en la parte occidental de la ciudad, y que allí es donde deben construirse.
El martes presentaron sus argumentos el licenciado J. C. Hall, en representación de la South Side School Patrons League, y el licenciado Alonso S. Perales, abogado representante del Concilio No. 16 de la Liga de ciudadanos unidos latinoamericanos. El licenciado Perales primero leyó la petición de intervención y en seguida dijo, entre otras cosas, lo siguiente:
“Uno de los fines principales de la Liga de ciudadanos unidos latinoamericanos es: ‘Desarrollar dentro de los miembros de nuestra raza el mejor, más puro y perfecto tipo de un verdadero y leal ciudadano de los Estados Unidos de América’. Siendo así, claro está, Vuestra Señoría, (dirigiéndose al Juez) que estamos profundamente interesados en la educación de nuestra niñez; claro está que es nuestro deber luchar, como desde hace dos años venimos laborando, porque el Consejo escolar de San Antonio construya más escuelas elementales en la parte occidental de la ciudad; pues de lo contrario no podremos producir esos puros y perfectos tipos de verdaderos ciudadanos americanos que nos proponemos desarrollar. A raíz de nuestra lucha pro-facilidades escolares hicimos un estudio cuidadoso y concienzudo de la situación escolar existente, y encontramos que para poder educar propiamente a nuestra niñez de la parte occidental, necesitaríamos por lo menos ochenta y cuatro cuartos más. Nos presentamos ante el Consejo escolar en solicitud de facilidades escolares más amplias, una, dos, tres y muchas veces. Por fin, el Consejo escolar oficialmente nos aseguró que nos darían dichas facilidades escolares, pues que ellos también estaban convencidos de que había urgente necesidad de ellas; que tanto la Comisión de peritos de la Universidad de Texas, como una Comisión del propio Consejo escolar, encabezada por el Superintendente J. C. Cochran, eran de la misma opinión y así lo habían recomendado; que el dinero estaba listo y la construcción de dichas escuelas principiaría en seguida. Ahora, cuando nosotros ya considerábamos el asunto como un hecho consumado, vienen los señores de la South Side School Patrons League a pedirle a la Corte de distrito que le ordene al Consejo escolar que no gaste el dinero en construir escuelas donde se necesitan, sino que lo gaste donde no se necesitan, a saber, en la parte sur de la ciudad.
Refiriéndome brevemente a la fase puramente legal de este asunto, declaro respetuosamente que este Honorable Tribunal no tiene jurisdicción sobre esta causa, por la sencilla razón de que las decisiones de las cortes son uniformes en el sentido de que:
Primero. Los Consejos escolares tienen el poder y las facultades discrecionales y demás para gastar los fondos escolares con fines que sean razonablemente necesarios para el mantenimiento de las escuelas. Fallo en punto: Adams v Miles (Civ. App.) 300 S. W. 211.
Segundo. En lo que se refiere a la súper vigilancia judicial sobre los actos de un consejo escolar, en la causa de Barton v Vickery [Civ. App.], 189 S. W. 1103, se falló que cuando los residentes agraviados de un distrito escolar se quejaron ante el consejo escolar, luego apelaron la causa ante el superintendente de escuelas del condado, después ante el superintendente de instrucción pública del estado y luego ante el Consejo de educación del estado, sin conseguir la ayuda que solicitaban contra los presuntos actos ilegales del consejo escolar de su distrito, la Corte de distrito tenía jurisdicción para supervigilar los actos del consejo escolar, “siempre que estos hubiesen abusado de sus facultades discrecionales”. En la causa que nos ocupa, los demandantes no están en condiciones de probar que el Consejo Escolar de San Antonio ha abusado de sus facultades discrecionales al rehusarse a construir en la parte Sur de la ciudad una escuela que, según la opinión de expertos de la Universidad de Texas y de muchas otras personas capacitadas, no se necesita. Los que sí estaríamos en posición de recurrir ante este Honorable Tribunal en solicitud de amparo seríamos nosotros los socios de la Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos, en caso de que el Consejo escolar se rehusase a proporcionarnos las facilidades escolares que necesitamos urgentemente, y a que tenemos derecho conforme a la Constitución y leyes de nuestro país”.
A continuación, el licenciado Perales citó varios otros fallos en apoyo de su tesis, y concluyó con las palabras siguientes:
“Finalmente, Vuestra Señoría, en vista de todas las razones ya expuestas, humilde y respetuosamente rogamos a este Honorable Tribunal que niegue a los demandantes la orden restrictiva que solicitan, a fin de que el Honorable Consejo escolar pueda llevar a cabo, sin más demora, la construcción de escuelas en la parte occidental de la ciudad, y que nuestra niñez mexicana pueda educarse propiamente y colocarse así en condiciones de gozar de todas las prerrogativas de la libertad y la civilización a que todo ciudadano tiene derecho en nuestro país”.
A propósito de un concurso para embellecer solares
Por el Lic. Alonso S. Perales
Hace poco más de un mes que el alcalde de la ciudad de San Antonio expidió, a propósito del concurso para embellecer solares, una proclama, expresando, entre otras cosas, lo siguiente:
“POR CUANTO, este año San Antonio goza de la distinción de cumplir doscientos dieciocho años y, además, le cabe el honor de haber conservado su atmósfera, típicamente española, de belleza, leyenda, romance y canción, traída al sur de Texas por sus colonos españoles, y
POR CUANTO, el Consejo de Bienes Raíces de San Antonio se halla listo, por medio de su concurso anual de embellecimiento de solares, para aportar su contingente de servicio de comunidad con el fin de ayudar a promover el orgullo cívico y la salud de la comunidad, y estando especialmente deseoso de que San Antonio llegue a ser “La ciudad bella de Texas en el año de 1936” —el año del Centenario de Texas— y será ayudado en sus esfuerzos por la Federación de clubes de mujeres de esta ciudad, asegurando así para San Antonio una campaña intensa tendiente a aumentar la belleza de nuestra ciudad, lo cual aumentará considerablemente el goce y el placer de nuestros visitantes del centenario de 1936, y
POR CUANTO, un programa de esta naturaleza siempre recibe la aprobación entusiasta de los Comisionados de la ciudad y merece la cooperación activa de todo ciudadano y dueño de hogar de San Antonio,
POR TANTO, yo, el Alcalde Interino de la Ciudad de San Antonio, expido esta proclama, y designo los próximos meses de marzo, abril y mayo como el tiempo para embellecer los hogares, y exhorto a todos los ciudadanos de San Antonio a que respalden al Consejo de bienes raíces de San Antonio en este movimiento cívico, y a que, en cuanto sea posible, ayuden a hacer que San Antonio figure, en 1936, como una de las ciudades más atractivas de América”.
¡Qué iniciativa más bella y constructiva para nuestra comunidad!
Ahora bien, habiendo el Consejo de bienes raíces de San Antonio solicitado la cooperación del Concilio No. 16 de la Liga de ciudadanos unidos latinoamericanos, este núcleo de ciudadanos entusiastas y sinceros no ha vacilado en responder al llamado, puesto que los LULACs estamos interesados en todo movimiento que tienda al progreso y bienestar del pueblo mexicano en este país.
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He aquí una magnífica oportunidad para que los mexicanos de San Antonio les demostremos a nuestros conciudadanos y vecinos angloamericanos qué nos agrada cooperar en todo movimiento cívico que tenga por objeto mejorar, dignificar y embellecer la comunidad en que vivimos. Vamos respondiendo al llamado que sé nos hace.
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No podemos defeccionar. Fracasar sería un terrible desastre moral para nosotros los mexicanos de San Antonio, y nosotros los LULACs que quisiéramos ver a todos nuestros hermanos de raza colocados en el lugar digno y decoroso que les corresponde, nos sentiríamos tan apenados como desmoralizados.
[La Prensa, San Antonio, Texas, abril 11 de 1936]
A propósito de la convención de la Asociación anti-tuberculosis del Estado de Texas
Por el Lic. Alonso S. Perales
Los días 17 y 18 del actual se verificará en Harlingen, Texas, una importantísima Convención de la Asociación Anti-Tuberculosis del Estado de Texas, de la cual es Presidente la Doctora Elva A. Wright, de Houston. El objeto de la reunión será tratar extensamente el tópico de la tuberculosis; es decir, su existencia, los métodos que se están empleando para combatirla, lo que está haciendo la Asociación para contrarrestarla, etc. La Doctora Wright desea que el pueblo mexicano se interese en este problema y asista a la Convención de Harlingen.
Las estadísticas demuestran que un alto porcentaje de las personas que sufren de tuberculosis, especialmente en el sur de Texas, se hallan entre el pueblo mexicano, motivo por el cual gran parte de la magnífica labor que hacen la Asociación Anti-Tuberculosis del Estado de Texas y las Asociaciones de los diversos condados se efectúa entre los de nuestra raza.
Ha llegado el tiempo de que nuestros líderes en Texas manifiesten mayor interés en nuestros propios problemas. Hay muchas personas de origen mexicano que constantemente declaran su cariño por su interés en el progreso y bienestar del pueblo mexicano. No sé de oportunidades mejores para probar la sinceridad de esas declaraciones que asistiendo y tomando parte activa en convenciones como la que la Asociación Anti-Tuberculosis de Texas celebrará en Harlingen próximamente.
[La Prensa, San Antonio, Texas, abril 14 de 1936]
A las mesas redondas Panamericanas, Clubes de Rotarios, Leones y Kiwanis, Cámaras de comercio y demás organizaciones interesadas en formar buena voluntad y cooperación entre los pueblos de México y los Estados Unidos de América
Dirijo a ustedes la presente para indicarles, respetuosamente un asunto muy importante que requiere la atención inmediata de todas las sociedades que sinceramente desean la amistad del pueblo mexicano. Me refiero a la frecuencia con que ciudadanos mexicanos son heridos y muertos en Texas, por ciudadanos angloamericanos, y a las numerosas ocasiones, tan frecuentes que ya es una costumbre, en que ciudadanos mexicanos dedicados a labores agrícolas, son privados de sus cosechas por terratenientes angloamericanos. Tengo en mi mente algunos casos muy recientes, a saber, el caso de los hermanos Nicolás y Simón Hernández, quienes, sin motivo alguno, fueron brutalmente ultrajados en el Condado de Zavalla por oficiales de la ley; y el caso de Modesto Herrera, quien, cuando iba caminando a pie, para su hogar, acompañado de sus dos hijas mayores, fue agredido por un Frank Bradshaw, en Austin, Texas; causándole la muerte y dejando a la familia del extinto, consistente de su esposa y diez hijos, en lastimosas circunstancias. La investigación demuestra, además, que cuando la víctima, indefensa e infortunada, fue llevada a un hospital público, en Austin, se le negó atención médica. Por lo que respecta a Nicolás Hernández, éste recibió tres balazos y fue dejado abandonado a morir. Afortunadamente, un amigo de Nicolás lo llevó a un hospital particular, salvándole así la vida, de momento por lo menos, pero su condición es en extremo grave y las autoridades del hospital declaran que aun en el caso de que Nicolás continúe viviendo, quedará paralítico por el resto de su vida. No hay hospital público en el Condado de Zavalla y los Comisionados del Condado se rehusaron a pagar los gastos del hospital, no obstante que el daño fue causado por un oficial de la ley, deliberada e injustamente, y que la víctima no tiene un solo centavo. En el caso de Nicolás no se ha arrestado a nadie, y aunque se arreste al malhechor, seguro es que no se le castigará, y el culpable de la muerte de Herrera se halla libre bajo una ínfima fianza de mil dólares; y ahora falta ver si en la capital de nuestro estado se castiga a los que privan de la vida, injusta e innecesariamente, a mexicanos pacíficos e indefensos.
Por lo que se refiere a los casos en que ciudadanos mexicanos son privados de sus cosechas por los dueños de las tierras, son tantos que podrían formar una legión. Casi todos los casos son como el siguiente: un terrateniente angloamericano concerta un acuerdo con un agricultor mexicano, conforme al cual éste se obliga a levantar las cosechas, y el terrateniente angloamericano se compromete a darle una parte de las mismas. Ya cuando la cosecha está lista para ser levantada, el angloamericano, con cualquier pretexto, corre al mexicano de su rancho sin darle nada de la cosecha. O, a veces, le ofrece una ínfima parte de lo que en realidad te corresponde.
Yo sé que la reacción inmediata de ustedes a lo anterior será decir que el mexicano agraviado tiene su remedio en la corte. Y, normalmente, esto sería cierto. Pero es el caso que en casi todas. las poblaciones y ciudades de Texas existe una situación anormal creada por el prejuicio racial. La opinión pública no favorece al mexicano y, por ende, con pocas excepciones, en tratándose de controversias entre mexicanos y angloamericanos, el mexicano está perdido antes de empezar a defenderse.
La situación, pues, siendo lo que es, no tiene más que un remedio práctico y es el de cambiar la opinión pública; es decir, crear una inteligencia de simpatía en las mentes y corazones de nuestros conciudadanos y amigos angloamericanos de Texas hacia el mexicano. Y aquí es, precisamente donde sus organizaciones pueden rendir un grandísimo servicio. Ustedes anhelan estrechar las relaciones entre nuestras dos grandes razas. Ustedes están interesados en el panamericanismo. Por lo tanto, a ustedes corresponde afrontar este problema y solucionarlo, y ustedes pueden hacerlo. Sus clubes y sociedades son influyentes en las comunidades en que existen. Ustedes pueden, en nombre de sus organizaciones, escribir artículos a menudo, en sus periódicos y revistas locales y pueden sustentar pláticas y conferencias ante los diversos clubes y organizaciones, haciendo hincapié en las virtudes y las buenas cualidades del pueblo mexicano, y formar así, en las mentes de sus lectores y oyentes, una actitud de simpatía hacia el pueblo mexicano. No deben ustedes vacilar en ser campeones de la digna causa del mexicano por temor de que se les llame querientes de los mexicanos. A aquellos que así les llamaren pueden ustedes contestar que ustedes son VERDADEROS AMERICANOS, Y GENUINOS —NO HIPÓCRITAS— PANAMERICANOS. Ha llegado el tiempo de que salgan los verdaderos amigos angloamericanos del pueblo mexicano, y que abiertamente exijan e insistan en que se haga justicia a los mexicanos en Texas; en que se les trate como seres humanos y no como esclavos y seres despreciables. Necesitamos muchos defensores de origen anglosajón que nos defiendan en la tribuna y en la prensa. Por lo que respecta a nosotros, personas de origen mexicano, ustedes pueden tener la seguridad de que ya estamos haciendo, y continuaremos haciendo, nuestra parte a fin de merecer de nuestros amigos angloamericanos el reconocimiento y el respeto que exigimos. Pero nuestros esfuerzos serán infructuosos sin el apoyo y la cooperación de ustedes.
Ahora bien, como argumentos al defender la causa del mexicano, pueden ustedes citar los hechos irrefutables de que este territorio perteneció al pueblo mexicano; que los mexicanos han ayudado a hacer de Texas lo que es hoy y por último, pero no lo de menos, que México es el mejor marchante extranjero que tiene el Estado de Texas y por lo mismo, aun cuando viéramos este asunto del punto de vista puramente económico, el pueblo de Texas estaría bien recompensado al hacer justicia a los mexicanos radicados en este Estado. Al fin y al cabo, México tiene su remedio. México compra en Texas más mercancías que las que Texas compra en México. Si el pueblo de Texas no trata a los nacionales mexicanos con la justicia que se merecen, México puede dejar de comprar mercancías en Texas, o quizá en todos los Estados Unidos. No digo que México hará esto. Únicamente llamo la atención a lo que el pueblo de México puede hacer si nosotros los texanos los hacemos que pierdan la paciencia.
A este respecto júzgolo oportuno aseverar que las estadísticas del Negociado de Comercio Interior y Exterior de los Estados Unidos demuestran que en el año de 1935 los Estados Unidos importaron $42,326,000.00 de artículos de México y exportaron para dicho país $65,576,000.00 de mercancías.
Esto por lo que toca al mal trato que se da a los ciudadanos mexicanos en Texas. A continuación voy a aludir brevemente a la situación de los ciudadanos americanos de origen mexicano. Es idéntica a la de los ciudadanos mexicanos.
La Liga de ciudadanos unidos latinoamericanos, una organización cívica y patriótica, de la cual el que esto escribe es uno de los fundadores y socio activo, se propone producir dentro de los miembros de nuestra raza el mejor, más puro y perfecto tipo de un verdadero y leal ciudadano de los Estados Unidos de América. Naturalmente, a fin de lograr nuestro objetivo necesitamos, en primer lugar, facilidades escolares adecuadas para nuestra niñez. Pero sucede que en la mayoría de las poblaciones y ciudades de Texas las facilidades escolares provistas para la niñez mexicana son muy inferiores a las disponibles para los niños angloamericanos y, en algunas poblaciones, como en Ozona, por ejemplo, nuestra niñez no recibe instrucción secundaria porque las autoridades escolares se rehúsan a permitirles que asistan a la escuela superior juntamente con los estudiantes angloamericanos. Y lo que es verdad respecto de facilidades escolares lo es también respecto de otras facilidades muy esenciales para nuestro progreso como ciudadanos. Es un hecho indiscutible que en Texas, hablando en términos generales, una persona de origen mexicano, sea ciudadano de México o de los Estados Unidos, se halla grandemente cohibido por el prejuicio racial. Y, sin embargo, nosotros los texanos nos damos a tener banquetes para en floridos discursos vocear sentimientos de buena voluntad y solidaridad internacional, sin darnos cuenta de que por lo que toca al pueblo de México, sólo nos podemos ganar sus corazones haciendo justicia a los mexicanos en Texas y no con banquetes ni manifestaciones superficiales de buena voluntad.
En resumen, pues, si hemos de conocer el verdadero panamericanismo y si hemos de establecer más firmemente en nuestro Estado el americanismo legítimo y genuino, debemos poner punto final a esta infortunada situación, y esto solo se puede lograr mediante una campaña, iniciada y desarrollada, constante y resueltamente, por personas de origen anglosajón, tendiente a reemplazar la presente actitud de prejuicios e injusticias para los mexicanos en Texas con una atmósfera de simpatía, amistad y justicia.
Alonso S. Perales
San Antonio, Texas
mayo de 1936
Protesta contra unos versos ofensivos para el pueblo mexicano
San Antonio, Texas
mayo 20 de 1936
Honorable R. S. Menefee
Presidente del Consejo escolar de San Antonio
San Antonio, Texas
Estimado Sr. Menefee:
En nombre del Concilio No. 16 de la Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos, protesto enérgicamente contra la publicación en “If Crickets Hear” (un libro de versos originales publicados por estudiantes de la Escuela Superior Thomas Jefferson) de dos versos titulados “The Tortilla Makers” y “Peons” (páginas 65 y 66), copias de los cuales acompaño a la presente.
Excuso decirle que estos versos no hacen justicia al pueblo mexicano y sí hacen mucho daño a la causa de cooperación interracial y buena voluntad.
Mucho hemos de agradecerle se sirva ordenar que se supriman dichos versos antes de que el libro entre en circulación.
Muy atentamente,
Alonso S. Perales
Presidente de la Comisión de justicia
Concilio No. 16, Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos
Nuestra próxima convención y el porvenir de nuestra niñez escolar
Por el Lic. Alonso S. Perales
Los días 6 y 7 del presente mes tendrá verificativo en Laredo, Texas, la séptima convención anual de la Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos, organización cívica integrada por ciudadanos americanos de origen mexicano que tiene por objeto efectuar la evolución intelectual, económica, política y social del mexicoamericano, y de nuestra raza en general en este país. Es decir, queremos que el mexicoamericano progrese más rápidamente que nunca y se eduque lo más posible; que cumpla con todas sus obligaciones de ciudadano y que al mismo tiempo aprenda a exigir, cortés pero firmemente, respeto para sus derechos constitucionales. El ciudadano ideal es el que cumple con sus obligaciones de ciudadano y al mismo tiempo sabe defender sus derechos como tal. Muy interesados estamos también en el progreso de toda nuestra raza. El suscrito tiene el honor de ser ex-presidente general y uno de los fundadores de la Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos. Soy, y siempre he sido, un socio muy activo de nuestra Liga por la sencilla razón de que, en mi concepto, es la mejor organización que existe para el progreso del mexicoamericano y de nuestra raza en general en este país. La Liga de ciudadanos unidos latinoamericanos fue fundada en Corpus Christi, Texas, el día 17 de febrero de 1929. Para formarla se fusionaron tres grupos de ciudadanos; a saber, la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos, consistente de nueve concilios, la cual había sido fundada, por iniciativa del que esto escribe, en Harlingen, Texas, el día 14 de agosto de 1927; el Concilio de Corpus Christi de la Orden Hijos de América, y la Orden Caballeros de América, consistente de un concilio solamente, de San Antonio, Texas.
Nuestra Liga ya ha puesto en práctica sus principios y a medida que se han ido conociendo sus trabajos ha ido creciendo su popularidad. Por ejemplo, un representante de esta Sociedad, el Sr. Ben Garza, de Corpus Christi, Ex-Presidente General y uno de los fundadores de nuestra Liga, compareció ante el Comité de Migración del Congreso de los Estados Unidos de América, en Washington, en enero de 1930, y refutó el cargo de que los ciudadanos mexicanos que vienen a este país residen aquí casi toda su vida y jamás adoptan la ciudadanía Americana. Se trataba de imponerle una cuota a México tal como se ha hecho con países extranjeros, y uno de los argumentos presentados contra los ciudadanos mexicanos fue el que acabo de mencionar.
Nuestra Liga volvió a demostrar su valor cuando las autoridades de uno de los distritos escolares de Del Río, Texas, se propusieron segregar a nuestra niñez en las escuelas públicas de dicho distrito. En este caso nuestra Liga cooperó con el Comité Pro-Defensa Escolar de Del Río.
La causa fue llevada ante la Corte Suprema de los Estados Unidos, y aunque el resultado no fue tan halagador como se esperaba, se ganó mucho terreno, pues la Cuarta Corte de Apelaciones Civiles falló que sería ilegal segregar a los alumnos mexicanos en las escuelas públicas de Texas nada más porque son de origen mexicano.
Por otra parte, nuestra Liga ha hecho muy buena labor en el campo cívico. Además de predicar constantemente el evangelio de la educación, se ha esforzado porque todos sus socios voten inteligentemente y procuren elevar a puestos públicos a hombres que nos den la justicia cuando la merecemos. Nuestra Liga no es una organización política partidista. Sus actividades políticas se concretan a aconsejar que todos los latinoamericanos paguen el impuesto electoral y que voten inteligentemente y a consciencia; que procuren elegir a hombres que nos gobiernen eficiente y honradamente y que sean buenos ciudadanos de los Estados Unidos de América; que tengan especial cuidado de no elevar a puestos públicos a individuos que odien a nuestra raza. Pero nuestra Liga nunca endosa, ni puede endosar, a candidatos, y cada socio está en completa libertad para votar como le dé su gana. En cuanto a la fase esencialmente cívico-social de nuestras labores, basta leer el resumen de los trabajos realizados por el Concilio No. 16 de San Antonio, Texas, desde junio de 1935 hasta junio de 1936 para convencernos de lo que significa nuestra Liga para el progreso y el bienestar de nuestra raza en este país. El Concilio No. 16 de San Antonio, Texas, tiene las comisiones siguientes laborando activa y constantemente: Educación, Facilidades escolares, Jóvenes exploradores de América, Auxilio jurídico, salubridad, Anti-casas de asignación, Casas de habitación, Centros de recreo, Impuesto electoral y Justicia. Si cada ciudad del Estado de Texas contara con un concilio de la Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos activo y laborioso como el Concilio No. 16, o con alguna otra organización cívica integrada por hombres y damas bien dispuestos a trabajar con entusiasmo y constancia por el bien colectivo, es indiscutible que el progreso de nuestra raza en Texas sería muy rápido. Pronto nos elevaríamos; pronto nos destacaríamos como un pueblo progresista. Y entre paréntesis, a propósito de progreso, debemos convencernos de que nuestro progreso es absolutamente indispensable para obtener el reconocimiento y respeto que exigimos como ciudadanos o como residentes de este país; pues está claro que mientras que continuemos retirando de la escuela a nuestros hijos en cuanto llegan al tercer grado como acostumbra hacerlo gran parte de nuestro pueblo, no obstante que la educación de la niñez es compulsoria; y mientras que no procuremos el aseo de nuestras personas y de nuestras propiedades, no conseguiremos lo que anhelamos. En otras palabras, constantemente se nos tilda de ignorantes y sucios. Nuestra es, pues, la obligación de probar que no es cierto, y la única manera de hacerlo es con hechos y no con palabras. Es decir, educándonos lo más posible, procurando nuestro aseo personal y el de las casas y solares en que vivimos. Nuestra apariencia personal y el aspecto de nuestros hogares tienen mucho que ver con la opinión que otras personas se forman de nosotros.
La Convención anual de Laredo será muy atractiva, interesante e instructiva debido a que la comisión de preparativos, constituida por dos selectos grupos de damas y caballeros dirigidos por la señora R. G. García y el Sr. Juan G. Villarreal, respectivamente, no ha escatimado esfuerzo a fin de que la próxima convención sea la mejor y más grande reunión en toda la historia de nuestra Liga. Concurrirán delegados de numerosas ciudades de Texas, así como muchos latino-americanos, inclusive ciudadanos netamente mexicanos, que asistirán porque simpatizan con los ideales de nuestra Liga. Saben cuáles son los fines y propósitos de la Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos y desean aprovechar esta ocasión para hacernos patente su adhesión a la labor constructiva y grandiosa que desarrollamos en el Estado de la Estrella Solitaria.
La noche del sábado 7 del actual habrá un regio banquete en uno de los principales hoteles de Laredo, durante el cual dirigirá la palabra el distinguido jurisconsulto, Sr. Lic. don Juan A. Valls, latinoamericano que, por su vasta ilustración, su rectitud y su honradez, se ha granjeado el respeto y la estimación de todos los que lo conocen.
El domingo en la tarde, día 7 del presente, principiando a las dos en punto, tendrá verificativo un interesantísimo programa literario-musical en el auditorio de la Escuela Christen.
Dirigirá la palabra el Dr. Herschel T. Manuel, Profesor de Psicología de la Universidad de Texas, quien disertará sobre el importante tema: “La Niñez de todo el Pueblo”. Este catedrático es bien conocido y muy estimado por todo el elemento mexicano del Estado de Texas, porque se ha distinguido como conocedor profundo del problema de la enseñanza de la niñez, y muy especialmente la fase relativa a facilidades escolares. Es autor del interesante libro titulado: “La Educación de la Niñez Mexicana y de Habla Española en Texas”, y de varias otras obras relacionadas con el mismo tema. En todas, el Dr. Manuel se destaca como un vigoroso defensor de la niñez mexicana, y aboga, sin ambages ni rodeos, porque se le den a nuestra niñez facilidades escolares iguales a las proporcionadas a la niñez angloamericana. Muy interesante será, pues, oír lo que este caballero tenga que decirnos en la conferencia que dictará la tarde del domingo 7 del actual. Máxime si tomamos en cuenta que le seguirá en el uso de la palabra el Dr. L. A. Woods, Superintendente de Instrucción Pública del Estado de Texas, quien también se ha distinguido por su espíritu justiciero y ecuánime en la solución de los diversos problemas escolares. El importante cargo que ocupa el Dr. Woods en el sistema escolar del Estado, lo coloca en condiciones de poder ayudar muy eficazmente a nuestra raza en su afán de conseguir facilidades escolares adecuadas para nuestra niñez. La Liga de ciudadanos latinoamericanos ya ha tenido la oportunidad de poner a prueba al Dr. Woods, y es muy grato decir públicamente que no hemos salido desairados. Cuando hemos solicitado su cooperación siempre nos la ha brindado. En el año 1934 nos ayudó a persuadir a las autoridades escolares de Goliad, Texas, a que permitieran a la niñez mexicana que asistiera a la escuela secundaria o sea "high school", y hoy coopera con nosotros para convencer a las autoridades escolares de Ozona, Texas, que es muy justo que ellos hagan otro tanto. Muy interesante será también, pues, conocer la reacción del Dr. Woods después de que éste haya escuchado la científica y magistral presentación de hechos que hará el Dr. Manuel, quien vendrá bien equipado con estadísticas y fotografías para demostrar, fuera de toda duda, que, hablando en términos generales, las facilidades escolares disponibles para la niñez mexicana en el Estado de Texas, son inferiores a las proporcionadas a la niñez angloamericana. Esto, no obstante que conforme a nuestra constitución y nuestras leyes TODA la niñez, no importa cuál sea su raza, religión o filiación política, tiene derecho a iguales facilidades escolares.
También hará uso de la palabra el joven Gustavo C. García, aventajado estudiante de derecho de la Universidad de Texas, quien se ha distinguido por su inteligencia y amor al estudio.
Como se ve, pues, el programa literario-musical del domingo en la tarde promete ser muy interesante e instructivo para todos los residentes de Texas por cuyas venas circula la sangre de Hidalgo y Cuauhtémoc.
Otra de las cosas que atraerán a nuestros hermanos de raza a la Convención de Laredo será el singular y simpático ambiente en que se verificará la misma. Laredo es una ciudad de la que todos los ciudadanos americanos de origen mexicanos estamos, o debiéramos estar, orgullosos. Laredo es uno de los pocos lugares donde el mexicano, no importa cuál sea su ciudadanía, se puede sentir en su casa. Allí predomina el elemento latinoamericano en todas las fases de actividades. Trátese de finanzas, política, comercio o sociedad, en Laredo el Latinoamericano tiene la oportunidad de distinguirse y triunfar. Allí no hay prejuicios raciales que estorben el progreso del mexicano ni de ninguna otra raza. Los latinoamericanos de Laredo saben perfectamente lo mal que se trata a nuestra raza en muchos otros condados del Estado de Texas y, sin embargo, ellos no abrigan prejuicios ni toman medidas de venganza o represalias contra nadie. En otras palabras, los latinoamericanos del Condado de Webb con su actitud y comportamiento han probado ser buenos y genuinos ciudadanos americanos. Ojalá que el mismo espíritu ecuánime y justiciero prevaleciera entre todos los habitantes de los doscientos cuarenta condados del Estado de la Estrella Solitaria para bien de nuestra patria. El espíritu caballeresco, fraternal y armonioso que caracteriza a los latinoamericanos de Laredo, debe haber sido, sin duda, el ideal que se formó en las mentes de Seguín, Navarro, Ruiz y Benavidez, Badillo, Esparza, Fuentes, Guerrero, Losoya, Nava y demás hermanos de raza nuestros cuando decidieron prestar su valioso contingente en pro de la democracia en Texas en 1836. ¡Viva Laredo! ¡Viva nuestra Liga!
San Antonio, Texas
junio 2 de 1936
La verdadera misión de nuestra liga
Por el Lic. Alonso S. Perales
Como es bien sabido, la Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos no es un club político partidarista, sino una organización que tiene por objeto promover el progreso general de nuestra raza en los Estados Unidos de América. Por consiguiente, la verdadera misión de nuestra Liga se lleva a efecto cuando un concilio designa sus comisiones, se reúne con regularidad y se pone a trabajar.
Resumen de las labores del Concilio no. 16 de San Antonio de la Liga de ciudadanos unidos latinoamericanos desde junio 1935 hasta junio de 1936
La Comisión educativa, presidida por el Lic. Alonso S. Perales, ha cooperado con las autoridades escolares para anunciar la reapertura de las escuelas nocturnas para adultos; con las autoridades escolares del Estado y de la Nación para hacer del conocimiento público la ayuda que el Gobierno Federal y el Gobierno del Estado de Texas están impartiendo a la juventud estudiosa, a fin de que terminen sus estudios preparatorios y universitarios; ha aconsejado a la juventud estudiosa mexicana que ha solicitado sus consejos y orientaciones; ha dictado conferencias y pláticas ante sociedades de padres y maestros y otras agrupaciones; ha cooperado con la Asociación de la Biblioteca Mexicana de San Antonio; con el Concilio No. 28 y la Sociedad de Padres y Maestros Latinoamericanos, de Ozona, Texas, en sus esfuerzos para conseguir facilidades escolares adecuadas para nuestra niñez. Al presente las facilidades escolares elementales provistas para la niñez mexicana de Ozona, Texas, son muy inferiores a las proporcionadas a la niñez angloamericana, y a los estudiantes mexicanos no se les permite que asistan a la escuela secundaria o sea “High School”, dando por resultado que éstos no reciben ninguna instrucción preparatoria en Ozona. Además, la Comisión Educativa ha cooperado con la Comisión de Salubridad del Concilio de San Antonio No. 16 y con las Asociaciones Anti-Tuberculosis de Texas y del Condado de Bejar en la observancia de la Semana Pro-Salud Latinoamericana en San Antonio y otras ciudades y poblaciones. En general, la Comisión Educativa ha coadyuvado en todos los movimientos culturales en que se ha solicitado su cooperación.
La Comisión de facilidades escolares, presidida por el Sr. Pablo A. Meza y constituida además por los Sres. Lic. Alonso S. Perales, Florencio R. Flores y Max García, ha trabajado activamente a fin de conseguir facilidades escolares adecuadas para la niñez mexicana de la parte occidental de la ciudad, y le es muy satisfactorio declarar que, el Consejo de Educación de San Antonio, deseoso de hacer justicia a toda la niñez escolar, ya dio principio a su programa de construcción de escuelas elementales para la parte occidental de la ciudad, en el cual gastará la suma de doscientos mil ($200,000.00) dólares y, además, gastará ciento treinta y ocho mil ($138,000.00) dólares en mejoras para la Escuela Sidney Lanier.
La Comisión de jóvenes exploradores de América, presidida por el Sr. Matías C. Trub, ha organizado varias tropas en la parte occidental de la ciudad, y, en general, ha venido laborando activamente en este movimiento.
La Comisión de auxilio jurídico, presidida por el Lic. Pablo G. Gonzáles e integrada también por el Lic. Isidoro R. Flores, ha efectuado muy buena labor ayudando a personas menesterosas y dignas de auxilio que estaban para perder sus casas de habitación.
La Comisión de salubridad, presidida por el Dr. Hesiquio N. González, e integrada además por los Doctores Rodolfo O. Monsalvo y Orlando F. Gerodetti ha realizado una excelente labor en conexión con la observancia de la Semana Pro-Salud Latinoamericana durante los años 1934, 1935 y 1936. Este trabajo lo hace en cooperación con las Asociaciones anti-tuberculosis de Texas y del Condado de Bexar. Durante la Semana Pro-Salud Latinoamericana la Comisión hace los arreglos necesarios para que se dicten conferencias y se exhiban películas sobre salud e higiene, en las escuelas, iglesias, etc. Millares de personas asisten a las juntas. Además, la Comisión de Salubridad ha cooperado con instituciones de caridad que han solicitado su ayuda.
A propósito de salubridad, el Concilio No. 16 se complace en anunciar que sus repetidas gestiones en pro de un sistema de drenaje adecuado para la parte occidental por fin están dando frutos, pues las autoridades municipales han instalado recientemente como veinte millas de drenaje en aquella parte de la ciudad.
La Comisión Anti-casas de Asignación, presidida por el Sr. Florencio R. Flores y constituida además por los Sres. Pablo A. Meza, Max García y Lic. Alonso S. Perales, ha continuado luchando con tenacidad y entusiasmo para lograr que se cierren los burdeles y casas de asignación situados por las calles que la niñez escolar tiene que transitar cuando va a la escuela, y le es muy placentero poder anunciar que ha tenido éxito en sus gestiones. Este año, la Comisión ha ampliado su radio de acción en el sentido de abogar porque se cierren TODAS las casas de asignación y burdeles situados en la parte occidental de la ciudad, en contra de la voluntad del pueblo mexicano, ya que dichas casas son una mancha y una afrenta para el pueblo mexicano decente y para esta comunidad en general, aparte de ser una fuente para la propagación de enfermedades y de toda clase de vicios. Esta Comisión espera, seriamente, que las autoridades de la ciudad, del condado y del Estado, cierren dichas casas antes de que termine este año, como es su deber hacerlo conforme a nuestras leyes, en justicia para el pueblo mexicano de San Antonio y en bien de toda la comunidad.
La Comisión de casas de habitación, presidida por el Sr. Jorge D. Vann, e integrada además por los Sres. Lic. Alonso S. Perales, Florencio R. Flores y Pablo A. Meza, han estado cooperando con el Reverendo C. Tranchese, Rector de la Iglesia de Guadalupe, con el fin de conseguir que los corrales y jacales anti-higiénicos de la parte occidental de la ciudad sean reemplazados con casas higiénicas y habitables.
La Comisión de centros de recreo, presidida por el Sr. Pablo A. Meza, y formada además por los Sres. Teniente Coronel Francisco L. Chapa, Lic. Alonso S. Perales, Florencio R. Flores y Max García, ha cooperado activamente con el Club cívico de damas latinoamericanas, con el objeto de lograr que las autoridades de la ciudad de San Antonio compren centros de recreo adecuados para la niñez de la parte occidental de la ciudad, y siente placer en poder anunciar que sus esfuerzos no han sido en vano, pues la Comisión ha sido informada, en fuentes fidedignas, que la Ciudad de San Antonio acaba de comprar por lo menos una parcela de terreno bueno y bien situado, que de veras será útil al mayor número de niños posibles de la parte occidental de la ciudad.
La Comisión pro-pago impuesto electoral, presidida por el Sr. Carlos Albidress e integrada además por el Lic. Alonso S. Perales, laboró activamente exhortando a todos los votantes latinoamericanos del Condado de Bexar a que pagaran el “Poll-Tax” antes del día primero de febrero de 1935. Esta Comisión, con la cooperación de varios socios del Concilio 16, imprimió y distribuyó diez mil ejemplares de “Actualidad”, órgano periodístico que emplea en esta campaña cada año.
La Comisión de cadetes latinoamericanos, presidida por el Teniente Coronel Francisco L. Chapa, ha iniciado sus gestiones tendientes a conseguir que en la Escuela Sidney Lanier se organice un cuerpo de cadetes latinoamericanos.
La Comisión pro-justicia, presidida por el Lic. Alonso S. Perales y constituida además por los Licenciados Isidoro R. Flores y Pablo G. González, ha combatido, y continúa combatiendo, tendencias encaminadas a establecer prejuicios raciales contra nuestra raza. Cuando la ocasión lo ha requerido, les ha recordado a las autoridades gubernativas, en bien de los latinoamericanos, acerca de las disposiciones constitucionales que dicen que todas las personas que residen en nuestro país tienen iguales derechos y son acreedores a la igual protección de las leyes y a iguales oportunidades y privilegios. Recientemente, esta Comisión llamó la atención de las organizaciones encargadas de las ceremonias del centenario en San Antonio, al hecho de que al honrar la memoria de todas las personas que tomaron parte en la lucha por la independencia de Texas, deberían mencionarse los nombres de los Héroes texanos en vez de omitirlos completamente como se hizo en San Antonio en el mes de marzo próximo pasado al conmemorar la caída del Álamo.
La Comisión pro-plaza típica mexicana, presidida por el Lic. Alonso S. Perales e integrada además por los Sres. Florencio R. Flores, Pablo A. Meza, Max García y Teniente Coronel Francisco L. Chapa, laboró con empeño a fin de persuadir a la Comisión del Centenario de San Antonio a que gastara la suma de setenta y cinco mil ($75,000.00) dólares en la construcción de una plaza típica mexicana como las que hay en la República de México, que en verdad fuera uno de los atractivos principales de esta ciudad, especialmente para los turistas, pero lamenta sobremanera el que sus esfuerzos hayan sido infructuosos, pues la Comisión del Centenario ha resuelto gastar el dinero en un estadio y unas cuantas cosas más. Sin embargo, la proposición de los LULACs no dejó de causar magnífica y profunda impresión dondequiera que fue presentada.
La Comisión pro-embellecimiento de solares, presidida por el Sr. Carlos Albidress y constituida además por los Sres. Florencio R. Flores, Homero Whitt, Matías C. Trub, Lic. Alonso S. Perales, Jorge D. Vann, Agustin A. González, Teniente Coronel Francisco L. Chapa, José C. Ramírez, Max García, E. F. Gariel, Manuel D. Imperial, Wenceslao Martínez, Lic. Pablo G. González, Manuel Maese, Pablo A. Meza, Mauro M. Machado, Eleuterio Hernández, Ernesto Vidales, Alex Reyes, Gregorio R. Salinas, Bonifacio García, Rodolfo Ramírez, Dr. Hesiquio N. González y Dr. Rodolfo O. Monsalvo, se halla muy empeñada en estos momentos en un concurso de embellecimiento de solares en la parte occidental de la ciudad. Esta Comisión labora en cooperación con el Consejo de Bienes Raíces de San Antonio y la Federación de Clubes de Damas de esta ciudad. Se otorgarán varios premios, y el concurso terminará el día primero de Julio de 1936. La Comisión opina que ésta es una excelente oportunidad para demostrarles a nuestros amigos y conciudadanos angloamericanos que nosotros los latinoamericanos estamos dispuestos a cooperar en cualquier movimiento cívico que tenga por objeto mejorar, dignificar y embellecer las comunidades en que vivimos.
La Comisión de diversiones, presidida por el Sr. Manuel Maese y formada además por los Sres. Max García, Florencio R. Flores, José C. Ramírez, Eleuterio Hernández y Rodolfo Ramírez, han preparado varios programas para el pasatiempo de los socios del Concilio No. 16 y sus amistades.
La Comisión de la observancia de la semana de música, presidida por el Sr. Jorge D. Vann e integrada además por los Sres. Teniente Coronel Francisco L. Chapa, E. F. Gariel, Homero Whitt, Matías C. Trub, Florencio R. Flores, Carlos Albidress, Manuel Maese, Ernesto Vidales y Lic. Alonso S. Perales, hizo los arreglos necesarios para que el Concilio No. 16 participará este año en la observancia de la Semana Nacional de Música. El Concilio No. 16 fue invitado para tomar parte por la Sra. Eli Hertzberg, Representante Nacional, y la Sra. Ester Pérez Carvajal, Presidenta General de la Asociación para la Observancia de la Semana Nacional de Música en San Antonio. El Profesor Francisco Hernández, bien conocido director de esta ciudad, tuvo a su cargo la parte artística del programa, y la reunión fue todo un éxito.
La Comisión protectora de la niñez, presidida por el Sr. Keno Guerrero, y constituida además por los Sres. Alex Reyes y José M. Rodríguez está haciendo una magnífica labor entre la niñez delincuente mexicana. La Comisión, en cooperación con las autoridades del Condado ha establecido un sistema conforme al cual los niños que delinquen por primera vez son encomendados a algún comerciante o profesionista para que lo aconseje acerca de cómo llegar a ser un buen ciudadano.
Las próximas elecciones y el porvenir de nuestra niñez
Por el Lic. Alonso S. Perales
Los mexicoamericanos inteligentes y conscientes de Texas pueden dar en este mes un paso decisivo en pro de la niñez escolar mexicana si acatan una resolución adoptada por la Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos en su Convención verificada en Laredo, Texas, los días 6 y 7 del mes próximo pasado. Dicha resolución fue al efecto de que se recomiende a los votantes latinoamericanos que apoyen, en las próximas elecciones, a candidatos para la Legislatura de Texas que estén dispuestos a votar, después de que hayan sido electos, por una ley que faculte al Superintendente de Instrucción Pública de Texas para suspender el pago de fondos escolares a cualquier distrito escolar, común o independiente, que no proporcione a toda la niñez escolar de aquel distrito las facilidades escolares a que tiene derecho conforme a la constitución y leyes de Texas. Como es bien sabido, el Estado de Texas paga cada año a cada distrito escolar la suma de diecisiete pesos y cincuenta centavos (el próximo año escolar se pagarán veinte dólares) para la educación de cada niño de edad escolástica según el último censo escolar. Por supuesto, aparte de este dinero que el Estado proporciona, cada distrito. escolar está facultado para gravar los bienes de los habitantes de su distrito y arbitrarse así de más fondos para las escuelas. Pero las sumas que los distritos escolares reciben del Estado son considerables. Bien sabido es también que en muchos distritos escolares de Texas donde hay niños mexicanos de edad escolástica, éstos gozan de facilidades escolares muy inferiores a las proporcionadas a la niñez angloamericana. Por regla general, a la niñez mexicana se le educa en chozas destartaladas mientras que los niños angloamericanos reciben su instrucción en modernos y magníficos edificios de ladrillo. Y hay distritos, como en Ozona por ejemplo, en que a los niños mexicanos no se les permite asistir a “High School” o sea la escuela superior. De todo esto se puede convencer quien quiera, leyendo la magistral obra del Dr. Herschel T. Manuel, Catedrático de Psicología de la Universidad de Texas, titulada: “The Education of Mexican and Spanish-speaking Children in Texas”, o haciendo una inspección de los planteles públicos en que se educa a la niñez de Texas en cualquier condado donde no se le hace justicia a nuestra raza. Alguien preguntará: ¿y por qué existe esta situación si la Constitución y las leyes de Texas disponen que deben proporcionarse iguales facilidades escolares a toda la niñez de Texas? La respuesta es ésta: se debe sencillamente a la arbitrariedad y poco espíritu justiciero de los consejos escolares que gastan en la educación de la niñez mexicana solamente una pequeña parte del dinero a que nuestros niños tienen derecho y la otra parte la emplean en la educación de la niñez angloamericana. Es cierto que a veces la culpa no es toda de los miembros de los consejos escolares, sino también del pueblo que los elige, que insiste en que casi todo el dinero sea gastado en la educación de la niñez angloamericana, pero es indiscutible que los consejos escolares son los directores y tienen absoluto control de los asuntos escolares y, por ende, podrían, si quisieran, hacer lo que fuera legal y justo y aunque se enfermara de cólera el pueblo que los había electo. El resultado de esta deplorable situación es que los niños angloamericanos se ilustran en palacios mientras que los nuestros se educan en chozas y jacales.
Es cierto que los padres de la niñez mexicana pueden, si son votantes, votar por candidatos para miembros de consejos escolares que estén dispuestos a hacerle justicia a nuestra niñez, pero si, como sucede en la mayoría de los casos, los votantes latinoamericanos están en minoría y casi todos los sajones opinan que no se debe educar al mexicano, esto de nada sirve. También es verdad que los padres agraviados pueden recurrir ante los tribunales de justicia para tratar de exigir a los consejos escolares a que cumplan con la Ley sobre la materia, pero desgraciadamente este remedio no es muy eficaz, primero, porque por lo general el ambiente en que debe ventilarse el juicio es nocivo a nuestra raza y, en segundo lugar, porque para entablar un juicio se necesita dinero, y no lo hay. Por la tanto, el remedio eficaz es el que acaba de sugerir la Liga de Ciudadanos Unidos Latinoamericanos en su convención de Laredo, y sería de celebrarse, de veras, el que todo votante latinoamericano inteligente y consciente se adhiriera a tan plausible iniciativa, insistiendo en que los candidatos para la Legislatura por quienes vayan a depositar su voto el día 25 del actual estén bien dispuestos a votar, a su debido tiempo, por un proyecto de Ley que faculte al Superintendente de Instrucción Pública del Estado a suspenderle el pago a cualquier distrito escolar que no proporcione a toda la niñez las iguales facilidades escolares a que tienen derecho conforme a nuestra Constitución y nuestras leyes.
San Antonio, Texas
julio de 1936
Las próximas elecciones y el porvenir de nuestra Raza
Por el Lic. Alonso S. Perales
Como es bien sabido, la forma de nuestro gobierno es republicana representativa. Es decir, vivimos en una república y nos gobiernan los hombres que nosotros escogemos con ese fin. Nuestro país —los Estados Unidos de América—. Es, sin duda, uno de los países que más se aproximan a la verdadera democracia. Hablando en términos generales, es uno de los países donde el ciudadano puede con más libertad expresar su preferencia en la casilla electoral; donde el ciudadano puede votar por quien le dé la gana sin temor de represalias ni venganzas; donde el ciudadano puede depositar su voto con la seguridad de que será contado honradamente.
Por supuesto, hay excepciones, pues en Texas, por ejemplo, hay condados donde ciudadanos pacíficos son privados de la vida injusta e innecesariamente sin que jamás se castigue a nadie; donde el “Sheriff” es todo un rey y puede a su antojo pisotearle sus derechos a quien a él le plazca, donde se cometen toda clase de chanchullos en las elecciones defraudando así las esperanzas de los ciudadanos libres y honrados. Pero estos abusos se deben a la apatía e indiferencia, y a veces al poco valor civil, del pueblo, pues si reflexionamos un instante llegamos a la conclusión de que esos funcionarios abusivos no son más que servidores del pueblo, y que el pueblo puede derrocarlos, por mayoría de votos, el día que lo desee. He aquí algo que yo quisiera que los votantes mexicoamericanos de Texas guardaran muy presente siempre; pues nuestro progreso y nuestro bienestar dependen en gran parte de nuestra actuación en la política. Esa actuación debe ser una actuación inteligente y consciente. Debemos elegir como nuestros gobernantes a hombres que sean capaces, justos y honrados.
Bien sabido es que hay condados en Texas donde el mexicano sufre lo indecible debido al prejuicio racial por una parte, y por otra, al despotismo de los funcionarios que los gobiernan. En el Condado de Wharton, por ejemplo, al méxico-americano no le es permitido votar en las elecciones primarias, dizque porque no pertenece a la raza blanca.
En Raymondville, Condado de Willacy, en el año de 1926 las mismas autoridades, encabezadas por el “Sheriff” de aquella época, sacaron de la cárcel a un grupo de mexicanos, los llevaron al monte y los mataron como a canes, y aún hoy día un anglosajón puede atropellar a un ciudadano de origen mexicano de la manera más villana y cobarde, sin que el anglosajón sea castigado.
En Ozona, Condado de Crockett, a nuestros niños mexicanos no se les permite asistir a “High School” o sea la escuela superior, por el simple hecho de ser mexicanos.
En Crystal City y La Pryor, Condado de Zavalla, el mexicano es víctima de atropellos de todas clases de parte de algunos funcionarios bien conocidos y de amigos de estos, sin que jamás se castigue a nadie. Estos casos que acabo de citar son típicos de la situación existente en muchos condados de Texas.
Ahora bien, es un hecho indiscutible que, dada la forma de nuestro gobierno, una de las maneras más eficaces de corregir esta situación es que el votante méxico-americano se proponga a actuar inteligentemente y a conciencia en tiempos de elecciones. Por ejemplo, el día 25 del presente mes vamos a elegir en Texas desde el Gobernador del Estado, hasta el condestable de nuestro precinto. Ahora mismo, pues, es el tiempo de acercarnos a todos los candidatos, muy especialmente a los candidatos para jueces, procuradores de justicia, legisladores y “Sheriffs”, y decirles que ya estamos cansados de que se abuse con nuestra raza, y que de aquí en adelante vamos a depositar nuestro voto por hombres capaces y honrados y, sobre todo, que estén dispuestos a respetarle y protegerle al mexicano, no importa cuál sea su ciudadanía, sus derechos constitucionales. El mexicoamericano pertenece a una raza valiente y digna, y debe tener el valor civil necesario para hablar con los candidatos, cortés pero franca y firmemente, sobre este importante asunto. Ya es tiempo de que el mexicoamericano use su derecho de sufragio en beneficio propio, a saber, el de obtener la justicia que merece y a que tiene derecho, conforme a nuestra Constitución y nuestras leyes, y asegurar así el porvenir de nuestra raza en el Estado de la Estrella Solitaria.
San Antonio, Texas
julio de 1936
El mexicoamericano y las recientes elecciones
Por el Lic. Alonso S. Perales
Muy satisfechos deben sentirse en estos momentos los mexicoamericanos que, como el que esto escribe, vienen observando, desde hace años, la actuación del mexicoamericano en la política del Sur de Texas. Satisfechos debemos sentirnos porque después de la elección que acaba de verificarse se despunta en el horizonte un porvenir más brillante para nuestra raza en el Estado de la Estrella Solitaria, Sencillamente, se ve que el mexicoamericano ya empieza a votar inteligentemente y a conciencia; que comienza a rechazar la tendencia usual de los caudillos políticos de llevarlos en grupos a las casillas electorales, bien instruidos acerca de cómo y por quién deben votar. En otras palabras el mexicoamericano, por fortuna para nuestra patria y nuestra raza, ya comienza a pensar las cosas por sí mismo, y a elegir como sus gobernantes a personas capaces, justas y honradas, que en realidad estén del todo resueltos a ayudarnos a solucionar problemas cívico-sociales que mucho tienen que ver con el progreso y bienestar de nuestra raza en este Estado.
Tendencias como ésta son muy benéficas y honran a cualquier república, pues una actuación inteligente de parte del ciudadano es absolutamente indispensable para que en verdad exista un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
Efectivamente, los funcionarios públicos están en posición para realizar obras que en mucho pueden beneficiar a la comunidad. Por ejemplo, pueden esmerarse en que toda la niñez de la población tenga buenas escuelas y maestros competentes; en que en todos los establecimientos en que se expenden comestibles reine la mayor higiene; en que toda la ciudad esté provista de un buen sistema de drenaje; en que todos los habitantes tengan parques a donde ir a recrearse; en que todas las calles estén limpias y pavimentadas o cuando menos en buenas condiciones; en que la ciudad y el condado se conserven siempre libres de elementos nocivos a la sociedad, como criminales, contrabandistas y otros seres enviciados de las capas bajas de la humanidad; en que las leyes municipales, del Estado y de la Nación sean acatadas por todos los habitantes sin distinción de raza, color o credos políticos o religiosos; en que en los tribunales se haga justicia a todos los habitantes; en que las leyes que se hagan y las medidas gubernativas que se tomen beneficien a todos los residentes, o cuando menos a la mayoría, de la ciudad, del condado del Estado, según el caso, pero procurando siempre que en ningún caso se hagan distinciones desfavorables contra una minoría simplemente por razón de raza, color o credo. Un funcionario público que se interesa en estas cosas y que de veras trabaja activamente en todo lo que tienda al progreso y bienestar de sus gobernados es en verdad un buen gobernante, simboliza a perfección al funcionario ideal que el pueblo debiera insistir en tener en el poder siempre, y, por ende, merece la admiración, el apoyo y el voto de todo buen ciudadano.
Por lo que respecta especialmente a nosotros los ciudadanos mexicoamericanos, tenemos problemas de vital importancia que solucionar; problemas muy vinculados con nuestro progreso y nuestro bienestar. Por ejemplo, en casi todas las ciudades y condados de Texas los habitantes de origen mexicano sufren lo indecible. Seré más explícito: nuestra niñez carece de facilidades escolares adecuadas; nuestras barriadas están descuidadas en lo que se refiere a calles, drenaje e higiene general; los nuestros son víctimas de atropellos, vejaciones y humillaciones de parte de autoridades y ciudadanos particulares, y, en tratándose de controversias entre mexicanos y angloamericanos, los primeros siempre salen perdiendo. Esto quiere decir, pues, que los funcionarios públicos de esos lugares no hacen justicia al mexicano y, por consiguiente, faltan a su deber. Significa, en una palabra, que para los habitantes de origen mexicano no son buenos gobernantes.
Sin embargo, repito hoy lo que he sostenido siempre y es que el remedio está, hasta cierto punto, en manos del votante mexicoamericano. Este debe apersonarse con los candidatos y decirles con toda franqueza que el votante mexicoamericano de hoy no es como el de antaño; que al mexicoamericano de hoy no se le lleva a las casillas electorales como un ser inconsciente y autómata; que el mexicoamericano actual no vende su voto, ni por una cerveza ni por dinero alguno; que el mexicoamericano moderno es inteligente y consciente y vota únicamente por buenos gobernantes, por candidatos capaces, justos y honrados que sinceramente se propongan ayudarnos a solucionar nuestros problemas cívico-sociales. En otros términos, que el mexicoamericano de hoy quiere, e insiste en tener, como gobernantes a hombres que le hagan justicia a nuestra raza.
El mexicoamericano y las recientes elecciones, II
Por el Lic. Alonso S. Perales
Nosotros los mexicoamericanos de San Antonio, Texas, venimos laborando desde hace varios años con el fin de ver si podemos solucionar varios problemas importantes que tenemos al frente. Y así, por ejemplo, hemos gestionado la adquisición de facilidades escolares adecuadas para nuestra niñez; la instalación de drenaje y la construcción de casas de habitación higiénicas y habitables en sectores donde no las hay, a fin de combatir más eficazmente la tuberculosis y otras enfermedades que hacen estragos entre nuestra gente humilde; el cierre del distrito rojo, para protección de nuestra niñez y en bien de toda nuestra comunidad; el establecimiento de centros de recreo adecuados para los niños de la parte occidental; y, por último, pero no lo de menos, luchamos por tener una representación latinoamericana más adecuada en el gobierno de nuestra ciudad y nuestro condado. Por estas razones, últimamente hemos tenido más cuidado que nunca en apoyar y votar por candidatos que nos aseguren cooperar con nosotros en la realización de nuestros anhelos. Este firme propósito nuestro se sintetizó de una manera palpable en este Condado en la campaña electoral reciente, pues en las reuniones verificadas los oradores latinoamericanos hicieron hincapié en la imperiosa necesidad de elegir funcionarios bien dispuestos a cooperar con nosotros en la solución de nuestros múltiples problemas cívico-sociales, y aun cuando nuestro triunfo no fue completo, sí estamos convencidos de que lenta pero seguramente el votante mexicoamericano va progresando notablemente. Más aún: parece ser un hecho que la mayoría de los votantes mexicoamericanos del Condado de Bexar hoy día no son personas a quienes se puede comprar con una cerveza, una palmada a la espalda, o algún dinero, sino muy por el contrario, son ciudadanos inteligentes, completamente conscientes de sus derechos y obligaciones, que depositan sus votos en favor de candidatos capaces, justos y honrados, del todo resueltos a proporcionarle a nuestro pueblo escuelas, casas de habitación higiénicas y habitables, drenaje y demás facilidades que tan esenciales nos son para nuestro progreso y nuestra evolución como ciudadanos.
Cierto es que una vez más hemos visto defraudadas nuestras esperanzas de llegar a tener una representación latinoamericana adecuada en nuestro gobierno local, pero aun en este sentido observamos una gran mejoría, pues en la contienda para comisionado de precinto núm. uno del Condado de Bexar se depositaron 10,331 votos y de éstos nuestro candidato latinoamericano recibió 4,492. La mayoría, o sea 5,839 votos, recibida por el candidato contrario se explica fácilmente si tomamos en cuenta las verdades siguientes: PRIMERO, que hablando en términos generales, el ciudadano angloamericano no se siente inclinado a votar por un candidato mexicoamericano; SEGUNDO, que existe un numeroso grupo de mexicoamericanos que son empleados de la ciudad o del condado y que reciben instrucciones precisas acerca de por quién deben sufragar; TERCERO, la falta de preparación de cierto elemento mexicoamericano inconsciente que nada le importa del progreso de nuestra raza ni de la comunidad en que reside, y que lo único que le interesa es que se le pague por su voto, y, desgraciadamente, no faltan raqueteros listos para comprárselos. Y si a todas estas circunstancias unamos el hecho de que nuestro candidato se postuló como independiente, es decir, sin el respaldo de organización política alguna, tenemos bien explicado nuestro fracaso en lo que se refiere a representación latinoamericana adecuada en el gobierno del condado.
Empero, con todo y esto nos sentimos optimistas, y debiéramos estar satisfechos, pues los resultados que acabamos de presenciar demuestran fuera de toda duda que el número de ciudadanos mexicoamericanos preparados, dignos e inteligentes en el Condado de Bexar está aumentando mientras que el grupo de ciudadanos sin preparación e indignos disminuye día a día; y que, por fin, se traduce en una realidad el vaticinio hecho en la magistral obra del Dr. O. Douglas Weeks, Profesor de Gobierno de la Universidad de Texas, titulada “THE TEXAS-MEXICAN AND THE POLITICS OF SOUTH TEXAS” (véase The American Political Science Review, Vol. XXIV, No. 3, August, 1930), al decirse, después de hacer referencia a los diversos métodos empleados por los caudillos políticos de Texas para mangonear al votante mexicoamericano:
“No obstante dichas prácticas, hay indicios de algo diferente para el futuro. En las comunidades urbanas particularmente”, la generación más joven, como dice un mexicoamericano, “aunque aún tímida, es el producto de una educación mejor —ellos están comenzando a pensar por sí mismos, y el día llegará, inevitablemente, en que anglosajones recién llegados de otras partes, los descontentos con el antiguo régimen, y los mexicoamericanos cultos se elevarán para establecerse”.
San Antonio, Texas
agosto de 1936
[Publicado en La Prensa, en agosto 4 y 5 de 1936]
Cómo pedir facilidades escolares para nuestra niñez
Por el Lic. Alonso S. Perales
Conforme a la Constitución y leyes de Texas toda la niñez escolar tiene derecho a iguales facilidades para educarse. Como es bien sabido, en casi todo el Estado de Texas nuestra niñez mexicana goza de facilidades escolares inferiores a las proporcionadas a la niñez angloamericana. Hay lugares, como en Ozona y Hondo, Texas, por ejemplo, donde nuestros líderes latinoamericanos están luchando con empeño para conseguir que se le haga justicia a nuestra niñez. Ahora bien, las cortes han fallado repetidas veces que antes de poder entablar un juicio para obligar a los consejos de educación a que cumplan con la ley y suministren facilidades escolares adecuadas a toda la niñez del distrito, es absolutamente indispensable que los interesados primero agoten todos los recursos que existen dentro del sistema escolar. Algunas veces se obtienen buenos resultados sin necesidad de recurrir a los Tribunales de Justicia. Pues bien, para facilitar la labor de nuestros líderes que a bien tengan defender los intereses de nuestra niñez, me voy a permitir hacer las indicaciones siguientes:
Lo primero que deben hacer es organizarse. Todas las sociedades deberían unirse en esta lucha. En otras palabras, es necesario demostrar que todo el pueblo de origen mexicano, no importa cuál sea su ciudadanía, respalda el movimiento.
Vamos suponiendo que los directores de un distrito escolar común, o sea “Common School District”, no permiten a nuestra niñez que asista a la escuela superior, y el departamento elemental, están educando a nuestra niñez mexicana en jacales mientras que a la niñez angloamericana la instruyen en magníficos edificios de ladrillo. Bien, pues, se dirige una petición al Consejo Escolar redactada en inglés, más o menos en los términos siguientes:
COMO PEDIR FACILIDADES ESCOLARES PARA NUESTRA NIÑEZ
___________,Texas
___________,1936
Honorable Board of Trustee,
____________, Common School District
____________, Texas
Gentlemen:
We, the undersigned taxpaying American citizens of Mexican or Spanish extraction, of _________ County, Texas, being desirous of developing within the members of our race, the best, purest and most perfect type of a true and loyal citizen of the United States of America, and to eradicate from our body politic all intents and tendencies to establish discriminations among our fellow-citizens on account of race, religion or social position as being contrary to the true spirit of Democracy, our Constitution and Laws, respectfully make the following requests:
- That children of Mexican or Spanish extraction be provided with school facilities equal to those furnished children of Anglo-American descent. By this we mean school buildings, equipment and recreational grounds as good as those provided for Anglo-American children. Furthermore, we request that competent teachers be provided for our children in the same proportion that they are provided for Anglo-American children.
- That children of Mexican or Spanish descent who have graduated from grammar school be permitted to attend the high school now available to other children in the ___________ School District.
- We base our requests upon the following constitutional and statutory provisions, which we are quoting, not that we consider ourselves colored, but to remind you, gentlemen, that under our Constitution and laws all children are entitled to equal school facilities, regardless of race, color or creed:
“Separate schools shall be provided for the white and colored children, and impartial provision shall be made for both” (Constitution of Texas, Article VII, Section I).
“All available public school funds of this State shall be appropriated in each county for the education alike of white and colored children, and impartial provisions shall be made for both races. No white children shall attend schools supported for colored children, nor shall colored children attend schools supported for white children. The terms “colored race” and “colored children,” as used in this title, include all. persons of mixed blood descended from negro ancestry." (Article 2900, Vernon’s Annotated Texas Statutes Volume 8).
“All children, without regard to color, over six years of age and under eighteen years of age at the beginning of any scholastic year, shall be included in the scholastic census and shall be entitled to the benefit of the public school fund for that year. The board of school trustees of any city or town, or independent or common school district, shall admit to the benefits of the public schools any person over six, and not over twenty-one years old at the beginning of the scholastic year, if such person or his parents or legal guardian reside within said city, town or district" (Article 2902, Vernon’s Annotated Texas Statutes, Volume 8).
“All persons born or naturalized in the United States, and subject to the jurisdiction thereof, are citizens of the United States and of the State wherein they reside. No state shall make or enforce any law which shall abridge the privileges or immunities of citizens of the United States; nor shall any state deprive any person of life, liberty, or property, without due process of law; nor deny to any person within its jurisdiction the equal protection of the laws” (Article XIV, Section I, Constitution of the United States of America).
“No citizen of this state shall be deprived of life, liberty, property, privileges or immunities, or in any manner disfranchised, except by the due course of the law of the land” (Article I, Section 19, Constitution of Texas).
We would particularly invite your attention to the underscored portions of the preceding quotations from the Constitution of the United States of America and the Constitution of the State of Texas. Referring especially to the first constitutional provision above quoted, if the State of Texas cannot make or enforce any law which shall abridge the privileges or immunities of citizens of the United States, it follows that a school board, which is merely a creature of the Legislature of the State of Texas, cannot do so either.
In view of the foregoing, we are certain the Honorable Board of Trustees of the _________ Common School District will agree with us that to deny to us tax-paying citizens equal school facilities and the right to send our children to the High School now available for the children of this community, is to deprive us of our rights under the Constitution of Texas and the laws of this State.
In asking you gentlemen to respect our rights as citizens of the United States of America, we would remind you that we are now celebrating the one hundredth anniversary of Texas independence, and that many a Texas-Mexican fought, side by side with their Anglo-American brethren, that Texas might come into being and that liberty, justice and democracy might be more firmly established. Never for a moment, we are certain, did those great and valiant Texas-Mexican and Anglo-American heroes imagine that the day would come when the descendants of those Texas-Mexican heroes might be deprived of their constitutional rights and privileges by their Anglo-American brethren of Texas.
Gentlemen: we appeal to your sense of justice and fair play.
Respectfully submitted,
[Aquí las firmas]
La petición debe ser firmada por el mayor número de presidentes de sociedades posible, y deben hacerse el original y cuatro copias. Luego se redacta una carta para el Presidente del Consejo Escolar, más o menos en los términos siguientes, y se acompaña el original de dicha petición debidamente firmada. Se le manda dicha carta, juntamente con la petición, por correo certificado y se exige acuse de recibo. Es decir, por fuera del sobre se le pone “Return receipt requested”. De esta manera no podrá decir el presidente que no recibió la carta.
___________,Texas
___________,1936
Honorable ___________
President, Board of Trustees
_________ Common School District
_________, Texas
Dear Sir:
We are enclosing herewith a petition signed by taxpaying citizens of __________ County, Texas, respectfully requesting equal school facilities for children of Mexican or Spanish descent.
We shall appreciate a reply, in writing, from your Honorable School Board not later than _________ 1936. Should we fail to hear from you by that date, we shall assume that you refuse to grant our request and we shall govern ourselves accordingly.
Please direct your reply to us to ________________.
Respectfully yours,
[Esta carta la pueden firmar uno o dos presidentes, o todos si se desea.]
Si transcurrido el plazo fijado por ustedes (que puede ser de quince a treinta días), no se recibe respuesta, entonces se manda una carta, más o menos igual y también por correo certificado, al “County Board of School Trustees”, y se acompaña una copia de la petición. Se le informa que el Consejo Escolar del distrito no contestó.
Si vencido el plazo fijado por ustedes no se recibe respuesta, entonces se envía una carta, más o menos igual y también por correo certificado, al Dr. L. A. Woods, State Superintendent of Public Instruction, Austin, Texas, y se acompaña copia de la petición. Se le dice que ni el Consejo Escolar local ni el Consejo Escolar del Condado contestaron.
Si transcurrido el plazo fijado por ustedes no se recibe respuesta, entonces se envía una carta, más o menos igual y también por correo certificado, al “State Board of Education”, Austin, Texas, y se acompaña copia de la petición. Se le dice que ni el Consejo Escolar local, ni el Consejo Escolar del Condado ni el Superintendente de Instrucción Pública del Estado, han contestado.
Si después de dar todos estos pasos no se recibe contestación o no se obtienen resultados satisfactorios, entonces se puede entablar un juicio en la Corte de Distrito para obligar al Consejo Escolar local a que cumpla con la ley sobre educación.
Es muy conveniente que se conserven copias de la petición y de la correspondencia, así como los recibos del correo, para usarlos en la corte si fuere necesario.
Cuando la dificultad surge en un Distrito Escolar Independiente, o sea “Independent School District”, se procede en la misma forma, salvo que entonces no es necesario dirigirse al Consejo Escolar del Condado.
El que esto escribe formula votos sinceramente porque sus hermanos de raza puedan obtener facilidades escolares para nuestra niñez sin necesidad de recurrir a las cortes.
San Antonio, Texas
septiembre de 1936
La educación de la niñez es obligatoria
Capítulo 18
LEYES CIVILES DE TEXAS
EDUCACIÓN COMPULSORIA
Artículo 2892. Requerimiento de asistencia. Todo niño en este Estado que tenga siete años y no más de dieciséis años de edad será requerido que asista a las escuelas públicas en el distrito de su residencia o en algún otro distrito a que haya sido transferido, como lo dispone la ley, por un período no menor de ciento veinte días durante cada año escolástico. El período de asistencia escolar compulsoria en cada escuela principiará al abrirse el período escolar, a menos que los directores del distrito escolar lo autoricen de otra manera y que dichos directores den aviso antes del día en que principie dicho período escolar; disponiéndose, que ningún niño será requerido el que asista a la escuela por un período mayor del período máximo de la escuela pública del distrito en que resida dicho niño.
Artículo 2892-a. Asistencia escolar de niños entre las edades de siete y quince años. Disponiéndose, sin embargo, que todo niño, en condados de una población no menor de 325,000 y no mayor de 326,000, según el Censo Federal anterior, que tenga siete años y no más de quince años de edad, será requerido el que asista a la escuela pública del distrito de su residencia o en algún otro distrito a que sea transferido, como lo dispone la ley, durante todo el período escolar del distrito en que dicho niño asista a la escuela.
Artículo 2893. Exenciones. Las siguientes clases de niños están exentos de los requerimientos de esta ley:
- Cualquier niño que asista a una escuela particular o parroquial que incluya en su curso el estudio de la buena ciudadanía, y que use el idioma inglés como base de instrucción en todas las materias.
- Cualquier niño cuya condición corporal o mental sea tal que haga inconveniente su asistencia, y que tenga un certificado definitivo de un médico honrado, especificando esta condición y cubriendo el período de ausencia.
- Cualquier niño que esté ciego, sordo, mudo o mentalmente enfermo, para cuya instrucción el distrito escolar no haya hecho disposición adecuada.
- Cualquier niño que viva más de dos millas y media, por camino directo y transitado desde la escuela pública más cercana para niños de la misma raza y color de dicho niño y en que no se haya proporcionado transportación gratuitamente.
- Cualquier niño que tenga más de doce años de edad que haya terminado satisfactoriamente el trabajo del séptimo grado de una escuela elemental regular de siete grados, y cuyos servicios sean necesarios para sostener a su padre o a alguna otra persona que ocupe el lugar del padre del niño, puede, al presentarse pruebas correctas al superintendente del condado, ser exento de seguir asistiendo a la escuela.
Artículo 2894. Excusas por ausencias. Cualquier niño no así exento puede ser dispensado por ausencia temporal debido a enfermedad personal, enfermedad o muerte en la familia, cuarentena, tempestad fuerte que haya destruido puentes y haya hecho peligrosos los medios ordinarios de viajar, o por causas inusitadas aceptables para el maestro, principal o superintendente de la escuela en que dicho niño esté matriculado; disponiéndose, que las excusas sean por escrito y firmadas por el padre o tutor de dicho niño. Cualquier caso así dispensado puede ser investigado por la autoridad que desempeñe los deberes de oficial de asistencia (attendance officer) de la escuela de donde dicho niño haya sido dispensado.
Artículo 2895. Oficial de asistencia escolar. Los directores escolares del condado (County School Trustees) de cualquier condado que tenga una población escolástica de más de tres mil puede elegir un oficial de asistencia escolar para dicho condado, basándose en la petición de por lo menos cincuenta residentes, dueños de bienes raíces, de dicho condado, exponiendo buenas razones por las cuales dicho condado debería tener un oficial de asistencia escolar. Se verificará una audiencia sobre dicha petición después de que se haya dado debido aviso de ello, por tres semanas consecutivas, en un periódico publicado en la cabecera del condado, o si no hubiera tal periódico, entonces colocando avisos impresos en dos lugares públicos dentro del condado y después de tal audiencia dichos directores creen que es necesario un oficial escolar de asistencia para la propia observancia de las disposiciones de esta ley, y que las escuelas de dicho condado serán beneficiadas teniendo dicho oficial de asistencia escolar, dicho consejo puede elegir dicho oficial como aquí se dispone.
El consejo de directores de cualquier distrito independiente que tenga una población escolástica de más de dos mil puede de igual manera elegir un oficial de asistencia escolar para dicho distrito.
A tal oficial de asistencia escolar se le puede pagar su salario de los fondos escolares disponibles pertenecientes a dicho condado o distrito, no excediendo de dos dólares por día por el tiempo actualmente empleado en el desempeño de sus deberes. En cualquier condado o distrito independiente en que no sea electo dicho oficial de asistencia escolar, los deberes de dicho oficial de asistencia escolar recaerán sobre los superintendentes y oficiales de paz de dicho condado o distrito, quienes desempeñarán los mismos sin pago adicional. Los Condados o distritos escolares independientes que pueden aprovechar la opción de elegir oficiales de asistencia escolar pueden elegir al oficial de pruebas (probation officer) o a algún otro oficial u oficiales de la corte juvenil de dicho condado para que sirva como oficial de asistencia escolar.
Artículo 2896. Facultades y deberes. El oficial de asistencia escolar tendrá facultad para investigar todos los casos de ausencias de la escuela que no son dispensables, tomar juramentos a otras personas y servir procesos legales, hacer cumplir las disposiciones de esta ley, guardar constancias de toda clase de casos investigados por él en el desempeño de sus deberes, y rendir al Superintendente del Estado los informes de sus trabajos que éste requiera. Nada de lo dispuesto en esta ley será construido como que autoriza a un oficial de asistencia escolar para invadir o entrar, sin permiso del dueño o arrendatario, o del jefe de una familia que resida allí, en un hogar particular, o residencia particular, o en un cuarto o apartamento, excepto para servir proceso legal a algún padre, tutor u otra persona que ocupe el lugar del padre de cualquier niño afectado por esta ley, ni para asumir, por la fuerza, custodia corporal de un niño en parte alguna sin permiso del padre o del tutor de dicho niño, u otra persona que haga las veces del padre de dicho niño, excepto en obediencia a algún proceso válido expedido por una corte de jurisdicción competente.
Artículo 2897. El superintendente proporcionará una lista, etc. El superintendente del condado proporcionará al superintendente de escuelas de cada distrito escolar del condado, y al principal de la escuela en caso de que no haya superintendente, una lista completa de todos los niños de edad escolástica pertenecientes a dicho distrito, conforme lo demuestre el último censo escolástico y la lista de transferencias de dicho distrito. Los superintendentes y principales de las varias escuelas de dicho condado informarán a dicho superintendente del condado los nombres de todos los niños sujetos a las disposiciones de esta ley que no hayan sido matriculados en dicha escuela, y el superintendente, principal u otro oficial de escuelas particulares, sectarias o parroquiales proporcionará a dicho superintendente del condado una lista de todos los niños de edad escolástica matriculados en la escuela presidida por dicho oficial y en el distrito en que dicho niño fue enumerado en el censo público escolar. De tales informes el superintendente hará una lista completa de todos los niños de edad escolástica matriculados en los varios distritos de dicho condado que no se hayan matriculado en alguna escuela y que no estén cumpliendo con la ley de asistencia compulsoria, y dicha lista será proporcionada al oficial de asistencia escolar. Todos los avisos, formularios y blancos que deban usarse por cualesquiera de los superintendentes, principales u oficiales de cualquier escuela serán prescritos por el Superintendente del Estado. Cualquier maestro que esté dando instrucción a cualquier niño comprendido dentro de las edades compulsorias, dará pronto aviso al oficial de asistencia escolar respecto de ausencias no dispensadas.
Artículo. 2898. Libertad condicional de un alumno. Cualquier niño dentro de la edad de asistencia compulsoria que sea insubordinado, desordenado, vicioso o de conducta inmoral, o que constantemente viole las reglas y reglamentos razonables de la escuela a que asiste, o que de otro modo persistentemente se porte mal allí de manera de hacerse incorregible, será presentado al oficial de asistencia escolar quien procederá contra dicho niño en la corte juvenil. Si dicho niño es encontrado culpable en dicha corte, el juez tendrá la facultad para libertar a dicho niño, después de requerir del padre, u otra persona que ocupe el lugar de dicho padre, que firme una fianza en una suma no menor de diez dólares, garantizando que dicho niño asistirá a la escuela con regularidad y cumplirá con todas las reglas y reglamentos de dicha escuela. Si el superintendente o principal de alguna escuela informan al oficial de asistencia de dicha escuela que dicho niño ha violado las condiciones de esta libertad, dicho oficial de asistencia escolar procederá contra dicho niño ante el juez de la corte juvenil, y si dicho niño es encontrado culpable de haber violado las condiciones de dicha libertad, la fianza será declarada nula y será cobrada de la misma manera que se cobran fianzas perdidas conforme a las leyes generales de este Estado, y el producto de la misma será pagado al fondo escolar del distrito escolar común o independiente. El juez de dicha corte puede, después de una audiencia justa e imparcial dada a dicho niño, volver a ponerlo en libertad, requiriendo la fianza que él estime prudente, y requerir que dicho niño vuelva a entrar a la escuela. Si dicho niño violare las condiciones de la segunda libertad y fuere convicto de ello, será enviado a una escuela reformatoria adecuada conforme lo acuerden el padre del niño y el juez de la corte juvenil en que el niño haya sido convicto.
Mexicanos: ¡Educad a vuestros hijos!
En previas ocasiones he expuesto las injusticias de que frecuentemente somos víctimas los mexicanos radicados en los Estados Unidos. Ahora voy a hacer hincapié sobre una grave injusticia que hace mucho tiempo venimos haciéndonos nosotros mismos: La de no educar a nuestros hijos.
La historia nos demuestra que la humanidad siempre ha estado dividida en clases sociales, y que la norma determinativa de esas clases ha sido el estado económico del individuo. Ahora bien, sabido es que, salvo raras excepciones, la condición económica de una persona la determina su inteligencia. Todo ser humano nace dotado de inteligencia, unos en mayor grado que otros. Algunos tienen la oportunidad de desarrollar esa inteligencia y la aprovechan. Otros la rechazan. Desgraciadamente, entre esos que rechazan la oportunidad de educarse nos encontramos casi todos los mexicanos. Me refiero a los que vivimos en este país. Seamos francos: nuestro estado social y económico se debe, más que a ninguna otra cosa, a nuestra ignorancia. Ya es tiempo, pues, de que despertemos de nuestro letargo, pongamos fin a nuestra deplorable situación, y evitemos que ésta se perpetúe en las generaciones venideras.
Existe entre nosotros la costumbre de mandar a los niños a la escuela nomás mientras llega el día en que pueden trabajar. En cuanto se presenta la oportunidad de ganar el dólar, los ponemos a trabajar y nunca vuelven a la escuela. Como consecuencia de ello venimos a formar parte del elemento obrero de los Estados fronterizos de México, y nos vemos obligados siempre a desempeñar los trabajos que desprecian y rechazan las clases educadas. Total, solos adoptamos la clase social más baja de este país. Esto, señores, constituye una injusticia para nosotros mismos, y un desastre para nuestra raza. Si queremos que nuestra lucha por la vida sea menos ardua, si queremos progresar, debemos educarnos.
Veamos al anglosajón y emulemos su ejemplo. El niño americano permanece en la escuela hasta terminar toda la instrucción que ofrecen las escuelas públicas de este país, lo cual lo prepara para emprender su lucha por la vida; para elegir un oficio o destino; para hacer estudios profesionales. La misma oportunidad que tiene el niño americano tiene el niño mexicano. ¿Por qué no aprovechar esa oportunidad? ¿Por qué hacer a nuestros hijos esclavos de la ignorancia? Nuestro deber, señores, es educar a los niños mexicanos para que en día no lejano sean líderes nuestros bien preparados para laborar por el engrandecimiento de nuestra raza.
Alonso S. Perales
Miembro de la Secretaría de la Alta
Comisión interamericana
Washington, D.C.
mayo de 1923
Aclaraciones
Todas las cartas enviadas a personas de habla inglesa y los artículos publicados en periódicos editados en inglés, fueron escritas en ese idioma siendo, por consiguiente, las versiones que aparecen en este libro traducciones al castellano hechas por el autor.
El artículo titulado: “La Próxima convención de nuestra Liga y el porvenir de nuestra niñez” debería decir así: Un grupo de ciudadanos latinoamericanos de Corpus Christi en vez de “El Concilio de Corpus Christi de la Orden Hijos de América”.
Lo que aparece bajo el título “El Discurso del Lic. Perales: en la gran fiesta de la Raza efectuada en el auditorio”, fue tomado íntegramente de La Prensa de San Antonio, Texas, correspondiente al día 15 de octubre de 1933.
Empleo el término “mexicano” para referirme a las personas de origen mexicano, sin importar su lugar de nacimiento. Cuando es necesario, utilizo términos como “ciudadano mexicano” y “mexicanoamericano” para denotar la ciudadanía. Las investigaciones que fundamentan esta introducción son las siguientes: Guadalupe San Miguel, “Let All of Them Take Heed”: Mexican Americans and the Campaign for Educational Equality in Texas 1910-1981 (Austin: University of Texas Press, 1987); Mario García, Mexican Americans: Leadership Ideology, and Identity, 1930-1960 (New Haven: Yale University Press, 1989); Cynthia E. Orozco, No Mexicans, Women, or Dogs Allowed: The Rise of the Mexican American Civil Rights Movement (Austin: University of Texas Press, 2009); Richard A. García, “Alonso S. Perales, The Voice and Visions of a Citizen Intellectual”, en Leaders of the Mexican American Generation: Biographical Essays, ed. Anthony Quiroz (Boulder: University of Colorado Press, 2015), 85–117; Michael A. Olivas (ed.), In Defense of My People: Alonso S. Perales and the Development of Mexican-American Public Intellectuals (Houston: Arte Público Press, 2012); Orozco, Pioneer of the Mexican-American Civil Rights: Alonso S. Perales (Houston: Arte Público Press, 2020). La familia Perales ha puesto a disposición de la Universidad de Houston su vasta colección de archivos. Ver los Alonso S. Perales Papers, en Colecciones especiales de la Universidad de Houston (en lo sucesivo, Perales Papers). ↑
Perales, En defensa de mi raza, Vols. 1 y 2 (San Antonio: Artes Gráficas, 1936, 1937). ↑
Entre sus compañeros más cercanos estaban: José de la Luz Sáenz, maestro y autor de un diario de la Primera Guerra Mundial; José Tomás Canales, cofundador de LULAC, ex representante estatal e influyente miembro del Partido Demócrata; y Fortino Treviño, amigo de la infancia y compañero fundador de LULAC. ↑
Los artículos, en su mayoría, aparecieron en periódicos en español, de los cuales el más popular y ampliamente distribuido fue La Prensa, de San Antonio. Algunos de ellos también aparecieron en periódicos en inglés. ↑
El Dr. Carlos E. Castañeda fue bibliotecario por treinta y nueve años y ayudó a desarrollar la Colección Latinoamericana de Nettie Lee Benson. También es reconocido por su exitosa carrera como historiador de las zonas fronterizas hispanas mientras estuvo en el Departamento de Historia de la Universidad de Texas en Austin, y como defensor de los derechos civiles en la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos. Almaraz, Knight Without Armor; Carlos Eduardo Castañeda, 1896–1958 (College Station: Texas A&M University Press, 1999); Zamora, Claiming Rights and Righting Wrongs in Texas; Mexican Americans and Job Politics during World War II (College Station: Texas A&M University Press, 2009). ↑
Castañeda, “A propósito del libro ‘En defensa de mi raza ’”, La Prensa, 17 de septiembre de 1936, pág. 8. El artículo apareció en el volumen 1 como “A manera de prólogo” o “By Way of a Prologue”. ↑
Urbina, “Comentarios sobre el libro En defensa de mi raza”, La Prensa, 20 de octubre de 1936, p. 3. Urbina fue un profesor de español de treinta y nueve años de edad, activo en las escuelas públicas de San Antonio, nacido en México. Tuvo a su cargo cursos de extensión académica en la UNAM San Antonio, participó en redes de funcionarios del gobierno mexicano y líderes cívicos mexicanos de San Antonio, y se desempeñó como asesor político de varios líderes locales, como el alcalde de San Antonio, Maury Maverick. Manuel A. Urbina, Ancestry.com; Bertinato, “Próspero; A Study of Success from the Mexican Middle Class in San Antonio, Texas”, tesis doctoral, Texas A&M University, 2012. ↑
Sauceda, maestro de escuela, propietario de una imprenta, editó El Informador Benavidense y se desempeñó como oficial de la Comisión Honorífica en la ciudad de Benavides, en el sur de Texas. ↑
Como se dijo anteriormente, Benito Juárez es una de las figuras más veneradas en la historia de México principalmente porque lideró la oposición popular contra la intervención francesa como presidente de México. Cuauhtémoc, también mencionado anteriormente, encabezó la última defensa contra el ataque español que condujo a la conquista militar del imperio azteca. Moctezuma, también conocido como Motecuhzomatzin Ilhuicamina, precedió a Cuauhtémoc como el rey de los aztecas que enfrentó a las fuerzas españolas en Tenochtitlán. ↑
“Comentarios acerca de la obra En Defensa de Mi Raza”, una transcripción de cinco páginas en Perales Papers. La Prensa publicó artículos adicionales sobre los volúmenes de 1936 y 1937, entre los que se encuentran los siguientes: “Un libro del Lic. Alonso S. Perales”, La Prensa, 7 de septiembre de 1936, pág. 8; “El segundo tomo de la obra En Defensa de Mi Raza”, La Prensa, 11 de julio de 1937, pág. 2. ↑
Urbina, “Comentarios sobre el libro En Defensa de Mi Raza”, La Prensa, 20 de octubre de 1936, págs. 1, 3. ↑
Perales, “El México Americano y la Política del Sur de Texas” (San Antonio: Publicación privada, 1931); Weeks, “The Texas-Mexican and the Politics of South Texas”, Volumen 24 de American Political Science Review, Número 3 (agosto de 1930), págs. 606–27. ↑
Perales, comp., Are We Good Neighbors? (San Antonio: Artes Gráficas, 1948.) ↑
Consulte el siguiente estudio interno que analiza la situación de los mexicanos en Texas. El segundo capítulo se enfoca en la cuestión de la recuperación desigual. Zamora, Claiming Rights and Righting Wrongs. ↑
Gamio, Mexican Immigration to the United States; A Record of Human Migration and Adjustment (Chicago: University of Chicago Press, 1930). ↑
Gamio, The Mexican Immigrant: His Life Story (Chicago: University of Chicago Press, 1931). ↑
Taylor, Mexican Labor in the United States: Dimmit County, Winter Garden District, South Texas (Berkeley: University of California Press, 1930); An American-Mexican Frontier; Nueces County, Texas (Chapel Hill: University of North Carolina, 1934). ↑
Muñoz, La verdad sobre los gringos, narración histórica de lo que ha hecho en Latinoamérica la oprobiosa política del dólar durante los últimos veinte años (Ciudad de México: Ediciones Populares, 1927). El autor publicó la parte del libro (1927) que aborda la revuelta de San Diego como una publicación separada: Defendámonos (Ciudad de México: Ediciones Populares, 1938). ↑
Tenayuca y Brooks, “The Mexican Question in the United States”, The Communist, vol. 18 (marzo de 1939), págs. 257–68. ↑
Selden C. Menefee, Orin Cassmore y John N. Webb, The Pecan Shellers de San Antonio (Washington, DC: Work Projects Administration, 1940); Menefee, Mexican Migratory Workers of South Texas (Washington, DC: Work Projects Administration, 1941). ↑
Espinoza, El sol de Texas / Under the Texas Sun, trad. Ethriam Cash Brammer de Gonzales (Houston: Arte Público Press, 2007); Torres, La Patria Perdida (México: Ediciones Botas, 1931). La novela de Espinoza apareció por primera vez como El Sol (San Antonio: Viola Novelty Company, 1926). ↑
Sáenz, Los mexico-americanos en la gran guerra y su contingente en pró de la democracia, la humanidad y la justicia (San Antonio: Artes Gráficas, 1933). Consultar también Emilio Zamora, ed. y trad., The World War I Diary of José de la Luz Sáenz (College Station: Texas A&M Press, 2014). ↑
Gonzales, “Social Life in Cameron, Starr, and Zapata Counties”, Tesis de maestría, Universidad de Texas en Austin, 1930; "Among my People", Tone the Bell Easy, Ed. J. Frank Dobie (Austin: Folk-Lore Society, 1932); The Woman Who Lost Her Soul and Other Stories, Ed., Sergio Reyna (Houston: Arte Público Press, 2000). ↑
Zamora O’Shea, El Mesquite (Dallas: Mathis Publishing Company, 1935). ↑
Afortunadamente, el programa de Recuperación de la Herencia Literaria Hispana de EE.UU. (Recovery), de Arte Público Press en la Universidad de Houston, ha rastreado y digitalizado periódicos en español que van desde los 1820 hasta 1980; es parte de un esfuerzo nacional por recuperar los registros históricos de los hispanos. El programa Recovery también ha asegurado, procesado y puesto a disposición del público los Perales Papers. ↑
Marta Perales, “Al pueblo de Alice”, declaración manuscrita de dos páginas que leyó en el segundo entierro de su esposo en Alice, 15 de octubre de 1960, Perales Papers. ↑